Inevitable

Capítulo 6

Elena aún se sentía perturbada por lo que vio esa mañana en la habitación de su hermana. Apenas sucedió aquello se encerró en su cuarto, y por temor a tener que hablar con ella pidió la ayuden a vestirse y decidió ir a pasear al pueblo. Había ido solo para avisarle que madre dejó el encargo que vaya a dejar un pedido donde la señora Pearl, pero pensó hacerlo ella misma, ese día no sentía deseos de ver a su hermana. 

La escena fue impactante para ella, jamás había visto algo así y jamás imaginó que le tocaría verlo bajo su propio techo. ¿Desde cuándo pasaba todo aquello? ¿Desde antes que Damon fuera a la guerra tal vez? Era muy probable, esos dos siempre habían sido muy próximos, muy amigos. Ahora sabía que eran amantes. Ella iba a casarse con Elijah pero lo traicionaba descaradamente. Tampoco podía abrir la boca, su madre y hermanas la matarían. No tenía la más mínima idea de qué hacer con esa información.

Estar un momento en el pueblo iba a distraerla, esperaba que si. Llevaba puesto un vestido oscuro, no negro del todo pues no le correspondía ya que no era la viuda de nadie. Pero aún así no se sentía de ánimos para mostrarse alegre, lo de Kol era aún muy reciente. En el pueblo la saludaban y le daban el pésame como si de verdad hubiera enviudado, quizá para esa gente ella siempre sería la viuda de Kol. Llegó al fin donde la señora Pearl, su hija Annabeth estaba ahí ayudándola con la mercancía.

—¡Elena! Qué sorpresa verte, ¿cómo estás, querida?

—Bien, señora Pearl. Necesitaba salir de casa y distraerme un poco.

—Entiendo, debe ser muy difícil esta situación. Tu prometido muerto y por si eso fuera poco viene una esposa, vaya situación.

—Si... muy difícil. —No quería agregar más, definitivamente para todos ella siempre sería la viuda.

—No tienes buena cara, ¿te sientes bien? —le preguntó Annabelle

—No es nada, Anna. Solo algo de cansancio, me pondré mejor pronto.

—Te daré unas yerbas para eso, verás como pasa. Esa infusión da mucha energía, justo lo que necesitas. Eres joven, Elena, podrás superarlo. Por cierto, ¿cómo está Isobel? Me gustaría verla.

—Puede pasar cuando desee por casa. Y hablando de ella, me dejó una lista.

—Déjame ver. —Pearl revisó rápidamente la nota con el pedido y luego se la dio a Anna—. No tardo, si deseas puedes tomar asiento.

—Gracias. —Apenas terminó de decir eso la puerta se abrió. Elena contuvo la respiración cuando vio pasar a Stefan Salvatore y Jeremy Gilbert, iban conversando y riendo como si nada. Al verla ambos se quedaron en silencio.

—Elena —dijo Jeremy quitándose el sombrero y portándose muy respetuoso—. Es bueno verte, lamento mucho tu perdida.

—Ambos lo lamentamos mucho —agregó Stefan. Ella lo quedó mirando y luchó para que no se note lo nerviosa que la ponía su presencia. O como sus mejillas se ruborizaban.

—Yo... gracias, gracias a los dos. —No sabía que más decir en esos casos. No le gustaba que la sigan tratando como la viuda, pero era una cuestión muy larga de explicar.

—Buen día, jóvenes —saludó Pearl y de inmediato los chicos parecieron sentirse culpables por haberse olvidado por completo de su presencia.

—Buen día, señora Pearl —le dijo Stefan—. Vengo a acompañando a Jeremy, él tiene un asunto que tratar con usted.

—No exactamente yo —dijo Jeremy—,  es más bien sobre mi tío Jonathan. Me pidió que le entregara esto. —De su bolsillo sacó un sobre. Elena vio como Pearl se sonrojaba, era bien sabido por el pueblo entero que Jonathan Gilbert la pretendía y ella no le era indiferente.

—Muchas gracias, envía saludos a tu tío.

—Claro que si. Más bien me preguntaba si me daría usted el permiso de llevar a Annabelle a dar una vuelta por el pueblo. Hoy después de muchos días hace un bonito clima y no sería justo que ella se lo pierda.

—¿Qué dices, Anna? —le preguntó a su hija. Esta había enrojecido por completo.

—¿So... sola...? —preguntó nerviosa.

—Claro que no —intervino Stefan—. Yo puedo acompañarlos. Y si no es mucha molestia —miró a Elena—, usted también puede acompañarnos, Elena.

—Será un gusto —dijo de inmediato y sonrió. Por nada del mundo se perdería pasar un rato al lado de Stefan.

—Entonces no veo problema. Ve, querida —le dijo Pearl a su hija—. Regresa más tarde, Elena. Para entonces tendré tu pedido listo.

Los cuatro salieron a dar un paseo por el pueblo. Era justo lo que Elena necesitaba, sentirse en las nubes después de tantos días de tormento.

 

****************

 

Mansión Mikaelson

—Aquí tienes —le dijo Klaus mientras ponía en sus manos el libro prometido, "El Conde de Montecristo". Caroline lo miró un momento, pesaba un poco y los acabados era finísimos, un ejemplar único sin dudas—. Es uno de mis más grandes tesoros, cuídalo mucho.

—Claro, de eso ni te preocupes —le dijo mientras lo dejaba un momento a un lado y le alcanzaba "Orgullo y Prejuicio"—. Cuídalo también, no es mío, así que Rebekah se dará cuenta si ve aunque sea una hoja arrugada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.