Inevitable

Capítulo 12

No era ningún idiota, sabía perfectamente a qué estaba jugando Katherine, aunque al principio no quiso creerlo. "No es nada, es tu impresión. Ella no sería capaz de hacer algo así", se decía. Pero vaya que era capaz, más que eso, sí que era una descarada. 

En un principio le dio rabia, ¿quién se había creído que era él? ¿Un imbécil que se iba a acostar con ella así no más? Esas Petrova eran tan predecibles que seguro si llegaban a estar juntos saldría mágicamente embarazada. Solo podía ser eso, ella quería atraparlo. O quizá no, quizá era como pensó en un inicio, su impresión.

"Así que quieres jugar, veremos quién gana", se dijo con cierta molestia. Katherine estaba empeñada en seducirlo, y él dejó que creyera que así era. Al fin después de tanto tiempo adormecido, esa parte perversa de él empezó a despertar. Klaus sabía que no era el caballero perfecto, que así como tenía algunas virtudes tenía también muchos defectos que reconocía hasta orgulloso. 

Él era el seductor, no al revés. Oh no, esa Petrova no lo conocía bien, no sabía con quien se estaba metiendo. Era cierto que no estaba pasando por el mejor momento, que lo de Kol lo había derribado por completo. Si, estaba decaído y se sentía hasta débil, pero seguía siendo el mismo.

Dejó que Katherine creyera estaba cayendo en su trampa, quería ver hasta donde quería llegar esa mujer. Si quizá planeaba solo acostarse con él para salir embarazada de la nada tal como hizo Tatia, o si tenía algo más elaborado. Y vaya, tenía algo más elaborado. La desgraciada le prestaba atención, se comportaba como su amiga, le hacía creer que lo apreciaba mucho, que lo quería. Pero qué simpática y graciosa era esa mujer. Klaus sonreía internamente. Para diablo, diablo y medio. 

Y ya que en esas estaba, ya que la mujer quería seducirlo, no vio razón para no divertirse él también. Quizá estaba actuando solo por la molestia de saber que pretendían cazarlo, quizá quería darle de su propia medicina. Siempre pensó que Katherine Petrova era una buena persona después de todo, un poco vivaz y seductora, pero no una arribista.

Luego se convenció que sí, actuaba por pura rabia. Bien pudo simplemente mandarla al demonio, pero decidió seguirle la cuerda. Esa mañana ella aprovechó para estar a solas una vez más. Klaus estaba en el despacho revisando la correspondencia y otros temas de negocios,  tenía demasiado que hacer. Manejar los negocios desde Mystic Falls se le estaba haciendo un poco complicado. 

Por supuesto que la prioridad era la calma de todos, especialmente de Caroline. El ambiente de ese pueblo era mucho más tranquilo para su cuñada, se tenían que quedar hasta que naciera su sobrino, luego regresarían a New Orleans. Estaba terminando de firmar un documento cuando Katherine entró. Levantó apenas la mirada, moría de curiosidad por saber cuál sería su siguiente movimiento.

—Klaus, buen día. Quería hacerte una pregunta —dijo mientras avanzaba hacia él. Derrochando sensualidad como siempre, con un escote provocativo, más de lo normal. Él sonrió de lado, esa mujer sí que sabía provocarlo.

—Buen día. Si, Katherine, ¿qué es lo que quieres saber?

—Rebekah está un poco indispuesta hoy, y tu cuñada no ha salido de su habitación. La cocinera preguntó qué desean almorzar hoy.

—Ajá. —Ni siquiera lo había pensado. Eran pocas veces las que preguntaban su opinión, y con los pocos ánimos que sentía ya ni le prestaba atención a la variedad de las comidas. Siendo sincero, solo comía porque su estómago lo pedía, y claro, porque le gustaba compartir la mesa con Caroline durante todas las comidas.

—¿Y bien? —Ella ya estaba muy cerca. Se había parado a su lado en el escritorio. Lo miraba fijamente, hasta sonreía coqueta. Klaus se puso de pie, fue en ese momento que quedaron frente a frente con sus rostros bastante cerca.

—No lo sé, Kath, la verdad puede ser cualquier cosa. Ya hasta conoces nuestros gustos.

—Eso es cierto, te conozco muy bien —dijo despacio y en un tono bastante sugerente. 

"No, Katherine, no me conoces bien. Si me conocieras no estarías intentando darme un golpe ni jugar conmigo". Pero él solo sonrió, acercó su rostro al suyo un poco más y posó una mano en su cintura. Se preguntó si sería ella quien dé el paso. Y casi fue así. Katherine miró sus labios, sabía que la idea era que fuera él quien la besara, por poco lo hace.

Por poco, porque en ese momento las puertas se abrieron rápidamente. Una ansiosa Caroline hablando sobre algo que había leído irrumpió en el despacho. Aquello lo dejó bastante paralizado. "¿Cómo se me ha ocurrido hacer algo así con ella en casa?", se dijo sintiendo de pronto una enorme culpa. Ni siquiera pensó en que la puerta podía estar sin seguro, o que ella llegaría así de pronto. 

Ella no tenía por qué haber visto algo como eso, jamás lo hubiera querido. Era consciente que para Caroline él era algo así como su héroe, un caballero intachable, su protector. Que de pronto lo vea en una situación donde más parecía un desgraciado sinvergüenza lo desesperó. Notó que miró fijamente a Katherine, la miró de una forma que le sorprendió. Había fiereza en esos ojos, más que eso, parecía estar dándole una advertencia con la mirada. Sin decir nada más, sin siquiera mirarlo, se dio la media vuelta y desapareció de inmediato. No corría, pero pudo escuchar sus pasos acelerados perdiéndose por la mansión.




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