Inevitable

Capítulo 27

Enzo se secó las lágrimas con un pañuelo. Imaginó a su padre dándole un puntapié y diciendo que los hombres no lloran, que eso era de mariquitas o cosas por el estilo. Por supuesto, su padre nada sabía de hombría, fue un triste borracho que arruinó a la familia con apuestas, y él era un teniente que había luchado por su país. Nadie tenía derecho a decirle a un hombre que no llore, sobre todo si pierdes al único amigo que has tenido. Casi un hermano. 

Cuando se enteró de la muerte de Kol se alejó de todos y lloró destrozando en su tienda, luego se pegó una terrible borrachera. Pensó en Caroline, en el bebé, en que la viuda de su amigo estaría sola. Pronto le llegó la noticia de parte del general Saltzman de que Caroline estaba bien con la familia de Kol, él iría apenas tuviera licencia para eso.

Habían pasado unos días desde que llegó a Mystic Falls, desde que le dieron la noticia de que tenía una herencia. No imaginó que Kol haría algo así por él, en realidad fue al pueblo de su amigo esperando solo saludar a la familia y visitar la tumba de su amigo. A pesar de los apuros económicos por los que pasaba no era un oportunista que corría detrás de una herencia, aunque no podía negar que le venía bastante bien. 

Enzo guardó el pañuelo, era hora de volver a la mansión. O quizá debería darse una vuelta por el pueblo. El otro día se encontró de nuevo con ese chico Matt y sus amigos Tyler, Stefan y Jeremy, quiénes habían sido también amigos de Kol en la infancia. Quedaron en conversar, quizá pasar por una copa al bar o simplemente un paseo casual por el campo.

El día estaba bastante oscuro, propio de esa época del año. Era en parte hasta deprimente, mientras caminaba pisaba algunas hojas secas. Ese extraño crujir le gustaba de alguna forma, siempre fue así, desde niño. Se detuvo un momento para recordar cual era el camino hacia la salida, solo había estado ahí tres veces y la verdad para ser un pueblo chico el cementerio era bastante grande. A esa hora de la mañana estaba completamente solo, en realidad eran pocas veces las que se cruzaba con otras personas. 

Escuchó entonces un crujir de hojas secas no muy lejos de él. Al girarse vio a un joven mujer que salía de la zona de los mausoleos. Se acercó a ella, a alguien tenía que preguntarle sobre la salida después de todo. Pero conforme se fue acercando la vio mejor. Sí que era una mujer hermosa, se notaba que era una dama joven y fina del pueblo. Aunque durante su servicio había conocido a mujeres muy hermosas, entre ellas Aurora, esa le pareció tenía un encanto especial.

—Disculpe, señorita. —La joven estaba distraída. Levantó de pronto la mirada y lo quedó viendo un momento—. No quería molestarla.

—No, descuide, no lo hace. Estaba justo de salida. —Tenía una voz encantadora, o al menos así le pareció. Lo miraba y hasta pareciera que estuviera nerviosa en su presencia, ¿acaso era rubor lo que había en sus mejillas? Le sonrió sin querer, era una dama preciosa.

—Justo por eso me acercaba. Llevo pocos días en el pueblo y me desorienté, estaba buscando la salida.

—Puedo acompañarlo, no hay problema por eso.

—Será todo un placer escoltarla, señorita. —Ella sonrió también. Se acercó a él y tomó el brazo que le tendió. Caminaron en silencio unos minutos, ella lo miraba de lado y parecía ocultar su sonrisa—. Disculpe que la vuelva a incomodar, ¿estaba visitando a un familiar?

—A mi padre, hoy era su cumpleaños. Fui a dejarle unas flores.

—Oh... lo siento mucho.

—No lo sienta. Él estaba muy enfermo, sufrió mucho en sus últimos días. Fue un alivio para él la muerte.

—Entiendo. 

A veces era así, la muerte significaba libertad. Deshacerse del dolor, dejar de sufrir por terribles enfermedades. Él lo había visto de cerca en el campo de batalla cuando sus compañeros eran heridos mortalmente y le rogaban que por favor los mate para no seguir sufriendo hasta llegar a un campamento.

—¿Y usted, caballero? ¿Algún familiar también?

—Un amigo en realidad.

—Ya veo.

—Quizá lo haya conocido usted, fue el teniente coronel Kol Mikaelson. —En ese momento la joven se detuvo y lo miró con curiosidad—. ¿Lo conoció?

—Claro que sí, íbamos a ser familia. —Fue él quien la miró con curiosidad. ¿Familia? ¿A qué se refería exactamente?—. Conocí a Kol desde niño, todos en este pueblo lo conocíamos bien.

—No sabía que era tan popular.

—No es que Mystic Falls sea gigante, todos nos conocemos. —Se miraron y sonrieron. 

Iban ya a llegar a la reja de entrada del cementerio, él estaba por pedir que le aclare esa historia cuando distinguió una figura conocida. Frunció el ceño, ¿qué hacía ese patán ahí? Aquel lo miró extrañado un instante para reconocerlo pronto también. Tampoco se veía muy contento de verlo. Avanzó en silencio con la joven, ahora que lo recordaba no se había presentado y ella tampoco, había sido una total descortesía. O quizá estuvo tan embelesado con verla que se le pasó esa formalidad.

—Enzo —dijo sin mucho agrado el hombre—, tú aquí.

—Damon —contestó en el mismo tono.

—Teniente coronel Damon Salvatore, para ti. Sigues siendo solo un teniente, será mejor que te comportes ante tus superiores, soldado.




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