Indescriptible

CAPÍTULO 20

Aria

No podía dejar que se fuera así. Después de desnudarnos el alma, tenía que decir mucho. Y al mismo tiempo tenía miedo.

Corrí escaleras abajo, tenía que alcanzarlo.

—Gregos, ¡espera! —En su rostro había rastro de lágrimas.

—No tiene llave… —No deje que termine de hablar, solo me lance sobre él.

Sostuve su cuello con mis dos manos y lo besé, pegué mi cuerpo a más no poder. Quería transmitirle un poco de todo lo que siento sin palabras, me costaba decirle las cosas.

Acaricie sus labios con delicadeza, como si fuera de cristal y temía romperlo. Sus manos no tardaron en rodearme, subiendo y bajando por mi espalda.

No había morbo, no había tensión sexual.

Había amor, había tristeza, miedo.

No quería soltarlo, temía que se evaporará y todas las palabras de amor se fueran con él. Se sentía tan bien estar rodeada por él.

Me sentía segura, cómoda, feliz.

Tal vez pasaron segundos, minutos. Y aún no quería separarme.

—¿Es un impulso? Siempre diré que me encantan tus impulsos, son espontáneos. —Sonreí.

—No es un impulso. No quería que te fueras sin despedirte. —Aún no soltaba su rostro, ¿en verdad era real?

—Mañana nos vemos, ya es un poco tarde y no quiero que te regañen. —Asentí, mañana llegaría en un par de horas aún.

—Dame dos días. Necesito procesar todo, yo… Sé que no quiero alejarme de ti, quiero estar contigo.

—Yo igual hermosa, descansa. —Lo vi marcharse luego de darme un beso en la frente.

Un pequeño vacío se apoderó de la boca de mi estómago.

En ese momento supe que estaba jodida, estaba enamorada de Gregos.

Era irrevocable, no quería dejar de sentir cosas por él. 

****

Despertar con sueño ya me era costumbre, sin embargo, el amanecer con dolor de cabeza no.

Era insoportable.

Debí pensar en las consecuencias al no dormir en toda la noche. Logré pegar un ojo por unas dos horas en toda la madrugada.

Gregos. Él era el responsable.

—Ayer te vi cansada, no te desperté. ¿Todo bien? —En sus ojos veía ligera preocupación.

—Si mami. Estoy bien, solo un poco cansada. —Inventa algo—. Ya sabes, se vienen los bimestrales, y son más de 11 cursos. Estoy un poco saturada.

—Iremos el fin de semana donde la abuela, podrás distraerte un poco.

Amaba ir donde mi abuela. Con un poco de sus mimos me aliviaba todo lo malo a mi alrededor, sus sabios consejos, su dulzura.

Es la mejor.

—De acuerdo. Me tengo que alistar, se me hace un poco tarde.

—Te dejo la lonchera en la mesa, no la olvides. —Se va después de besar mi frente.

Me alisto en menos de 30 minutos, con los nervios a flote. Todos escucharon el pleito en la biblioteca, todos saben lo que pasó entre Gregos y …

¿Podré seguir? ¿Podré olvidar y hacer como si nada? ¿Podré superar esta situación?

Preguntas que aún no tienen respuestas.

Al llegar, todo se siente igual. Sin murmullos, sin sentimiento de ser observada. Todo tranquilo por lo visto.

Aunque la tranquilidad se me va cuando veo a Ingrid conversando con Nathalie.

—Hey, tranquila. La está regañando por lo que hizo. —Leonardo me toma del brazo antes de que vaya por ella. Odio que tenga que hablar con ella.

—Suéltame. —Sus ojos color miel me observan detenidamente.

—No hasta ver una sonrisa en tus labios. No hablé ayer con él, pero supongo que arreglaron algo, porque no rompió nada al llegar a casa.

Definitivamente era un exagerado, dudaba que Gregos pudiera hacer algo así.

—Quiero ir a clases, empiezan en unos minutos. —Me safo, para seguir caminando.

—Hasta me gusta verte así que con cara de querer asfixiar a Nathalie.

Por supuesto que quería asfixiarla, metafóricamente hablando.

Más de la mitad de la clase me la pase ida, observando al chico de ojos cafés.

¿Debería superarlo a él? ¿O debería superar la situación?

Lo quería a él conmigo, eso era lo único seguro en mi cabeza.

—Supongo que aún no estas del todo bien. —Los ojos oscuros de Seth me sacó de la laguna mental.

Odiaba demostrar que estaba mal.

—Me conoces tan bien. —Podía estar enojada con todo el mundo menos con él.

—Si gustas podemos…

—Aria, ¿podemos hablar? —escuché la voz de Nathalie a mi espalda.

Qué sorpresa, definitivamente inesperado.

Seth me observaba como dudado si dejarme sola, o llamar a alguien. Pero esta conversación era mía, solo mía.

—A solas, si es posible.

—Sabes que tenemos 10 minutos, ¿verdad? —Le hice señas a Seth, estaría bien.

—Si, no tomará mucho tiempo.

—Bien, te escucho.

—Lo siento. No sé quién te lo dijo, pero…

—Eso no importa, ¿o sí?, ¿Importa para ti saber como me enteré? —Yo estaba en conteo regresivo.

Inhala y exhala Aria.

—No… Se qué nada se justifica, que tú y yo somos amigas… —Éramos amigas— No fue importante para ninguno de los dos, quiero que sepas que fue algo de un juego. Pasó en un trabajo grupal, ya sabes, siempre termina todo en juego.

Su explicación era ridícula, igual que ella.

—Nathalie…

—Espera, quiero terminar. Ustedes se ven bien juntos y no quiero ser yo la manzanita de la discordia. Limemos asperezas, no quiero que me veas como si fuera una zorra. Aria en verdad te aprecio y me caes muy bien, eres de las pocas personas que vale la pena en esta escuela. —Sonreí irónicamente.

Su forma de apreciar era insana. No quiero imaginar como se porta con las personas que desprecia o según ella no valen la pena.

—Gregos es un buen chico, y tú le gustas de verdad. No lo alejes…

—Nathalie. Nosotras fuimos amigas. —Las personas nos veían de lejos, escuchaban toda la conversación—. Es más, hice por ti lo que ninguna hubiera hecho. Te deje quedar en mi casa, te acogí cuando odiabas a tu mamá, cuando nadie te prestaba atención, cuando necesitaste una amiga para que te escuche. Me caes bien de hecho. Y no pienso que eres una zorra, odio juzgar las acciones de las personas. Y no eres la manzana de la discordia, no me importó el que te bese a ti, eso es algo que ya lo hablé con Gregos.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 14.05.2024

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