Inconclusos

6 | Plan C.

Ciara

—¡Hey! ¡Al fin una llamada! —exclamé alegremente tras escuchar los sonidos del teléfono.

—Tiene que poder abrirse —intervino Tyler entre todo el desastre—. ¡Aprieta esos músculos y súbela, viejo! —exclamó en dirección a su tío, pero era obvio que el pobre ya lo había intentado.

—¿Voy a atender, Capitán? —siseé, pues los continuos timbres de llamada no cesaban y es más, con cada uno de ellos me ponía más y más inquieta.

—Sí, anda —sacudió con desdén su mano en mi dirección. Yo, levantando los hombros, corrí por el teléfono que había dejado en las sillas. Ellos que se enreden solitos, seguro encontrarán otra salida.

El teléfono que me había proveído el Capitán McCall era del siglo pasado, literalmente. Era de esos modelos que tenían una ruedita con números, cada uno con su propio círculo y todo estaba unido a través de un cable de espirales.

Terminé por interrumpir uno de sus "ring" cuando contesté. —Policía de Kansas City, ¿cuál es su emergencia?

Sonreí. ¡Siempre quise decir eso!

—¡Qué emergencia ni qué ocho cuartos! —respondió nada amistosamente la persona del otro lado de la línea. Alcé mis cejas, ¿pues no se supone que para eso es?—. ¡Yo quiero presentar una queja!

—¡Una queja! —repetí— ¿A qué?

—¡A los baños públicos!

¿Eh?

—¡Siempre están sucios, más los de la escuela de mi hijo! —continuó con malestar, yo no podía estar más extrañada.

—¿Y usted qué hace metido en los baños de su hijo? —no pude evitar cuestionar con una mueca de asco adornando mi rostro.

—¡Eso no le incumbe!

—¡Pues a usted menos! —refuté. ¡Toma eso, Kansas!

—¿Va a escucharme o no? —preguntó, su voz ya se oía algo irritada.

—¿Va a pasársela quejándose sobre los baños? —inquerí, enrollando el cable del teléfono en mi índice como la diva que soy.

—Sí.

—Entonces no —anuncié—. Y para su información, la línea de emergencias es para eso, para EMERGENCIAS. Compre un destapacaños o algo. ¡Linda noche!

Y sin más, azoté el teléfono contra su base, resoplando.

—¿Cómo te fue? —quiso saber Jamie apenas me notó. Al parecer las cosas por aquí no habían cambiado, es más, ahora teníamos a los cuatro hombres forcejeando con la cortina.

—Sólo un señor quejándose —mi mueca volvió al explicárselo.

—¿De un crímen?

—No, de unos baños —conté con naturalidad. Ella sonrió levemente, desconcertada por lo que acababa de decir. Para no responder más preguntas, las hice yo—. ¿En serio están...?

—Sip —me interrumpió, ambas miramos en dirección a los chicos. A pesar de que la puerta siguiera siendo inmutable, los tres seguían empujando hacia arriba la cortina como si su vida dependiera de ello.

—Ya basta, es inútil —habló Penny, esa chica me asusta. Y... me desconcierta. ¿Se la pasará actuando o realmente será así?

—¿Tienes una mejor idea? —cuestionó Dani irónicamente, al parecer es el único que se atreve a enfrentarla sin riesgo a que lo maten.

Es ahora cuando me pregunto. ¡¿Serán novios?!

—¿Y no hay otra salida? —agregó Tyler, quedándose boca arriba en el piso para recuperar aire. Es gracioso cómo su pecho se infla y se desinfla con tal notoriedad.

—No, es la única que tiene —contestó un sudoroso Capitán McCall.

—Pide refuerzos —continuó.

—¡Buena idea! —tentó sus pantalones y luego su pecho—. ¡Oh, los dejé en el auto!

—¿A los refuerzos? —pregunté yo, algo extrañada. Tal vez los metió como payasos en un auto diminuto, no hay que subestimar al Capitán.

—¡No! La cosa esa que me pongo aquí —señaló el pequeño bolsillo de su camisa azul marino aún con los ojos cerrados.

Walkie-talkie, tío —Tyler soltó un respingo y reí silenciosamente.

—¿Qué hay de todos los policías que estaban allá afuera?

—Ya no están —aseguró—. Les dije que apenas llegara Jamie, podían irse.

Inmediatamente todos volteamos a verla, ella se encogió de hombros. Nos quedamos en silencio, pensando en posibles soluciones a nuestro problemita.

—¡Esperen! —Asher se levantó de un brinco, quedando sentado en el suelo. Todos lo miramos expectantes—. Jamie...

La nombrada abrió los ojos como platos. —No, Asher. ¡Ni lo pienses!

Esa mirada. ¡Conozco esa mirada!

Asher asentía con una sonrisa pícara, Jamie negaba rotundamente con terror mientras se miraban mutuamente, hablando telepáticamente sólo como ellos pueden.

¡Es lo mismo que hacían cuando éramos niños!

—¿Qué? —cuestionó el capitán con una inquietante seriedad.

¡Ay, pero cómo no me di cuenta antes!

—Sí hay otra salida. —Toda la atención se vió puesta en mí luego de decir eso.

—¿Dónde? ¡Quiero salir de aquí! —exclamó la casi muda Penny.

—De acuerdo, sí conocemos otra salida —exhaló Jamie—. ¡Pero es una locura! No hay modo de que lo logremos.

—Pues yo creo que sí —afirmó Asher—. Sólo si cada quién toma turnos— sonreí de oreja a oreja pues ya presentía lo que estaba a punto de pasar.

—Es por los juegos —soltó Jamie al fin, dudando levemente. Todos la miraron, atónitos.

—Si los atravesamos hasta llegar al pas... No importa —se corrigió Asher a sí mismo, aunque yo sé que estuvo a punto de llamarlo "Pasadizo Secreto". Viejos tiempos—. Si rodeamos parte de ellos, encontraremos una salida a la calle.

—Están locos —comentó Dani, riendo con cierta ironía.

—No, ya no hay salidas —replicó nuestra autoridad, negando con la cabeza y comenzando a acercarse a nosotros con pasos lentos.

—La hay, Capitán. A menos que hayan cambiado algo durante los últimos años —contradijo Jamie, mirándonos a todos panorámicamente—. ¿Siquiera cabemos?

—Habrá que averiguarlo —dijo Asher, codeándola con picardía nuevamente.

—¡Me apunto! —exclamé, sonriente. Meternos a los juegos será como revivir mi infancia, eso no me parece una mala idea.

—Whoa, esos juegos llevan una década sin ser usados. ¿No es peligroso?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.