Inevitable

Capítulo 23

Aún no conseguía entender cómo es que había sucedido aquello. ¿Estaba mal? Por supuesto. Kol no tenía ni un año de muerto y ella besó a su hermano. Ni siquiera podría precisar si fue él quien empezó o ella, de lo que si estaba segura es que ella lo deseó tanto como él, que correspondió con intensidad. ¿Lo peor? Que a pesar de sentirse una traidora y la peor mujer del mundo tenía claro que deseó mucho ese beso, que le gustó incluso. 

Una parte de ella no se arrepentía a pesar de ser consciente que fue un error. Sabía que ambos estaban arrepentidos, se dejaron llevar por un fuerte impulso que los llevó a aquello. Desde aquel día ya no tenían la misma confianza de antes, no habían hablado de sus libros, ni siquiera podían estar a solas para las comidas. Tenían vergüenza hasta de mirarse a los ojos, y eso era horrible.

No quería distanciarse de él, Klaus era muy importante para ella. Era su cuñado, su amigo, su confidente. Le gustaba la relación que habían forjado, una llena de confianza y cariño, de respeto y amistad. ¿Pero es que acaso seguían siendo amigos? Los amigos no se besan de esa manera, definitivamente lo que sea que estaba pasando entre ellos ya no era lo mismo. 

Caroline se sentía muy confundida, no quería perder la relación que tenía con Klaus, pero tampoco sabía siquiera como empezar a arreglar las cosas con él después de aquel beso. Extrañaba mucho su compañía, esa era la verdad.

Y en medio de esa confusión fue que llegó Elijah. Era cierto todo lo que le dijo cuándo lo conoció, le apenaba mucho que los hermanos no hayan podido reconciliarse, Kol siempre lo quiso y estuvo buscando la ocasión para que suceda. Solo imaginarse en los zapatos de Elijah ya era bastante triste. El pobre debía pasar días torturándose por eso, no haber arreglado sus asuntos con Kol antes que muriera. Ahora él ya no estaba más y nada podría reparar el error que fue aquella pelea. 

Ese tipo de cosas le hacía reflexionar mucho. Siempre dejamos las cosas "para después", "cuando haya tiempo", "apenas pueda", y una interminable lista de excusas. Quizá así pensaron Elijah y Kol, que ya habría tiempo para un acercamiento. Lo fueron aplazando hasta que la muerte sorprendió a su amado. 

Caroline imaginaba a las miles de personas en el mundo que como los hermanos Mikaelson esperaron el momento adecuado para acercarse, sin saber que la muerte estaba cerca. A aquellas personas que dijeron "Bueno, ya iré a visitar a mamá la próxima semana", y la próxima semana ella ya no estuvo.

Porque la vida es aquí y ahora, de nada sirve aplazar las cosas por miedo o por pensar que habrá un futuro donde todo estará bien. Nadie controla el futuro, nadie tiene la vida comprada. Un día estás aquí, al otro mueres asesinado por traidores. Un día tienes una bonita familia, al otro lo has perdido todo. La vida puede ser muy cruel a veces cuando te quiere dar lecciones, es como si no le importara tu sufrimiento. 

Aunque quizá del sufrimiento se aprende, quizá la vida sea fría y no tenga sentimientos, pero solo quiere enseñarte. Y ella había aprendido desde que salió de Washington, hasta la muerte de Kol le había enseñado mucho. Ese día tenía a Klaus en casa, al otro quién sabe. No podía permitir que pasara más tiempo sin que ellos dos se arreglaran. Ya no estaba para eso, tenía que dejar todos los miedos y la vergüenza de lado. Si en verdad quería a Klaus de vuelta en su vida como antes iba a olvidarse de todo aquello.

La noche después de la cena hubiera querido hacerlo, pero la presencia de las Petrova en serio le hacía daño. Fue apenas un instante, pero ver a esas mujeres ahí y sentir sus miradas llenas de desprecio siempre le afectaba por más que intentara que no fuera así. 

Y lo peor era que querían poner a Elijah en su contra, se había dado cuenta. El hermano mayor de Kol se había mostrado bastante retraído con ella, aunque entendía esa incomodidad. Llegaba a casa y de pronto encontraba una desconocida, era hasta lógico que desconfiara. 

Solo pensar en eso le dio dolor de cabeza y no quiso ni salir de la cama esa mañana, casi no pudo dormir toda la noche pensando en qué podían estar tramando esas mujeres. No quiso ni levantarse de la cama para el desayuno, las Petrova siempre la ponían mal y hasta tenía nauseas. Solo quiso que le llevaran en desayuno a la habitación. Para cuando se sintió mejor se apresuró en ir a la planta baja. No podía aplazar más su conversación con Klaus.

—Buen día, Henry —le dijo al mayordomo cuando lo encontró al bajar las escaleras.

—Buen día, señora, ¿se le ofrece algo?

—Solo quisiera saber si los tres hermanos están en casa.

—La señorita Rebekah y el señor Elijah han salido hace una media hora. Fueron al cementerio.

—Oh... entiendo. ¿Y Klaus?

—Salió temprano, pero indicó que no tardaba en volver. Ya debe estar por llegar, ¿puedo ayudarla en algo?

—No, no se preocupe. —Algo desanimada fue para el salón principal, ojalá Klaus no hubiera salido, esa sería la oportunidad perfecta para hablar.

Al llegar miró directamente el espejo donde el día anterior ella y Rebekah descubrieron al fin que se le notaba el vientre. Caroline sonrió, se puso de lado y vio otra vez su bella silueta de mujer embarazada. El día anterior por poco rompe en lágrimas, había sido en verdad demasiada emoción. Y pensar que hace poco estuvo a punto de perder a su bebé, eso sí que hubiera sido devastador. 




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