Inevitable

Capítulo 35

—Es un maldito chantaje —le dijo Klaus rabioso. Por un instante Lucien no supo qué decir, bajó la mirada y suspiró.

—No entiendo cómo es que maneja esa información. Juro que yo no le he dicho nada, es más, ni siquiera sabía que tú y Caroline...

—Cierra la boca —interrumpió molesto. 

Los dos habían ido a dejar a Caroline y Rebekah en la Asociación de Damas y ahora conversaban al fin de ese tema que tanto incomodaba al Mikaelson. No habían tenido oportunidad, desde que Genevieve lanzó su amenaza no habían tenido noticias de ella y eso empezaba a preocuparlo.

—Bien, bien. Lo siento. Sea o no verdad acá lo que importa es que ella se quiere aprovechar de la situación para chantajearte. ¿Te ha dicho ya cuánto quiere?

—No, solo indicó que espere noticias. Maldita sea, Lucien, no entiendo por qué la tuviste que traer aquí. ¿Acaso te lo pedí?

—Oye, lo hice con las mejores intenciones. Pensé que necesitabas distracción, lo de Kol fue un golpe duro, creí que estarías feliz de tener a tu amante acá y pasarla bien.

—Pues mira como ha terminado todo. Genevieve sacó las garras. —Aunque siempre supo que ella solo quería dinero y además pasarla bien, al fin la veía como realmente era. Ni por un instante siquiera ella sintió algo por él, quizá siempre lo odió en secreto y fue tan buena actriz que le hizo creer que estaba loca por él.

—¿Y bien? ¿Entonces pagarás?

—¿Acaso tengo otra alternativa? No quiero que se arme un escándalo, voy a proteger a mi familia de eso.

—Espero que no peque de ambiciosa.

—Y yo espero que acabe todo esto de una vez. ¿No tienes idea de dónde puede estar?

—Abandonó el piso que renté para ella hace días, no dio explicaciones de nada. No creo que haya ido muy lejos, está haciendo todo esto para ponerte tenso.

—¡Pues claro que estoy tenso! Esa mujer fue a mi casa y se presentó delante de mi hermana, la ha dejado con tanta curiosidad que ahora hasta Caroline quiere conocerla. Espero que una vez tenga el dinero se largue, no quiero volver a verla por acá.

—Ojalá....

Quizá Lucien se sentía algo culpable, después de todo fue él quien la llevó sin imaginar que habrían terribles consecuencias. Era desesperante no saber nada de ella, esa incertidumbre de simplemente esperar. Klaus no la quería cerca de su familia, no podía permitir que Caroline se entere de su existencia. Aunque en realidad le preocupaba era que finalmente Genevive abra la boca solo por molestar, que no puedan llegar a un acuerdo y arruine la reputación de Caroline contando a todos la verdad sobre ellos.

—Encárgate de eso —le dijo muy serio Klaus—. Tú la trajiste, tú haces que se vaya. Si es necesario te regresas con ella amordazada a New Orleans, pero la sacas de aquí.

—Bien, bien. Haré lo que pueda.

Cansados de hablar de ese tema fueron un momento a un café del centro para relajarse un poco. Desde que Rebekah habló de Genevieve durante la hora del té, Caroline también hizo preguntas. Quería conocerla, quería saber de dónde salió. Él trataba de mostrarse lo más relajado posible, le afirmaba siempre que era una amiga de Lucien que estuvo de paso en el pueblo pero que quizá no vuelvan a saber de ella. Todo era una tensión constante que empezaba a desesperarlo. 

Estuvieron buen rato en el café, cambiaron de tema y hablaron sobre los negocios de New Orleans el tiempo suficiente para distraerse. Cuando se dieron cuenta ya era hora de recoger a Bekah y Caroline de la Asociación. Al llegar algunas de las damas ya estaban de salida, pero las Mikaelson seguían dentro de la mansión del alcalde. Los hicieron pasar indicando que ellas estaban en la sala principal esperándolos.

Toda la tranquilidad que tuvieron al entrar se disipó en unos segundos, principalmente para Klaus. Ahí estaban las dos conversando muy animadas, pero no solas. Las acompañaban Carol Lockwood y Genevieve. Sintió que se ponía pálido, fue incapaz de caminar por unos segundos. Había regresado, y no conforme con eso se había acercado a ellas dos. Por Dios, la amenaza de esa mujer iba muy en serio. No dudó en presentarse nuevamente ante Rebekah y ahora demás se acercaba a Caroline. 

Lucien le dio un codazo para que reaccionara, él intentó retomar la compostura, no quería que lo noten nervioso. Tenía que aparentar tranquilidad, tenía que dejarle en claro a esa mujer que con él no iba a jugar. Pronto las mujeres se dieron cuenta de su presencia y giraron. Él mantuvo la vista fija en Genevieve y notó como ella sonreía discretamente. Desgraciada, si quería dinero que lo tome y se vaya, no era necesario meterse con su familia.

—¡Klaus! ¡Lucien! Miren a quién tenemos aquí —dijo muy animada Rebekah.

—Pero si es Genevieve... —Lucien era quien más tranquilidad aparentaba, con toda la naturalidad y caballerosidad del mundo se acercó a la mujer y tomó su mano para besarla delicadamente en señal de saludo—. Querida, es bueno verte por acá. Pensé que ya no regresabas de New Orleans.

—Lamento no haberme despedido como corresponde, pero soy una mujer de negocios. Desde que mi marido murió me hago cargo de la empresa de la familia. Es complicado, pero bueno, así tiene que ser.

—¿Usted tiene negocios con el señor Castle? —le preguntó Caroline con interés.




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