Indescriptible

CAPÍTULO 19

Gregos

Mataría a Nathalie por esto.

No sabía cómo Aria se enteró de todo lo que pasó ese día, o al menos esa pequeña parte. De hecho, fue por Nathalie.

Mis amigos no hablaron, yo les dije quenada de lo que sucedió ese día se hablaría. Tenían consideración por Aria, y no querían lastimarla de laguna u otra manera.

Durante la noche no pude pegar un solo ojo. Intenté dormir, solo pude ver una y otra vez la foto de ella. Su sonrisa, sus muecas de disgusto, su olor. Todo me recordaba a ella.

Me sentía mal al no estar con ella el día de su cumpleaños, se suponía que ese día es especial. Sin embargo, para ella era todo lo contrario. O tal vez, no quería que conociera a su familia aún.

Incluso llegué a pensar que fue una estupidez que hice la razón por la cual ella no contestaba mis llamadas, ni mensajes. Hable con todos, preguntando sobre ella. Y a ninguno le dio respuesta.

Al ver sus ojos llenos de decepción, ira y tristeza; me sentí el peor enamorado del mundo.

Todo estaba mal. Eso no debió pasar. Nada debió pasar.

Había destruido su confianza, estaba seguro de que iba a ser difícil continuar. La magia duró menos de lo esperado. Aún tenía una pizca de esperanza de poder arreglar las cosas.

No había infidelidad, pese a eso, ella tenía razón. Yo la amo, igualmente coquetee con Nathalie. Fue mi error y estoy dispuesto a asumirlo y también a demostrar que mi sentimiento es real, sincero.

—El profesor nos quiere después de salida en la cancha. —Mark me observaba en silencio.

—No iré. ¿Puedes justificarme?

—Lo intentaré, sabes que él es muy exigente con respecto a la asistencia.

—Lo sé. Tengo otros asuntos.

Vería a Aria por la tarde. Ella era mi prioridad en este momento.

—Espero soluciones esos asuntos. Y creo que Caleb habló con ella. No te enojes, solo quiso ayudar, espero haya funcionado.

—Gracias. Nos vemos luego.

Necesitaba todos los buenos deseos. Todo lo positivo era bienvenido.

—A ti te estaba buscando. —No quería ver a Ingrid, menos ahora.

—Yo no. No es el momento.

—Ah no, claro que es el momento. Eres un imbécil, pero eso ya lo sabes. Soy consciente de lo que sientes por ella, entonces porqué lo arruinaste.

—Soy imbécil, lo acabas de decir.

—Gregos, ella es mi mejor amiga. Y también soy tu amiga, puedes contarme lo que quieras. Te escucharé sin juzgarme.

—Lo agradezco, pero tengo que hablar con ella primero.

—Entiendo, y me gustaría que se arreglara todo. Aunque Aria es difícil, y si se cierra a algo no hay nada ni nadie que la haga cambiar de opinión.

 —Lo sé, espero tener suerte. Cuídate.

—Tú igual. 

Ingrid era la amenaza mínima. Cassia sería el gran problema, ella es Ingrid 3.0.

Sabía que Leonardo habló con Aria, pero desconocía lo que se dijo. Evitaba pensar que él quería ganar terreno, ambos quedamos en jugar limpio. Y él dio por hecho que Aria me eligió a mí.

—Te estamos esperando desde hace un buen rato.

—Ya llegué piojo.

—Ya era hora. Tengo hambre. —Papá y Leonardo rieron por el pesar de mi hermanito.

Era un hecho que papá se daría cuenta que algo andaba mal.

—¿Estás bien? —Estoy lejos de estarlo.

—Si.

—Hablaremos en casa.

Genial, seguro se me venía un sermón.

—¿Está todo bien? ¿Hablaste con ella? —dijo Leonardo apenas papá bajó del auto.

—No, aún no. Quedamos que nos veríamos en la tarde.

—Bien, arréglalo. No quiero verla como un fantasma por los pasillos, no quiero que derrame ni una sola lágrima Gregos.

—No me amenaces. —Le di una mirada cargada de rabia, no quería más sermones.

Con la mirada llena de decepción de ella bastaba, había jodido lo que aún empezaba.

—Es una advertencia, no la mereces.

—¿Y tú sí?

—Tal vez no, pero al menos no le oculto cosas.

—El almuerzo está servido.

Leonardo desapareció con la orden discreta, mientras a mi me detuvo del antebrazo.

—Ahora si me dirás qué ocurre. En 16 años, es la primera vez que te veo afligido.

—Aria no quiere verme, no quiere nada conmigo. O pronto va a terminar conmigo.

Tenía que desahogarme, y quién mejor que mi padre. Mamá la culparía a Aria, sin saber nada.

—Por tu cara, puedo deducir que tuviste la culpa. ¿O me equivoco?

—No. Se entero de algo que pasó antes de que iniciáramos algo. Yo… yo la quiero papá.

—Si la quieres, habla con ella. Conversen y gánate su confianza de nuevo. Son jóvenes, van a cometer muchos errores. Y si en verdad hay cariño, amor, podrá resolver mil huracanes juntos.

—Eso espero.

—Ahora vamos, tu mamá va a empezar a gritar.

****

Estaba ansioso, llegué unos minutos antes de la hora pactada. Y aún no podía tocar el puto timbre.

Varios escenarios pasaban en cámara lenta por mi mente.

En uno, ella me escuchaba. Le explicaba todo lo que pasó por mi mente en ese instante, le decía todo lo que sentía por ella, lo importante que era para mí. Y todo se arreglaba.

En otro, no me daba chance a nada. Su mirada estaba llena de desprecio, no tenía oportunidad a explicar nada.

Y por último y más probable escenario. Ella me escuchó, me pide tiempo y todo se arregla.

Quiero creer que todo saldrá así. Es ahora o nunca.

—¡Voy! —Al minuto de tocar, abre la puerta.

—Hola. Perdón la demora. —¿Qué demora Gregos?

—Descuida. ¿Quieres pasar?

—Claro, traje esto. —Le doy la bolsa con empanadas.

—Gracias.

Lleva puesto un pantalón ancho color crema, un polo negro que se ciñe a su cuerpo y unas pantuflas de ¿conejo? Aún con esa aura para nada tierna, inspira calidez.

Es perfecta.

—Quieres soda, jugo de fresa o…

—Quiero que hablemos. —Si no lo hacemos voy a explotar.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 14.05.2024

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