Inevitable

Capítulo 20

Londres

De a ratos Aurora deseaba que Joshua no fuera quien era. Porque Joshua y su "amigo" Aiden eran dentro de todo bastante agradables. Una vez entró en confianza con ellos, especialmente con su prometido, se sintió un poco mejor. 

Aurora sabía que cuando se casaran ella solo sería una fachada y que quizá en algún momento del matrimonio tenga que darle hijos, pero eso sería para aparentar. Joshua también lo sabía, pero insistía en que era mejor que sean amigos y se lleven bien. Si iban a pasar el resto de su vida juntos, aunque sea una mentira, lo mejor era que tengan una bonita amistad. 

Lo bueno de eso era que su hermano no tenía razón para celarla conociendo las orientaciones del hombre, podía conversar tranquilamente con él, ser amigos, reír, distraerse. "Ojalá...", pensaba a veces con mucha tristeza. Ojalá que Joshua no sea tan desviado como creía su hermano, que al conocerla se enamore de ella, que quizá puedan ser una pareja normal...

Basta. Estaba siendo una ilusa al siquiera pensar en eso, no debería andar haciendo fantasías de cosas que jamás iban a pasar. La realidad era bastante simple y dura. Se iba a casar con un hombre que no la tocaría nunca. El que sí la iba a tocar era Tristán, ya había tocado de más desde que se fue Caroline y cuando al fin ella esté casada iba a hacerle lo que siempre había querido. 

Tristán siempre dijo que las amaba mucho, que solo las quería para él, que eran suyas. Así sería, cuando se casara al fin sería suya. La noche de bodas con su hermano. Y quien sabe, los hijos fachada de Joshua también hijos de su hermano. Esa perspectiva le daba nauseas. No quería ese futuro para ella, quería huir. 

Por supuesto que eso de huir también era un sueño, Tristán la tenía bien vigilada y así sería hasta la boda. Tampoco conocía Londres, no tenía idea de cómo irse y hacia donde escapar. Solo le quedaba resignarse. Quizá Joshua sería un buen esposo y amigo, quizá debería ella también amar a su hermano como él lo hacía. Quizá así no sería tan horrible saber lo que iba a pasarle, quizá....

Tocó las últimas notas de una bella melodía de Chopin y su público aplaudió. Aurora sonrió y se puso de pie, su prometido le dio la mano y avanzó junto con ella al centro del salón. La había presentado hace varias semanas en sociedad como su novia, y aunque al principio los rumores de que aquello podía ser una farsa no pararon, poco a poco se fueron disipando al verlos siempre juntos. En una de esas fiestas Joshua había comentado que su prometida era excelente tocando el piano, y a Aurora no le había quedado de otra que complacer a los invitados. 

Lo había hecho ya en varias fiestas, y de pronto Aurora De Martel era la sensación de las reuniones londinenses. Siempre la invitaban ya sea para el almuerzo, hora del té, cenas, bailes, galas, etc. Y siempre le pedían que toque el piano, siempre aplaudían admirados y siempre le pedían más. Esos pequeños detalles aumentaban su ego, la mantenían ocupada y alejada de Tristán, ya que era su prometido quien siempre la acompañaba. Su hermano también iba, pero tenía que dejar que Joshua cumpliera con su papel de novio enamorado y encantado con su bella y talentosa prometida.

—Gracias —dijo Aurora con una sonrisa para el público—, es siempre un placer tocar para un público tan maravilloso como ustedes. —Nuevos aplausos. Se sentía toda una artista, miraba de reojo que Tristán apenas si aplaudía. Sabía que le molestaba que su hermana esté en el ojo de la gente, que hablen de ella, que la miren mucho. 

Habían muchos caballeros que la habían invitado a bailar y procuraban su cercanía, pero como parte del trato con Tristán, Joshua se dedicaba a espantarlos y alejarlos discretamente. Después de todo y la ilusión de libertad que tenía seguía siendo propiedad de Tristán. Él siempre sería su dueño. "Quizá deberías resignarte de una vez. Quizá deberías empezar a amarlo como él lo hace". Ese pensamiento había llegado varias veces durante esos días y cada vez con más fuerza. Al inicio conseguía espantarlos inmediatamente, pero ahora ya no le parecían tan descabellados.

Como era claro que ya había tocado bastantes piezas esa noche y no iba a volver a acercarse al piano, los invitados volvieron a sus posiciones. La fiesta de cumpleaños de lady Roose estaba siendo todo un éxito, los músicos volvían a sus posiciones, el salón era amplio y los camareros volvieron a pasear llevando deliciosos bocadillos y bebida. 

Aurora volvió del brazo junto con Joshua hacia donde estaban su hermano y otros caballeros conversando de negocios, era de lo único que sabían hablar los hombres. Excepto Joshua y Aiden, ellos eran siempre muy divertidos y hablaban de todo sin temo. Eran ricos y finos, eran pocos los hombres de Londres que después de ver a su bella prometida se atrevían a hablar a espaldas de Joshua. 

Iban caminando hacia Tristán cuando de pronto Aiden les salió al encuentro, iba acompañada de una mujer que Aurora reconoció de inmediato. Era aquella que la tarde en que volvieron a encontrarse con su prometido en Londres, estaba sentada en un rincón discreto del café al lado de un apuesto caballero.

—¡Ya era hora que la liberen! —bromeó Aiden. La joven a su lado también sonreía, parecía que ambos la habían estado pasando de maravilla mientras ella estuvo tocando—. Eres toda una artista, Aurora, estás perdiendo dinero. Deberías estar presentándote en conciertos y no tocando gratis por ahí.

—Quizá cuando sea una mujer casada mi marido me permita dedicarme a ese tipo de actividades —contestó ella muy educada mientras miraba a la joven.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.