Indescriptible

CAPÍTULO 9

Aria

Amanecí fresca y de buen humor sorprendentemente. Efecto Gregos le decía yo.

Me dormí tarde, por más que quería cerrar los ojos, recordaba la mirada radiante y llena de cariño de él.

¿Cómo llegué a este punto?

Hasta hace unos días atrás, Gregos y yo sólo nos ignorábamos, no hablábamos, es más ni estábamos en un mismo lugar.

Hoy, al llegar a clases no sé qué me espera.

¿Cómo tengo que saludarlo?, ¿con un beso en el cachete?, ¿con un beso en los labios? Las reacciones de todos en el salón serían épicas.

Es más, él me debe varias respuestas. Aún recuerdo lo que dijo después de nuestro ardiente beso.

No sabes cuanto deseaba este momento…

Incluso desperté más temprano de lo habitual, eso es mucho decir. Nunca me levanto temprano. Prepare el desayuno para mi mamá también, poco habitual.

Estaba buscando en que mantenerme ocupada hasta que llegue la hora de ir a clase. Estaba nerviosa, ansiosa, y feliz.

—Y esa sorpresa. Te levantaste temprano, te veo emocionada, feliz se podría decir. Quieres contarme algo. —Sexto sentido maternal, activado.

—No hay nada nuevo. Y no estoy diferente mamá, estoy igual a todos los días. Me levanté temprano porque hoy tengo un trabajo importante.

Agarre mi mochila y mi lunch, ya quería irme, así evitar un cuestionario de su parte.

—Huye mientras puedas, sabes que igual estaré para apoyarte, escucharte, siempre. —Me dio esas miradas llenas de amor puro que solo ella solía darme.

—Lo sé, en la noche nos vemos. Te amo. —Era hora de ir a clases.

Toda mi atención y buen humor estaba puesto en el chico de ojos cafés.

***

Algunos decían que cuando uno se encuentra en un lugar, siempre hay alguien observándote. También que es posible sentir las miradas sin necesidad de ver de quién se trata. Creía en ambas teorías, y justo ahora me sentía así. Observada.

Una sensación de sentir la mirada curiosa de todos y nadie al mismo tiempo, como si supieran todo lo ocurrido ayer. Ilógico, ya que yo no había hablado con las chicas.

En un rincón estaban los chicos. Nathan a la cabeza, Tom y Luis a su lado. Esta vez se les unió Mark, Caleb, Camilo y Carl.

No veía a mi chico por ningún lado.

Mi chico, hasta es raro decirlo en mi mente.

Definitivamente todo es nuevo para mí.

—Te estaba esperando… ayer no pude hablar contigo. —Unos ojos miel me interceptaron. ¿Me estaba esperando? ¿Para?

—Sobre...

Lo miré, esperando alguna señal que me dijera que sabía todo lo ocurrido ayer. Pero, no, su rostro no denotaba alguna molestia u alguna emoción.

—Quería que…

Lo siguiente que pasó me descolocó tanto a mí, como a Leonardo y a todos en general. No tuve tiempo a reaccionar. Sólo sentí unos suaves y carnosos labios sobre los míos.

Después del beso de ayer, reconocería esos labios en cualquier lado. Era mi chico.

Dios, sí, ahora estamos juntos.

Claramente no fui la única que no se esperaba dicha demostración de afecto, nótese el sarcasmo.

—Hoy llegué algo tarde, pero quería saludarte como se debe —dijo después de separarse de mí.

—Supongo que me perdí de muchas cosas —murmuró Leonardo.

¿Es posible evaporarme o teletransportarme justo ahora?

Vi a ambos de un lado a otro como unos 2 minutos, y solo se me ocurrió decir…

—Hola

¿No se te ocurrió algo más Aria? ¡Vamos tú puedes!

Gregos acariciaba mi rostro sin dejar de mirar a Leonardo, con una sonrisa un poco ¿arrogante?

Oh no.

¡Estaba marcando territorio! Y no solo con él, Sam y Pablo observaban la escena muy divertidos.

Marcus estaba sorprendido, al igual que Maya y Danna.

Ni qué decir de Ingrid y Cass. Son mis mejores amigas y obviamente les desencajó la escena.

Lleven flores a mi tumba.

—Buenos días, chicos. —Salvada por la profesora.

—Hablamos luego hermosa.

—Claro —susurré.

Montes se dirigió a su asiento sin mirar atrás.

Lo peor ya pasó ¿verdad?

—Haré el trabajo contigo, si no te molesta claro. —Su voz se tornó algo diferente ¿estaba molesto?

—No. Quiero decir que no me molesta.

No dije nada más, pero la tensión era palpable. Y no solo eso. Mi guardián estaba observando todo desde su lugar.

—El trabajo de hoy es en parejas, espero hayan estudiado un poco al menos.

Nathalie levantó la mano, y ahí me di cuenta de que ella y el club de las b también me observaban curiosas.

—¿Puedo hacerlo sola? —Me observaba con algo de rabia, desdén.

—¿No tiene un compañero o compañera con quien trabajar?

—No, ya no hay nadie disponible.

Mire rápidamente a mi alrededor y solo había uno sin pareja. Quería pensar que nada fue premeditado, y fue una casualidad de la vida.

—Profesora, Montes está libre. —Vi de reojo que Montes se removió algo incómodo.

¿Qué le ocurre?

—No te distraigas, tenemos poco tiempo Aria. —Entrecerré mis ojos con dudas.

—Si, tenemos poco tiempo.

Nathalie alías Bad Bitch 1, cogió sus cosas y se acercó algo entusiasmada hacia el de ojos cafés.

Si la pregunta es si estaba celosa, la respuesta es no. Pero si intrigada, por el comportamiento de ambos, de todos en realidad.

Terminé mi parte del trabajo, mientras observaba a Leonardo, de manera sigilosa claro.

Su perfil, sus manos mientras terminaba de escribir, su espalda. No tenía una musculatura como algunos, su contextura era normal, si así lo pudiera describir.

Lo que más me gustaba de él eran sus ojos, una combinación única. Dorados, como un gatito…

—Seguirás observándome de manera tan sutil… —Se dio cuenta.

—No estoy mirándote. —Quería esconder mi rostro, apostaba a qué estaba algo roja y eso que no soy de tes clara.



#232 en Joven Adulto
#3626 en Novela romántica
#1082 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 22.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.