Inevitable

Capítulo 19

No conseguía olvidar del todo lo terrible que fue aquel día para ella. Cuando despertó del desmayo se sintió aliviada de estar en cama y a salvo, pero luego le explicaron qué había pasado en realidad. Aunque le decían que tenía que mantenerse calmada para que no vuelva a suceder, la idea de casi haber perdido a su hijo la puso muy nerviosa y terminó llorando por más que intentara controlarse. 

Rebekah y Klaus estuvieron a su lado mientras el médico daba las indicaciones, ella contenía las lágrimas y sus nervios, aunque en realidad eso solo fue posible gracias a la presencia de Klaus. Él se había parado a su lado mientras el médico hablaba, le tendió su pañuelo y al momento de cogerlo también se quedó tomando su mano. La apretó fuerte, no quería soltarla. Su agarre la tranquilizaba de alguna forma, le daba fuerza. 

Esa noche casi no durmió pensando que podía suceder en cualquier momento. Rebekah se ofreció a quedarse a dormir cerca de ella para estar atenta en caso volviera a suceder.

Siguió estrictamente las órdenes del médico. Guardo cama y apenas se paraba para estirar las piernas y para usar los servicios, tomaba las infusiones para calmar el dolor y se alimentaba bien. Fue como volver a sus primeros días en la mansión, con los Mikaelson almorzando y cenando a su lado. Eso le alegraba, no quería perderse de la compañía de Klaus. El médico pasaba todos los días a revisar su estado y después de una semana de reposo dijo que ya estaba fuera de peligro y que podía volver a sus actividades poco a poco y con mucho cuidado. 

Así que apenas había empezado a caminar por la habitación y la segunda planta, no se había acercado a las escaleras para nada pues temía resbalarse. Un miedo infundado, después de volver a caminar ya sentía sus piernas fuertes, no tenía sentido eso de tener miedo a unas escaleras. 

Fue justo lo que estuvo pensando ese día cuando después de escuchar tanto barullo en el salón principal se decidió por bajar a ver qué estaba pasando. El miedo se esfumó luego de unos escalones, descendió despacio, se cruzó con unos hombres que la saludaron muy corteses pero siguieron con su camino. Una vez en el salón vio al fin la sorpresa.

—¡Caroline! —No esperó esa reacción de Klaus, parecía bastante asustado al verla ahí—. ¿Cómo es que bajaste sola? ¿Te sientes bien?

—Estoy perfecta, Klaus. No te preocupes. Y ahora explícame cómo llegó esto aquí —dijo con una sonrisa. Al asegurarse que estaba bien y no parecía estar a punto de desmayarse le volvió a él también la sonrisa al rostro.

—Es el piano de Rebekah, lo teníamos en la mansión de New Orleans y se me ocurrió mandar a traerlo considerando que vamos a pasar una larga temporada aquí. Me pareció que sería buena idea, a ella le gustaba tocar mucho.

—¿En serio? ¿Y toca bien?

—Para mí toca excelente, pero no deberías tomar en cuenta mi nada imparcial opinión. Es mi engreída. —Caroline rió y avanzó hacia el piano. Acarició los bordes despacio. Era un piano finísimo, negro, grande, se parecía mucho al suyo allá en Washington—. ¿Y tú?

—¿Cómo?

—Si tú sabes tocar piano.

—Ahh... bueno solía tocarlo hasta hace unos años. Mi hermana era mucho mejor que yo, así que decidí dejar de esforzarme para escucharla. La verdad no soy muy buena y no quiero arruinar esta belleza con mis notas desafinadas.

—Oh vamos, no es que sea tan malo. Puedes pedirle a Rebekah que te dé unas lecciones apenas tenga tiempo.

—¿Dónde es que está ahora?

—Se ha reunido con Elena, verán el tema del hospital.

—Cierto. —La tarde del día anterior estaban justamente hablando de eso, por poco se le olvida.

—¿Y crees que le guste la sorpresa?

—Creo que le encantará. —Klaus se había acercado, Caroline se sentó en el asiento del pianista un momento y pasó despacio sus dedos por las teclas.

—Será bueno escuchar música otra vez en casa. No sé si es una falta de respeto a Kol y eso, pero....

—No creo que lo sea —le interrumpió—. Klaus, sé que las reglas del luto son muy estrictas. Es un año, un año exacto en el que debemos vestir de negro y acabar con todo lo que nos dé felicidad alrededor, eso por respeto. ¿Quieres saber lo que creo? Es una tontería, Kol no querría ver que nos entristecemos un año por él. Sé que donde quiera que esté él nos mira y quiere que seamos felices, que lo recordemos con cariño y sonrisas.

—Eso es justo lo que iba a decir —agregó con una media sonrisa—. Y es así como quiero recordarlo. Kol era un hombre alegre, sería faltarle al respeto que esta casa se llene de tristeza.

—¡No lo creo! —Ambos se giraron a la vez Rebekah acababa de llegar a la mansión. Miraba el piano con una enorme sonrisa, Caroline no recordaba haberla visto tan feliz antes. Caminó rápido hasta su piano y tal como había hecho ella, la Mikaelson también acarició los bordes. Sus ojos brillaban felices, su expresión era hermosa—. ¡Klaus! ¡Lo trajiste! ¡Lo trajiste para mí!

—Por supuesto, cariño, tenía que hacerlo —abrazó a su hermano fuerte, Klaus también correspondió el abrazo y se quedaron así varios segundos. "¡Qué lindos!", se dijo Caroline conmovida, era la primera vez que los veía así y le pareció enternecedor.




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