»Es un buen día para vivir« Me pregunto, cada día, cada mañana que me levanto de cama para salir de casa tratando de que ser una mejor persona. Una vez me dijiste que las huellas que dejamos en la vida algún día se desvanecerán y nadie podrá recordarnos, ¿Será verdad para todos nosotros?
Mi hermana mayor, habría muerto días antes de que se graduara de Juilliard, la universidad de danza más prestigiosa de Nueva York, no pude remediar nada de ello. Su nombre era Alexx. La recuerdo amarilla, demacrada, con una sonrisa muy simpática, alegre, cansada y desgastada por el ballet. Tenia problemas, nadie nunca supo, y murió poco tiempo después. Decidió suicidarse, no contarle a nadie sus problemas. Tenía todo, un gran empleo, una madre que la apoyaba, un padre que la protegía, una hermana que la amaba, incluso así, nos dejó, y decidió hacerlo. Paige Lombi, veintidós años, he estado en rehabilitación más veces de las que debería estar permitido. He intentado suicidarme en dos ocasiones, obviamente sin éxito. Mi hermana lo hizo bien a la primera. Tuve que empezar de cero. Aún no estoy bien.
—¿Qué tal estás durmiendo?—pregunta.
Las pesadillas empezaron una semana
después del accidente. Me pregunta por
ellas cada vez que tengo consulta, cometí el error de mencionárlas a mis padres.
—Supongo que bien, he tenido solamente tres en esta semana—, me limito a responder,—¿En verdad tengo que ir con mis padres? Porque en absoluto quiero.
—Estarás bien Paige, solo son unas vacaciones con tus padres, si necesitas algo, no dudes en llamarme, sigue tu tratamiento por favor, tienes que volver a vivir—, dice Andrea, mi psicóloga mientras terminamos la última sesión del mes.
—Aun no estoy preparada para estar tanto tiempo con ellos pero gracias Andrea, espero verte el próximo mes—, le estrecho la mano y salgo por la puerta.
Es difícil ver cómo tus padres no saben que hacer contigo. Franco, recorre las calles hechas un lío por el tráfico a los alrededores de Manhattan, justo ahora me lleva hacia el aeropuerto para encontrarme con ellos. Es difícil no saber qué hacer con tu vida, que hacer en tu ciudad, desde que ella se fue el apellido de mi padre quedó tachado, cómo era posible que el abogado más prestigioso de Manhattan tuviera una hija que se había suicidado y otra que amenazaba con hacerlo. La reconocida familia Lombi fue primera plana de una revista durante dos meses, eso no ayudó mucho a la reputación de mi padre, ni a la mía intentando conseguir pasantías en galerías de arte. No puedo imaginarme siquiera a mis padres afrontando la muerte de la única hija que les queda con vida.
Llegamos al aeropuerto a pesar de todo el tráfico que la ciudad nos ha dado, solo han pasado dos días que no veo a mis padres, y es suficiente.
—Hola cariño—. dice mi madre y mi padre abrazándome a la vez, mientras el guardaespaldas sube las maletas en el avión de la compañía de mis padres.
Ese es Vladimir, ha estado toda la vida con nosotros, nos protegía a Alexx y a mi, algo no salió bien.
—Hola mamá. —intento forzar una sonrisa.
—¿Cómo estás? —pregunta
—Mejor.
Vivir en la residencia de la facultad no ha sido facil, pero ayuda a distraerme y mantener distancia de mis padres, es mucho mejor que vivir bajo su mismo techo. Aunque la residencia está a solo unos minutos de su casa.
—Estamos muy contentos de que vengas con nosotros, serán una vacaciones brillantes, la pasarás increíble, la familia Wells vendrá con nosotros—. Me soltó mi madre al tiempo que coloca su mano sobre mi mejilla.
Nunca lo mencionó.
—Claro—conteste—, Son tus amigos.
—Pensé que no querías estar con nadie más que con nosotros, me da gusto que hayas vuelto a la vida alegre hija—me espetó, conteniendo las lágrimas—,después de todo lo que ha pasado, de todos estos meses, es bueno volver a salir.
Me calmé al recordar lo largo que ha sido todo este tiempo, intenté distraerme concentrándome en mis estudios y ha funcionado, mis padres me visitan cada dos días para salir a cenar y esas cosas, ellos viven a unos veinte minutos de la SVA (Escuela de Artes Visuales de Nueva York) que es a dónde estudio, pronto en unos meses me graduaré, podré irme de la ciudad, conseguiré un buen empleo, más que el de ahora.
Realizo pasantías en una galería de arte en el centro de Manhattan. Todos han sido muy atentos después de lo que pasó con mi hermana y después de lo que la prensa habló. Ahora Franco es el encargado de estar conmigo día y noche, aunque me encuentre viviendo en la residencia de la facultad.
—Está bien, mamá.
Sabía que todo esto sería duro, como dijo la psicóloga, pero nada menos a esto. Ahora me mantengo junto a la ventanilla del avión, mientras despega, será un largo viaje pero no he salido de Manhattan desde lo ocurrido, es tiempo de volver.
En cinco horas aproximadamente estamos aterrizando ya, sobre el aeropuerto internacional de Los Ángeles. He tomado un descanso mientras volamos. La señora Wells nos espera ya en la camioneta. Se limita a mirarme mientras bajo las escaleras para llegar hacia donde se encuentra.
—Hola, querida. Me alegra que estés aquí nuevamente, hace meses no te vemos—. Exclama Audrey Wells mientras me inspecciona y da un beso en la mejilla.
—Hola Audrey, gracias.
En realidad me da gusto verla, siempre mantuve una buena relación con Flori, su hija, me detesto cada día por haberme alejado de ella.
—¿Y Flori? —pregunto.
—Está ya en la mansión esperándonos junto con Steve, James y Héctor—, suelta.
—¿James? ¿Héctor? —me atrevo a preguntarle.
—Si James, mi hijo el abogado de Ohio, Héctor, su novio de Flori
No recordaba ni siquiera que Audrey tenía otro hijo, compartí muchos momentos con él cuando éramos más pequeños, incluso tuvimos un romance cuando íbamos a la preparatoria, eso tiene años. Cuando el se fue a Ohio a estudiar la universidad, no supe nada más de él, así que decidí olvidarme por completo.