Inefable: el renacer

⁹/ Mensajes

Elizabeth

Salí al jardín para entrar a uno de los baldes con agua de lluvia que había recolectado, cuando junto a uno de los árboles ví un papel.

No tenía sobre, ni nombre, ni fecha. Solo una hoja escrita a mano con una letra prolija, que no reconocí.

¿Cómo habrá llegado? ¿Quién la escribió? Al principio pensé que se había volado desde alguna casa vecina, pero eso no tenía sentido, pues ya no quedan vecinos.

-¿Dios, eres tú...? -Pregunté temerosa hacia la nada, con la voz rasposa por casi no usarla.

El sr. Michu me miraba, sentado a mi lado, casi me hacía sentir tonta por no abrir el papel aún.

Así que lo hice, lo abrí con cuidado.

"Si estas palabras te llegan por algún motivo, y tú también te sientes solo y diferente.

No lo estás. Pero sí eres diferente a quien creías ser antes.

He descubierto que yo también soy distinto, y que la Tierra parece ser quien entiende mi sentir.

Hemos renacido con la Tierra.
Somos uno con ella."

Me quedé mirando el papel durante varios minutos. No entendía nada.

Miré a mi alrededor, esperando ver algún indicio de quién podría haber dejado la carta, un movimiento, una sombra o algo. Pero no había nadie. Solo el leve murmullo del viento entre los árboles.

Me guardé la carta en el bolsillo y volví a entrar. No la leí de nuevo ese día, pero tampoco pude dejar de pensar en ella.

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Al día siguiente, encontré otra.

Esta vez estaba en la ventana, como si el viento o alguien invisible la hubiera dejado ahí, la reconocí apenas la vi, era el mismo tipo de papel y la misma letra.

"Sigo experimentando comunicarme con la Tierra, logro que las plantas broten sin obligarlas a ello. Solo me quedo en silencio, con las manos en la tierra, esperando. Y es como si la vida respondiera a mi quietud.
No sé si esto tiene sentido para alguien más. Pero yo lo sentí, no soy el único, a alguien le llegan mis llamados."

Me senté en el borde de la cama con el corazón acelerado. ¿Estaba soñando? ¿Alguien me estaba espiando? No, eso era estúpido, no hay nadie cerca que pueda espiarme.

Otra idea cruzó mi mente ¿acaso... la tierra estaba actuando como mensajera?

Me sentí extrañamente acompañada.

Por la tarde fui al jardín y me arrodillé frente a una planta moribunda. Puse las manos sobre la tierra, tal como decía la carta. Cerré los ojos. Respiré.

Y no pasó nada.

Solo sentí el calor del sol que se filtraba entre las hojas de los árboles en mi espalda, y un leve cosquilleo en mis rodillas por el pasto al estar en cuclillas.

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Al tercer día me encontré esperando la carta con urgencia. Aunque nunca haya sido una chica muy sociable, hace meses que me encuentro en absoluta soledad, a excepcion del sr. Michu, claro, y debo admitir que es muy reconfortante saber que hay alguien más allá, aunque no sepa quién ni dónde.

La carta apareció cerca del atardecer, cerca de la puerta de casa, asomaba de la tierra, casi como si la hubiera succionado y escupido aquí en mi casa, era extraño, pero solo logra despertar mi curiosidad.
¿Podré enviar alguna carta? ¿Cómo sé a dónde y a quién hacerlo?

Intento no perderme en mis pensamientos y centrarme en la carta entre mis manos.

"Hoy me he sentido más solo que nunca, creo que solo tengo la fé ciega de que hay más elegidos en la misma situación de soledad y confusión que yo. No sé si realmente mis mensajes le llegan a alguien, tengo la esperanza de que sí. Mi nombre es Dagan, y creo que... si he entendido bien lo que dice el libro raro de profecías, soy uno de los elegidos"

Dagan...

Ahora tengo un género y nombre, algo en mí vibró de emoción, era una persona real de carne y hueso, como yo, con sentimientos y sintiéndose tan solo como yo lo hago.

Me senté en el pasto con las piernas cruzadas, volví a leer la carta, podría intentar responderle, ¿le llegaría a él mi carta también?

Corrí al interior de mi casa y agarré un trozo de papel.

"Hola, Dagan, soy Elizabeth, he estado recibiendo tus cartas estos días, es muy loco que la tierra sea la mensajera, ¿no crees?, aún no logro hacer crecer las plantas como tú mencionaste poder, lo he intentado, pero sin éxito. ¿cómo lo haces? Espero que esta respuesta te llegue bien y podamos seguir hablando, es agradable no estar sola."

Dejé el papel en la tierra y lo cubrí ligeramente.

-Llévalo a Dagan, por favor...-susurré, y tal como si fuera mágia, la tierra succionó la carta hasta hacerla desaparecer frente a mí. Ese día dormí en calma, saber que no estoy sola es reconfortante, espero le llegue mi respuesta.

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Al día siguiente no llegó ninguna carta, ni hubo respuestas a la mía. La primera vez que revisé fué a la mañana, pasé gran parte del día yendo y viniendo por el jardín, buscando en cada rincón algún indicio, pero sin éxito.
A cada rato salía, así no tuviera ningún motivo, solo para ver si algo llegaba entre las ramas, entre el césped, dentro de las macetas.

Pero no, no había nada. Sólo el sonido de mis pensamientos y el de las hojas moviéndose con el viento. La ausencia de otro individuo, aunque sea solo por mensajes escritos. El sr. Michu me acompañó en mi espera, acostándose en mi falda y ronroneando calmadamente.

Me sentí ridícula por esperar escritos de un desconocido, quizá sea porque hace meses no tengo contacto con personas. Tal vez mi carta nunca llegó, y ese tal Dagan creyó que sus cartas no le llegaban a nadie y se rindió. O quizá leyó mi carta y no le agradé.

Por otro lado, el lado de mí que se aferra a la ilusión de hablar con alguien, de no estar sola y de ser entendida, se aferró a la idea de que quizá simplemente no era el día, que así como las plantas no brotan cada día, sino que lo hacen cuando es momento, las respuestas serían de la misma forma.



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En el texto hay: romance fantasia magia

Editado: 23.07.2025

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