Inevitable

Capítulo 25

Un domingo por la noche es raro que haya gente en el bar, y ese día no era la excepción. Eran pocos los presentes y casi no le prestaban atención al hombre del piano. Matt terminó de tocar las últimas notas y se quedó en silencio un instante. Un hombre mayor que estaba sentado en la barra le aplaudió brevemente y le sonrió. El joven correspondió la sonrisa, era su único oyente a esa hora y además era un cliente asiduo. 

El señor Thompson era viudo hace varios años, sus hijos no vivían en Mystic Falls y solo iban a visitarlo muy de vez en cuando, su actividad favorita era ir a ese bar a escuchar el piano y beber un poco. Y aunque generalmente no muchos le prestaban atención, Matt sabía que ese hombre siempre lo escuchaba y siempre quería canciones de sus épocas. Era como si solo tocara solo para él.

Cuando iba a tocar otra pieza el dueño del bar le hizo señas. Al parecer había terminado por esa noche. Había pocos clientes y como a él le pagaban por hora quizá no quería más gastos innecesarios. Matt se paró, se despidió del señor Thompson con un gesto, buscó su sombrero y salió sin llamar mucho la atención. La paga de la semana sería al día siguiente, cobraba todos los lunes por las noches, y la verdad ya lo estaba necesitando. 

Antes de salir miró el reloj del bar, eran apenas poco más de las nueve, muy temprano. Lo único bueno de todo eso era que podría ir a casa a descansar. Habían pasado varios días desde la reunión en la alcaldía para empezar a decidir todo sobre las fiestas por el aniversario, y él aún no se animaba a ir a la mansión Mikaelson a tocar el piano con Rebekah.

Era consciente de su situación, sabía que jamás podría ofrecerle nada a la chica y que ella merecía alguien mucho mejor. Además, ir a ese encuentro solo iba a alentar de alguna manera las esperanzas que no debía de tener jamás. Por más que quisiera verla y pasar mucho rato con ella no quería ilusionarse con un imposible. Matt suspiró, esto del amor era bastante complicado.

 Ya iba camino a casa cuando vio que un coche se detuvo cerca. El cochero no decía nada, se veía en realidad bastante aburrido y despreocupado. Aquello no hubiera llamado para nada su atención si es que el coche en cuestión no se hubiera detenido justo al frente de él. Cuando ya iba a apartarse de su camino se abrió la portezuela y un joven se asomó.

—Buenas noches —saludó muy amable—, acabo de llegar el pueblo, y me temo que estamos bastante desorientados. Hemos dado ya dos vueltas y no logramos llegar a nuestro destino.

—Buenas noches —saludó Matt también y se acercó un poco—, puedo ayudarlo, ¿a dónde desea ir?

—¿Conoce la mansión Mikaelson? —Matt asintió, y la curiosidad se encendió pronto, ¿quién era ese hombre? ¿Por qué iba hacia la mansión? ¿Quizá algún primo o familiar que no conocía?—. Perfecto, ¿sería tan amable de acompañarme y guiarnos? Es de noche y el cochero no conoce el camino.

—Claro. —El hombre se hizo a un lado para dejarlo pasar. Aquel tipo era un extraño, pero no logró desconfiar. A pesar de la oscuridad había logrado ver parte de su uniforme militar. Sin irse con más rodeos Matt subió al coche, el hombre cerró la portezuela y el cochero arreó al caballo. Eso al menos le daría al oportunidad de ver unos minutos a Rebekah.

—Disculpe, no me he presentado formalmente. Soy el teniente Lorenzo McMichaels, era amigo de Kol en el ejército.

—Oh... lo entiendo. Soy Matt Donovan, era amigo de su infancia.

—Recuerdo oírlo mencionar un par de veces. Es un gusto, señor Donovan. Puede decirme solo Enzo. —Estrecharon las manos.

—Y usted solo Matt. —Ese Enzo parecía ser agradable. Kol siempre supo escoger bien a sus amigos después de todo.

 

**************

 

Washington, tiempo atrás

¿Lo amas? Aurora miró a un lado. Parecía incómoda con esa pregunta. 

Hace unos días que sus prometidos habían llegado a la mansión De Martel. El mismo número de días en que ella le había contado a Kol toda la verdad, y aunque Aurora dijo que ella también quería contarle a Enzo lo que sucedía con Tristán desde el retorno de su hermano casi no podían salir, además Aurora asumía que ya para esas alturas Kol se lo había dicho y ambos amigos estaban enterados de todo.

Yo nunca hablé de amor, Caroline. Siempre dije que Enzo me parecía un buen hombre, además que nos llevamos muy bien. Pero no lo amo, y sé que él tampoco me ama a mí. Sé que es del tipo de persona que nunca se enamora.

¿Cómo estás tan segura de eso?

Simplemente lo estoy, Care. Tú has conocido a Kol, yo conocí a Enzo. Es un caballero, es una buena persona, pero nunca se ha enamorado y no seré yo esa mujer.

Vaya, y aún así estabas dispuesta a casarte con él a escondidas si te lo proponía.

Aún estoy dispuesta a casarme con cualquiera que me lo proponga y me aleje de Tristán. Tú ya sabes lo que va a pasar cuando les demos el "sí" a esos dos. Caroline no quiso ni asentir. Se acomodó en la cama y se cubrió bien. Claro que sabía cuál iba a ser el destino de las dos.

Aunque al inicio Aiden y Joshua parecían hombres agradables y hasta encantadores, ella seguía sin comprender por qué Tristán les había buscado esposos si siempre las quiso solo para él. No las dejó muchos días con la intriga, fue sincero en decirles que esos dos no eran los hombres que parecían. Que eran otra clase de hombres, de esos que no gustaban de tocar a las mujeres. Tardó un poco en darse cuenta de la razón de Tristán para casarlos con ellos dos, pero las respuestas llegaron por sí solas.




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