Inefable: el renacer

¹/ La profecía

-La profecía-

Elizabeth miraba la televisión mientras el olor del café llenaba la cocina, pero ella estaba demasiado absorta en las noticias.

En la pantalla, la notera hablaba con voz seria. A su lado, una imagen borrosa mostraba un libro abierto, cubierto de tierra y envuelto en una tela que parecía tan antigua como el papel.

-...el manuscrito fue hallado por un minero en una excavación subterránea cerca del antiguo valle de las afueras de Umbradge - decía la reportera - Las autoridades intentaron frenar la divulgación de su contenido, alegando que no había evidencia científica que respalde su autenticidad.

Hizo una pausa. Elizabeth se acercó un poco más al televisor.
-Pero esta mañana, su contenido completo fue difundido por redes sociales.

---------------

Cuando el último de vuestros hombres olvide el calmo canto de los ríos,
y los árboles ya no confíen en el viento.

Cuando la tierra beba más sangre que lluvia,
y las raíces ya no encuentren consuelo en descansar.

Entonces despertaré.

Mis mares se alzarán para borrar las cicatrices que habéis dejado.
Mis fuegos hablarán donde el silencio fue impuesto por vuestra crueldad.
Las ciudades se volverán ruinas,
y las ruinas, jardines.

Solo aquellos que recuerden mi verdadero nombre
caminarán sobre la nueva tierra.

--------------

Elizabeth apagó el televisor, menuda estupidez pensó ella.

-¿Qué se supone que quiere decir eso, eh? ¿El fin del mundo se acerca? Que tontería. -Le habla a su gato, el Sr. Michu, el gato de su madre.

Sí, no era muy original con los nombres.

Se termina de beber su café y se prepara para irse a la facultad.

Estaba a punto de despedirse de su madre cuando lo recordó, deteniéndose en seco.

Soltó un suspiro y se fué de la casa, sintiendo que sería un día bastante largo.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧

Tres meses después
-Elizabeth-

Hace dos meses no llueve, la marea ha bajado mucho, la temperatura ha aumentado descomunalmente, han habido muchas muertes por la gran ola de calor.

Los meteorólogos no saben explicar que ocurre.

Algunos dicen que Dios nos castiga por nuestra crueldad, aunque nadie en verdad crea que ese sea el motivo.

¿Entonces qué puede ser?

Enciendo la televisión.

-...ya son más de sesenta días sin lluvias en el país, países vecinos nos comentan que al parecer, es un hecho global, no llueve. - Habla la notera.

-Así es, Laura. En las últimas semanas, la marea ha retrocedido a niveles que no se registraban desde hace más de cien años. Las costas están irreconocibles, y en algunas regiones incluso se han formado grietas donde antes había mar. -Responde el hombre.

-Las temperaturas, además, siguen en aumento. Ayer, se alcanzaron los 48 grados en zonas urbanas, y se estima que la sensación térmica fue aún mayor.

-Ya son más de mil doscientos los fallecidos por golpes de calor en el último mes.

Cambio de canal, menuda mierda de noticias, si querían deprimirme lo logran.

-Los meteorólogos afirman que los patrones climáticos actuales no responden a ningún fenómeno conocido.

Apago la televisión nuevamente, con un bufido.

-¿Qué opinas sobre esto, Sr. Michu? -Le pregunto al gato, quien se lamía a mi lado, me mira claramente sin entender y luego continúa, ignorandome. -Hombres.. -Bromeo.

Voy a la cocina para prepararme algo para almorzar, pero reviso la nevera y las alacenas y no hay nada útil. Debo ir a comprar.

Con un suspiro agarro los pocos ahorros que me quedaban, y salgo de casa para ir a la tienda.

En la calle la gente cada vez es más violenta, todos están asustados, nadie logra explicarnos qué es lo que ocurre, por qué la gente se está muriendo, y cuando la gente se siente amenazada, actúa por instinto, buscando únicamente su supervivencia.

¿En qué nos estamos convirtiendo?

Llego a la tienda del barrio, me atiende Pablo, el hijo del dueño, su padre es un hombre bastante mayor, que tuvo abierta el almacén durante veinticinco años, tengo recuerdos de venir aquí cuando era pequeñita, y desde ese entonces él ya era un anciano.

Su hijo es un hombre serio, se hace cargo del almacén hace un año, porque el dueño ya está muy enfermo. Cuando era niña, Pablo me daba miedo, siempre vestía con ropa oscura, estaba muy serio y se lo veía muy poco.

Cuando crecí entendí que solo era un hombre dañado, pero que era una buena persona.

Lo saludo al entrar y él me dedica un suave asentimiento a modo de saludo, hace poco robaron la tienda, y me dijo que ya no podía dejarme llevar cosas fiadas porque necesita recuperar el dinero.

Lo entiendo, claro que sí.

Pero ahora debo hacer malabares para poder comer, los trabajos de medio tiempo no me permiten tener un salario suficiente. A este ritmo, deberé dejar la facultad.

Mamá no estaría feliz.

Pero tampoco querría que muera de hambre.

Le pago a Pablo las pocas cosas que tomé y empiezo a caminar hacia casa.

Hasta que de pronto el suelo tiembla.

¿Qué carajos?

Los árboles de la cuadra empiezan a crecer de una forma tan veloz que debí frotarme los ojos para comprobar que no fuera una alucinación.

No lo era.

Los árboles realmente crecían, las raíces quebraban el asfalto, la gente empieza a salir de sus casas para revisar que ocurría, todos estaban tan desconcertados como yo.

Cuando por fin se detienen, corro a casa y me encierro en ella.



#1836 en Fantasía
#5967 en Novela romántica

En el texto hay: romance fantasia magia

Editado: 23.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.