Inevitable

Capítulo 33

La situación había resultado ser bastante provechosa al final. Enzo dejó a los dos Mikaelson en la Asociación de Damas y fue a encontrarse con los amigos de Kol. Quería creer empezaban a ser sus amigos también, o al menos así lo veía. Tyler, Stefan y Jeremy eran muy jóvenes, ni siquiera habían ido a la guerra ya que sus padres no lo permitieron por más que estos lo desearon. Aún así le agradaban, eran buenas personas y era fácil congeniar con ellos. 

Después de las horas acordadas regresó con el carruaje a la mansión del alcalde para darse con la sorpresa de que Caroline y Rebekah ya habían regresado. La señora Lockwood le dijo que Caroline había empezado a sentir algunos mareos y que pidió la lleven a casa pues quería descansar, así que le cedieron el carruaje de la familia. Para cuando él llegó apenas empezaba a hacerse de noche y la reunión de las damas había terminado, varios carruajes afuera estaban esperando para llevarlas a su destino.

—Creo que esperaré un poco más —comentó Katherine—, hasta que madre quiera enviar a alguien por mi pasará mucho. Quizá no debí hacerla enojar.

—No se preocupe —intervino él al fin—, con gusto la llevaré yo. —La joven le sonrió, hasta le pareció notar que sus mejillas se ruborizaban. De ella ya sabía que era la prometida de Elijah, y a pesar de eso no podía dejar de pensar en lo hermosa que era y lo mucho que le agradaba.

—Estaré encantada —contestó ella tomando su brazo tal como aquella mañana en el cementerio—, gracias por su ayuda.

—No es nada, al contrario, para mí será un honor.

Subieron al carruaje y pasaron cerca al pueblo. Le llamó la atención que hubiera tanta gente en la plaza principal, y entonces Katherine le comentó que como parte de las celebraciones por el aniversario de Mystic Falls el coro de los niños de la iglesia iban a cantar, por eso estaba rodeado de tanta gente. 

Entonces a Enzo se le ocurrió quedarse, y Katherine estuvo encantada con la idea. Era una perfecta excusa para pasar un rato a solas con ella, aunque estuvieran rodeados de gente eso no importaba mucho. Ella estaba a su lado, tomada de su brazo. Mirándolo sonriente de reojo, tratando de hacer que pase desapercibido el rubor de sus mejillas, prestando atención a cada una de sus palabras y observándolo con atención. 

Cuando empezó la música escucharon en silencio las bellas voces de esos niños que más parecían un coro de ángeles. Era precioso escucharlo, pero más hermoso aún era tener a una mujer como Katherine a su lado. "Deberías ser más sensato, esta mujer ya tiene dueño. Está comprometida, deja de ilusionarte en vano", se dijo de pronto intentando recapacitar. La voz de la razón estaba en lo cierto, ¿qué sentido tenía salir con una mujer comprometida? No debía de seguir con ese juego. Y por supuesto, esa firme decisión se deshizo pronto cuando al terminar la música Katherine le dijo que quería pasear un poco con él por los alrededores.

Había niños cerca, familias y parejas paseando juntas bajo la luz de las lámparas. A él hasta le provocaba tomar su mano y besarla. No solo eso, sus mejillas, sus labios, todo. Era encantadora, era una tentación difícil de resistir. Finalmente se sentaron en una banca un momento, no se dijeron nada por buen rato aunque Enzo estaba seguro que había mucho qué decir. Él tenía unas preguntas que hacerle que de seguro iban a molestarle, esperaba que no. Era una curiosidad que no podía dejar pasar.

—Y dígame, señorita Pierce, ¿conoce hace mucho al teniente coronel Salvatore?

—De toda la vida —contestó ella muy tranquila—, somos buenos amigos desde siempre, ya sabe, esas amistades que comienzan en la infancia son eternas. Solo que él es un amigo celoso, ya lo vio usted aquel día en el cementerio. La verdad a mí me fastidió bastante su actitud, no debió actuar de esa manera. ¿Es que acaso ustedes se llevan muy mal?

—Él es mi superior en el ejército, pero nunca pudimos llevarnos bien. A Kol tampoco le gustaba mucho, supongo que por eso no congeniamos. —Aquello era solo una parte de la verdad. Katherine acababa de decirle que eran amigos desde niños, no quería contarle lo mucho que detestaba a Damon, de su falta de honor en el campo de batalla, de lo aprovechado y sinvergüenza que era. En fin, esas eran cosas que guardaba para sí mismo, no quería hablar de eso con Katherine.

—Oh, ya entiendo. Es una pena, hubiera sido bueno que ustedes se lleven bien. Así podría tener siempre a dos buenos amigos cerca de mí.

—¿Me considera su amigo? —preguntó con una sonrisa. Amigo era lo que menos quería ser de ella. Un amigo no fantasea en todo momento en cubrir de besos a la otra persona. Pero lamentablemente era lo único que podía aspirar a ser.

—Creo que iniciamos con buen pie, usted me agrada y podemos ser buenos amigos. ¿No piensa usted lo mismo?

—Si, así es. —No iba a quedar de otra tampoco. Sería una terrible desvergüenza siquiera intentar tener algún amorío con la prometida de Elijah. Por Dios, dormía bajo su techo, no podía hacerle eso a los Mikaelson.

—Entonces, amigo, ¿podría hacerme usted un favor? Será un secreto entre los dos —le guiñó el ojo, Enzo asintió de inmediato. La verdad sí estaba dispuesto a todo lo que ella le pidiera, cualquier cosa.

—Dígame, ¿qué puedo hacer por usted?

—Es ahora cercano a Stefan Salvatore —Enzo asintió nuevamente—. Verá, le debo un favor a mi hermana Elena. Ella hizo algo por mí y quisiera recompensarla. Me parece que Elena está enamorada o siente algo por Stefan.




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