Fernanda Benavides Sevilla
21 de Abril, California
Llego el momento en que la vida no se vale en ser quien compite por algo valioso, en quien cuidas por alguien para no herir un corazón o sufrir por tus errores por echarlos a perder. En la actualidad, la vida es mucho más tranquilo e impresionante, lleno de sueños y esfuerzo por ti mismo, pero en todo lugar hay una falla...
La tecnología ha llegado a un punto en que los humanos ya no sabemos que hacer en las calles, sino en las redes sociales pero, ¿Cómo sería si ya en un minuto se acaban las redes? ¿Volverían a ser iguales?, No lo creo.
Trabajo periodístico: Fernanda Benavides Sevilla
—¡Hija, ya me voy! —grita desde el primer piso, mientras sus pasos resuenan hacia la entrada y se va sin decir nada más, sin dejar que hable.
Dejo a un lado los audífonos, al costado de la laptop y me levanto, haciendo caminata hacia el primer piso, veo que cerro hasta dejarme atrapada y vuelvo de nuevo a mi habitación
uno, dos, tres...
Presiono Play a la música y comienzo a bailar, desde muy pequeña mi madre me ha dejado en talleres de baile para dejar de ser una chica muy conservadora, ha hecho hasta el mismísimo clases de canto y nada, yo prefiero estar en casa leyendo y escuchando música.
Amigos no tengo gracias a mi forma de ser "rara" ante los demás, siempre me han visto extraños por la forma en que voy vestida o como prefiero juntarme con mujeres y con los hombres, me miran como si fuera lesbiana y estuviera enamorada de Catalina, una chica demasiado guapa comparado conmigo pero nada más. A mi me han gustado los hombres desde que tengo memoria, como aquella vez que Jason Delgado me regalo una flor con su hoja en sexto de primaria.
¿Lo que pasó después? Nada, me dejo de gustar porque el comenzó a salir con una chica guapa de busto enormes y yo simplemente escuche que solo lo hizo por un reto
Hombres...
La canción cambia a una más rápida y me detengo por lo cansada que estoy, bajo las escaleras de casa y me detengo en la nevera que mamá dejo una nota:
"Hija, si no vuelvo a las seis llamas a un delivery, de seguro que me den trabajo"
Arrugo el papel y lo boto en el tacho de la cocina, levanto la jarra y me tomo un sorbo lentamente. Si papá no hubiera muerto, estaría justo ahora preparándome unos platillos exquisitos de los que él sabe hacer... pero no está, se fue a un mejor lugar donde lo reciben mejor que está tierra. Papá Raúl era un super papá que hacía que su hija sonriera y hablara demasiado con sus vecinos, ese accidente que provoco su trabajo hizo que no me diera un adiós como sabía hacer todas las noches cuando tenía pesadillas o tenía miedo.
Ese año estuve sola, tenía a mi madre pero la sentía muy lejos de mi. La odie sin saber por qué, me odie, solo tenía confusiones que no tenía ninguna adolescente de su edad, lo necesitaba pero se había ido de esa puerta de entrada para nunca volver más. Y eso me lastimaba, tanto que caí en depresión y quede solitaria en casa sin salir y no hacer nuevos amigos en la secundaria.
Esa era mi vida y no tenía nada planeado para un futuro, solo leer y leer hasta morirme en mi cama, bailar y escuchar música hasta que vuelva a ver a mi padre allá. Pero en sueños él se acercaba y me decía que no lo hiciera, que tenía una vida por hacer y solo tenía esa esperanza.
El timbre suena y sobresalto de la impresión, haciendo caer el vidrio al suelo. Molesta y dando zancadas abro la puerta de golpe, quedándome pálida por aquella persona que se encontraba.
Tal vez me olvidé de decirles de único amigo que tengo desde primaria, que estuvo conmigo hasta cuando papá murió, Alex, mi mejor amigo de cabello lacio pero negro azabache, alto pero delgado y con una impresión que algunas chicas se lanzarían por él —digo algunas porque en mi caso, no fue lo que resulto ser —pero daba igual la impresión sonriente que tenía en frente, sabía que era ayuda extrema desde que mi madre quedo sola conmigo.
—Fer, hola ¿salimos ahora si?
—No salgo de casa a menos que sea la escuela —menciono
—¡Joder! Ya iras con tu pesadez pero bueno... ¿Tú madre está dentro?
—No, tiene turno de tarde
Nos quedamos en silencio, yo miraba a la gente mirándome raro como si fuera Basura y no me importaba, no sabía de lo que me pasaban y no le diría jamás. Alex se movía con las manos en los bolsillos de la casaca y hacía gestos que no entendía hasta que hablo.
—¿Me dejarás pasar?
—Oh si... lo siento
—No pasa nada, el frio es lo mío —ironizó con una sonrisa en la cara
Subimos las dos escaleras hasta llegar a mi cuarto, que más bien era un sótano bien chico, me senté en mi cama y él se quedo en la silla del escritorio. Miro mi laptop y comenzó a leerla, los profesores siempre me decían que yo tenía buena información para ser periodista y que pintaba bien mi fachada con la chicas de la televisión.
Si siempre con el machismo y las fichadas de vender a las mujeres bonitas en la televisión
—¡Madre mía! ¡Es buenísimo! Y tienes mi aprobación, estos tiempos ya no sé puede con la tecnología, ¿te imaginas que el presidente digiera que ya no tendremos internet por problemas técnicos y la reparación sea por un mes? Diosss yo moriría
—Yo no
—Claro, claro tú no porque tienes una estanterías de libros muy bonitos de distintos géneros
—Quieres llevarte una cuando se acabe el internet? —bromeé
—No gracias, no soy bueno en la literatura y en los libros
—Eso porque no le das tiempo para leer al menos uno completo
—Mi padre me regalo uno de economía y lo tengo tirado en mi cuarto, solo recuerdo que me quedé en la página 24 de 198 —sonríe a si misma y yo lo imito
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Editado: 03.09.2021