Indeleble Novrid; un juego de poder

Capítulo II - Secretos

Lo miré con confusión. Tenía una pregunta. Bueno, muchas. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Quién era él? ¿Para qué me había citado en medio de un bosque? ¿Dónde estaba?

El miedo me invadió. ¿Ahora empezaba a reaccionar mi cuerpo? ¡¿Ahora?!

Nuevamente, a diferencia de cuando estábamos escondidos de aquella gente, él volvía a tener los ojos verdes.

— ¿Y ella es a la que hemos estado investigando? — preguntó la muchacha.

— ¿Investigando? — cuestioné.

— No deberías decirle eso, ahora creerá que la hemos estado acosando, Adres — respondió uno de los chicos, de cabello rojo, ignorándome.

—Eso es justo lo que creo.

— ¿Y si le explican qué está pasando? — recomendó otro, esta vez un pelinegro, mientras se ajustaba sus gafas de sol, aunque estaba bastante oscuro fuera.

— ¿Y tú qué eres? ¿Un vampiro? ¿Por qué los lentes? — pregunté.

— Vaya, cuantas preguntas.

— Solo es un rarito que hace cualquier cosa para llamar la atención.

— ¿Disculpa?

— Claro — respondió ella, sonriendo.

— Deja que yo le explique — me miró con una sonrisa ladeada —. Me hacen ver aún más guapo y me dan un aire de misterio. ¿A que sí?

— ¿Qué? — la chica soltó una carcajada y lo miró con una ceja enarcada —. Solo te hacen parecer patético, no guapo y misterioso.

— ¡Claro que me hacen ver guapo! Pero no notas la diferencia porque, claramente, siempre estoy deslumbrante.

— Dirás que siempre estás idiota.

— Tú de envidiosa.

— ¿Podrían dejar de pelear un segundo? — pidió el pelirrojo.

— Cállate tú.

— ¡Eres inso...— pero fue cortado por el misterio que me había traído hasta aquí.

— Bien, cállense un rato, los tres — colocó una carpeta sobre una mesa que había allí —. Vamos a explicarte lo que está sucediendo, As. Pero ten paciencia, hay cosas que se revelarán a su debido tiempo.

— ¿Y tú? ¿Quién eres? ¿Porqué me tragiste aquí? — pregunté.

Lo último que tenía era tiempo. Necesitaba saber urgentemente qué estaba sucediendo.

Aunque lo que realmente debería preguntar es: ¿Porqué vine?

¿Acaso no tenía sentido común? ¿Quién espera a un desconocido, al que había visto en el fondo de su casa y con el que jamás había hablado, en medio de un bosque a las cuatro de la mañana? Parecía como si mis neuronas se hubiesen quedado dormidas. No lo pensé, simplemente lo hice de forma automática. Como si no pudiese controlar mis decisiones. 

Siempre fui muy arrojada a hacer cosas que no eran muy inteligentes. Por eso siempre terminaba aguantando consecuencias. Quizá esta fuera la última, porque definitivamente iba a morir a mano de estas personas.

— No es necesario que sepas mi nombre. Al menos por ahora. Y te traje hasta aquí porque necesitamos tu ayuda.

— ¿Ayuda en qué, Ojos Rojos? — arrugó el entrecejo.

— ¿Ojos Rojos? — soltó un suspiro.

— Sí, por eso que hiciste con tus ojos.

— Ajá, lo había captado.

— ¿Cómo haces eso? ¿Es una habilidad de los vampiros o algo parecido?

— No somos vampiros, eso no existe.

— ¿Hombres lobo?

— ¿La pregunta va en serio?

— ¿Zombies?

— ¿Qué pasa contigo?

— ¿Entonces qué son?

— ¿Me dejarás hablar o seguirás interrumpiendome para decir estupideces? — lo miré en silencio —. Bien. Supongo que te estarás preguntando muchas cosas.

Asentí.

— Primero deberías ubicarla — Blas le tendió un papel enrollado.

— ¿Cómo...? Soy media distraída, pero sé donde estoy parada.

— De hecho, no exactamente.

— ¿Acaso vas a decirme las coordenadas, la velocidad del viento y las probabilidades de lluvia que hay en este punto del bosque? 

Él enarcó una ceja y dirigió su vista al papel que había extendido sobre la mesa. Era un mapa, pero uno que nunca había visto. No era el de Nordiff, el pueblo en el que estaba hace una hora.

Pareció notar que iba a preguntar sobre eso, así que habló antes.

— Es el mapa de Novrid. 

— ¿Novrid? ¿Es el nombre de su ciudad vampiresca?

— ¡Que no somos vampiros!

— ¡Bueno, bueno!

Suspiró.

— Esto será difícil — se frotó la sien.

El chico de las gafas se acercó.

— Mira, As — comenzó —, vamos a explicarte algunas cosas un poco complicadas de entender ¿si? Nosotros somos otra especie de... humanos. Por así decirlo. Provenimos de un lugar escondido dentro de este bosque, donde desarrollamos genes de diferente tipo que el de ustedes. Tenemos células que nos permiten tener habilidades incrementadas en el momento en que nacemos, cosa que los humanos normales no. Como lo que él hizo con sus ojos.

— ¿Vienen de un lugar dentro del bosque? ¿Una casa abandonada para superheroes?

— Es más que una casa. De hecho, son muchas. E ignoraré eso último

— ¿Es un pueblo escondido?

— Bueno, ahí llega la parte interesante — dijo.

— Novrid no es un pueblo. Es un reino — aclaró Ojos Rojos

— ¿Qué?

— Provenimos de un reino. Sabes lo que es, ¿verdad? — enarcó una ceja.

— ¿Un reino como el de los cuentos?

— No, para nada. Novrid es muy diferente. Casi de otro universo. Es como si viajaras a otro mundo, nada es igual a lo que podrías estar acostumbrada. 

— Pero no entiendo... ¿Un reino? No le encuentro sentido. He vivido alrededor de este lugar durante toda mi vida y jamás oí algo así. Si lo que quieren es torturarme y matarme, no hace falta mentir. Pueden hacerlo, sin vergüenza. No pasa nada.

Una risita algo grave sonó en el fondo de la habitación.

Dirigí mi vista hacia esa dirección y quedé confundida, creía haber visto a todos cuando entré, pero al parecer no era así.

Allí había un cuarto chico. Estaba sentado en un alféizar mirando hacia afuera. Giró su rostro y un escalofrío me recorrió cuando su mirada se encontró con la mía. Sonrió de una forma extraña, tenía una manera intimidante de observar a su alrededor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.