Inevitable

Capítulo 26

A toda la familia le cayó bien Enzo. Rebekah escuchaba atenta sus historias sobre cómo conoció a Kol, sus días juntos en el ejército y demás sucesos que pasaron. Elijah también parecía estar bien con él, congeniaron rápido y el mayor de los Mikaelson le dio toda la hospitalidad haciéndolo sentir como en casa. Era un amigo de Kol después de todo, y cualquier buen amigo de Kol era bienvenido. 

Enzo estaba ahí para la lectura del testamento de lo que Kol le había dejado, pero en lo que llegaba el abogado le adelantaron un poco. El hombre estuvo agradecido, no esperó ese gesto de parte de su amigo. Su familia pasaba por problemas económicos y eso lo ayudaría a pagar las deudas y poder empezar de nuevo.

En realidad Klaus pensaba que no era un mal hombre, no lo parecía para nada. Kol siempre tuvo una especie de instinto que le hacía detectar a la gente que era mejor evitar. Si ese Enzo fuera falso Kol jamás lo hubiera tenido de amigo. Era amable, caballeroso, gracioso y hasta divertido cuando quería. La verdad no hubiera tenido nada en contra de él si las cosas no fueran de esa manera, o mejor dicho, si Caroline y él no estuvieran siempre tan juntos. 

Les había contado como se conocieron, supieron que también pretendió a la hermana de Caroline pero que eso no se concretó, y que durante ese tiempo Enzo había sido buen amigo de la pareja. Si, se notaba. Tenían mucha familiaridad, reían juntos, se conocían bien. Y aunque era bueno ver a Caroline sonreír le molestaba de sobremanera que sea ese hombre quien la haga feliz. Cuando al fin lograba contener sus celos se decía lo injusto que estaba siendo, que él no era el dueño de Caroline y que ella podía hacer lo que quisiera, después de todo eran solo amigos.

Y estos amigos la pasaban muy bien. Cuando Enzo estaba en casa ellos dos estaban conversando tomando el té, hablando con nostalgia de tiempos pasados. Y casi siempre salían a pasear por los jardines hasta perderse más allá de los límites de la mansión. A veces iban con Rebekah a pasear los tres juntos y regresaban muy animados. 

Enzo ya se había hecho conocido en el pueblo después de unas cuantas visitas, y más de una madre de dama soltera lo invitaba a almorzar o a cenar considerándolo un buen partido. No había pasado más de una semana de la llegada de Enzo, y aunque en realidad el teniente no estaba haciendo nada malo, Klaus lo quería ver lejos.

No soportaba que sea él quien le haga compañía a Caroline, que ella lo mire tan atenta mientras hablaba, o que la tome de la mano para caminar. No lo quería cerca de ella, era tonto e injusto pensar de esa manera, estaba siendo egoísta. Lo reconocía y se sabía en falta aunque no pudiera evitarlo. Los celos crecían cada día más y ninguno de los dos parecía darse cuenta de aquello, no lograban ver su incomodidad. O quizá sí y no les importaba. 

Ya no podía más con la angustia de estar distanciado de Caroline, desde aquel beso no eran los mismos. También sabía que eso estaba mal, que no podía desear de esa manera a la mujer de su hermano. Rogaba todos los días a Kol que lo perdone por eso, se sentía mal pensando en las maneras de cómo evitarlo pero ya era demasiado tarde. Lo único que deseaba era besarla de nuevo, besarla siempre, no soltarla nunca. Era hasta doloroso quererla de esa manera cuando era consciente que no podría tenerla nunca.

Esa mañana estaba solo en la mesa del desayuno y se preguntó dónde estaban todos. Los sirvientes no supieron darle respuesta, así que esperó a la aparición de Henry para que le dé las novedades. Informó que Elijah y Rebekah habían salido a ver el tema del hospital, que iban a encontrarse temprano con el doctor en jefe del hospital de Mystic Falls, pero que eso tenía que ser temprano ya que más tarde el hombre tendría mucho trabajo. Llegarían para el almuerzo pues luego irían a ver unos temas de las fiestas de Mystic Falls.

—¿Y la señora Caroline?

—Salió con nuestro invitado, señor —contestó muy tranquilo el mayordomo—. Dijeron que irían al cementerio.

—Entiendo. Puedes retirarte.

Esas palabras le salieron casi a la fuerza, porque en realidad se sintió paralizado. "Al cementerio". Klaus sabía bien que Caroline no había querido ir desde el día del entierro de Kol porque no se sentía preparada, él tampoco y por eso mismo habían acordado que en algún momento lo harían juntos. Porque ambos sabían lo duro que era para el otro enfrentar la muerte de Kol y ver la tumba otra vez. 

Se suponía que eso era algo de los dos, algo que solo ellos compartirían. Y de pronto llega ese hombre y va como si nada con él al cementerio, pasando por alto la promesa que se hicieron, olvidándose de todo eso. Y pensar que Caroline fue capaz de algo así le dolió. Sabía que tampoco tenía por qué ofenderse por eso, pero no pudo evitar pensarlo.

Klaus esperó paciente a que ellos regresaran, lo que quería era hablar con Caroline. Basta ya de callar lo que sentía. Si en verdad la situación lo incomodaba tanto tenía que hablar con la verdad y hacerle saber cómo se sentía. No esperó mucho tiempo, Caroline llegó pronto, antes de lo que hubiera imaginado. Y sola. Klaus salió a hacerle el encuentro justo cuando ella acababa de llegar. La miró fijo, no esperaba hacerla sentir culpable, pero notó en su mirada que sin querer lo había logrado.

—Klaus, ¿me estabas esperando?

—¿Cómo te ha ido?

—¿Cómo? Pues normal, supongo. Acompañé a Enzo a la entrada del cementerio, luego fui con el cochero a dar una vuelta en el pueblo. No quiero entrar, al menos no aún. Ya sabes que no estoy preparada para eso. —Apenas escuchó esa parte de la historia se sintió culpable. Había pensado que ella olvidó su promesa cuando en realidad solo había sido amable—. Voy a mi habitación, ya regreso.




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