Indescriptible

CAPÍTULO 18

Aria

—¿Crees que aprobemos el examen? —Veía a Ingrid observarme como siempre—Mi mamá me matará si no apruebo.

¿Ella sabía lo que ocurrió? Dolía pensar que me ocultase algo así, yo... no confiaba fácilmente en las personas. Pero, si en ella.

Se ganó mi afecto y mi lealtad, nuestra amistad era única. Aunque al principio no fue todo rosas, pasamos por un proceso largo en donde nuestra amistad se fortaleció.

—Aria, ¿estás escuchándome?

No.

—Si. —Inmediatamente arqueó una ceja.

—Entonces vamos el sábado juntas, ¿te parece?

—Si, claro. —Rodó los ojos.

—Obviamente no me escuchaste. Estaba hablando sobre el examen.

—Lo siento. Tengo la cabeza en otro lado.

—Es por Gregos. —No fue pregunta, fue afirmación.

—¿Cómo lo sabes?

—Ayer no contestabas el teléfono. Fue tu cumpleaños, es obvio que algo pasó. Muy aparte que él estuvo llamando a todos preguntando si sabíamos algo de ti.

Si, fuese tan fácil solo pausar esto. Y seguir adelante.

—Si pasará algo que me involucrase, tú, ¿me contarías la verdad? Aunque me doliera, ¿lo harías Ingrid?

—¿De qué hablas? ¿Qué pasó?

—Solo responde.

—Por supuesto que sí. Eres mi amiga, no te mentiría.

Ella no sabía.

—Alumnos saquen su libro y lean la página 43.

Mi mente estaba fuera del radar. No podía concentrarme en los 15 min que llevaba la clase.

—Profesor buenos días, ¿podemos pasar?

Todo empeoró al escuchar su voz.

—Pasen y pónganse al día de lo que estamos haciendo.

Primero tenía que encarar la situación, necesitaba respuestas. Luego me tomaría un tiempo, un par de días al menos. Y por último decidiría si…

—Amor estaba preocupado, ¿estás bien? —susurró a mi espalda.

—Si. —Las palabras se atascaban en mi garganta.

Cuando escuchaba las diferentes peleas de parejas, no creía que la intensidad del momento podía superar el raciocinio. Creía que uno era capaz de dominar sus emociones y hablar civilizadamente.

Ahora quería abofetear a Gregos por ser un idiota, por mentirme, por ilusionarme. Por romper la confianza que yo puse en él, en nosotros.

Ésta era la primera decepción que experimentaba, y algo me decía que no iba a ser la última que vendría de él.

—¿Segura?, ayer estaba…

—Hablamos luego, necesito terminar estos ejercicios. —Fui consciente de qué soné muy dura.

No hablamos, ni interactuamos durante las próximas dos horas.

—Nos vemos la próxima semana.

Todos empezaron a parlotear, mientras, yo guardaba mis cosas.

—Ahora, ¿si podemos hablar?

Bien. No podía prolongar más esto. Asentí mientras me dirigía a la biblioteca, usualmente siempre estaba vacía.

Quería algo de privacidad.

No deseaba escuchar los estúpidos comentarios de Pablo y Sam, no quería las miradas burlonas de Nicolás y Marcus. Quería solo escuchar la voz de Gregos, y quería que me dijera que todo era mentira y nada pasó.

—¿A dónde vamos Aria? —Me sostuvo del brazo antes de que me alejara.

—A la biblioteca.

Y justo como lo predije, no había nadie.

—¿Qué es lo que pasa? Ayer no me contestabas el teléfono. Y por tu forma de comportarte deduzco que, si pasa algo, confía en mí sí. —Acariciaba mi rostro con sus nudillos.

—Tienes algo que decirme, algo que tenga que saber. Solo quiero tu sinceridad, no importa lo que sea. Pasó antes de que estemos juntos, pero necesito saber qué pasó nates de mí. Se qué no debería importarme, pero lo hace…

—No estoy entendiendo, no te he mentido. Eres mi primera enamorada, ¿qué más quieres saber? Mi primer beso fue a los 12 años con una chica que era mi vecina, …

—Te besaste con Nathalie, una semana antes de besarme a mí. Una semana antes de qué iniciemos nuestro, esto.

No lo aguante, quería escuchar la verdad de sus labios. Quería escuchar su verdad.

—Aria…

—Lo sé. Yo… sé que hubo algo entre ustedes.

—No, no pasó nada entre nosotros. Amor escúchame.

—¡¿Se besaron?! —Sostenía su cabello con fuerza, estaba frustrado, angustiado— RESPONDE

—Si. Aria eso…

—Vete.

No quería escuchar más, no podía.

Mi cara ardía, mi cabeza estallaba y mi pecho dolía. En mi estómago había un vacío.

¿En tan poco tiempo se podía sentir tanto?

—Aria mírame, amor mírame. —No podía verlo a los ojos, estaba segura de que las lágrimas que aún no se asomaban, se derramarían sin impedimento.

—Vete, por favor. Quiero estar sola.

—Necesito que me escuches. Yo te amo. —Su voz sonaba desesperada mientras sostenía mi rostro con ambas manos— Hablemos.

—VETE, QUIERO QUE TE VAYAS. —Explote, el cumulo de emociones me desbordaban por los poros.

Necesitaba aire, necesitaba estar sola, necesitaba alejarme de él.

Al salir al pasillo, todos estaban observándome. En este punto ya todos sabían lo ocurrido, o más bien ya no ocultaban el hecho de saberlo.

Mis amigos, amigas lo sabían. Todo este tiempo me tuvieron en una burbuja de mentiras, todos lo ocultaron.

Camine con la cabeza en alto, sin mirar al piso y sin mirar a alguien en específico. No, no más niña buena.

—Aria espera. —No me detuve al escuchar la voz de Leonardo—. Espera.

—¿Qué quieres?

—Qué hablemos, escuché lo que pasó en la biblioteca.

—Todos lo escucharon. Todos lo sabían. —Su mirada denotaba culpa.

Por supuesto él también lo sabía.

—No me correspondía hablar y lo sabes. En cosa de dos, los terceros sobran. Sé que estás enojada, decepcionada. Pero debes hablar con él, es el único que puede darte los detalles, necesitan hablar.

—No, no quiero verlo.

—Quieres la verdad, habla con él pequeña.

—Me siento dolida, siento un dolor en el pecho. Quiero gritar hasta que mi garganta se seque, romper cosas hasta que esa presión que siento se esfume. Odio las mentiras, él lo sabe. Me mintió Leonardo.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 14.05.2024

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