Cansada de jugar, cansada de esperar para ver quién cae antes. No quiero seguir en esto, no me vale echarte de menos entre tanto demuestro que me da igual. Jugar a ignorarnos era divertido hasta que el premio se ha convertido en distancia, donde ya no vale correr hacia la meta.
Vivimos en un lugar en el que querer es pecado mientras el odio destaca, donde omitimos lo que sentimos y aceptamos la vanidad.
Quiero pensar que sentir no nos hace vulnerables, todo lo contrario, quiero creer que nos hacen crecer, pero si de algo estoy segura es que es más fácil hacer daño cuando sentimos. No culpo este lugar, es normal que tras el daño causado formemos una coraza entre todos, aunque espere que algún día se rompa porque la mayor recompensa es perder para no perderte.