Inevitable

Capítulo 37

—Debí venir hace mucho. Quiero decir, sabes que no es la primera vez que vengo a verte, pero nunca he podido pararme frente a tu tumba y hablar. Nunca le encontré sentido, hasta ahora no entiendo qué de bueno puede tener hablar delante de una fría piedra y pretender que en algún lugar me escuchas. 

»Mi familia nunca fue particularmente religiosa, te lo había contado ya antes, Kol. Aunque siempre pensé que había un cielo para nuestros muertos, ya sabes, el consuelo de saber que nos cuidan desde allí a lo lejos. Puede que sea verdad, y vamos a suponer que sí, es la única forma en la que esto tendría sentido. Vamos a suponer que en este momento me miras con una sonrisa desde tu cielo, que estás feliz al ver mi vientre tan crecido, que estarás más feliz aún cuando nazca tu hijo.

»En fin, no me voy con más rodeos. Kol, yo te extraño mucho, y también tengo miedo. Me haces mucha falta, lo que vivimos fue hermoso. Más que eso quizá, poderoso. Me dio ese empuje que siempre hizo falta para poder escapar de esa maldita vida que llevaba con los De Martell. Me liberó, me hizo feliz. Algo como lo nuestro jamás se olvida.

»Pero tú no solo fuiste mi primer amor, significaste todo para mí. El que rompió las cadenas, el que me ayudó a emerger de ese mundo de sombras, mi gran amor. Extraño todo de ti, hasta tu risa escandalosa de vez en cuando, esa que fingía me hacía enojar pero en el fondo me daba mucha gracia. En cualquier momento nacerá nuestro bebé, el tiempo ha pasado muy rápido, ¿no crees? Y ha sido duro para mí aceptar que en verdad ya no estarás más.

»Siempre vivirás en mi corazón, estarás presente cada día de mi vida. Nuestro hijo será un constante recordatorio, tu familia, tus bellos retratos, nuestras anécdotas. Vivirás para siempre, eso te lo aseguro, mi Kol. Me costó aceptar tu partida, dejarte ir y no aferrarme a tu recuerdo para no sentir dolor. Siempre habrá momentos como este en los que mi voz se quiebre y las lágrimas bañen mi rostro, pero te prometo que serán más los momentos de alegría los que recordaré.

»Quiero pensar en un Kol siempre bello, sonriente, el que parecía ser una luz radiante para todos. ¿Sabes una cosa? Cuando te fuiste pasé los primeros días pensando constantemente que mi vida se había acabado contigo. Que pasaría el resto de mis días sobreviviendo, pensando en ti, cuidando a nuestro hijo... Pensé que nunca más volvería a amar de la forma en que te he amado. Me veía como un fantasma, andando por la vida como un alma en pena sin sentido ni ganas de seguir adelante.

»Quizá hubiera sido así, ahora las cosas han cambiado tanto. Y es por eso que tengo miedo, Kol. Miedo y culpa, porque sé que no debería empezar a sentir esto por tu hermano. No, por Dios. No puedo. Te lo juro, Kol, y sabes que yo no miento. Te juro que no quería que esto pasara. Él llegó tan amable, tan comprensivo a mí. Me dio la mano que necesitaba para apoyarme y salir adelante. Me sostuvo, me cuidó, me adoró. Y yo no sé cómo, sin desearlo, sin poder detenerlo... Así pasó.

»De pronto lo veía diferente, él también lo hacía. Ya no pudimos detenernos, por más culpa que sintiéramos, por más que ambos pensáramos que éramos unos traidores de lo peor, ahí estábamos. Buscando desesperadamente los labios del otro, disfrutando nuestras caricias, siendo felices cuando nos veíamos sonreír. Yo lo quiero mucho, Kol. Lo quiero, lo quiero... lo adoro. No sé si lo amo ya, no sé si lo amaré algún día como lo hice contigo, o quizá de una manera diferente. Pero no quiero pensar en un futuro donde él no esté, quiero que siempre forme parte de mi vida, de la vida de nuestro hijo. No quiero perderlo como a ti, ya no quiero perder a nadie más.

»Por eso tengo mucho miedo, porque sé que no debería estar sintiendo esto, y porque también creo que lo perderé. Lo que mal empieza, mal acaba, hubiera dicho Aurora. Klaus y yo somos ahora una especie de amantes, engañando a todos en la familia, con encuentros furtivos. ¿Pero cuánto tiempo más durará esto? Él tiene un compromiso, está atado a otra y deberá casarse algún día. ¿Podremos revelarle la verdad a la familia? ¿Qué dirán ellos? ¿Lo aceptarán? No lo sé, todo es muy difícil. Me da miedo empezar a amarlo, me da miedo perderlo.

»A veces pienso que quizá no debería detenerme a reflexionar tanto sobre esto que está pasando, solo vivirlo. Entregarme a él, olvidarme del mundo y ser feliz. Ya no quiero sufrir más, pero solo pensar en lo que podría pasar me pone muy triste. Yo solo quiero ser feliz, es lo único que he querido mi vida entera. Por eso, y aunque quizá allá desde tu cielo no apruebes esto, te juro en nombre del amor que te tuve que no dejaré que esto acabe mal. Se lo prometí a él también, nunca lo voy a abandonar.

Cuando al fin paró de hablar sintió un alivio tan grande que fue incapaz de articular palabra por buen rato. Fue difícil empezar, fue difícil hablar con la voz entrecortada, las lágrimas mojando su rostro y sus ojos que apenas veían de tan mojados que estaban por el llanto. Pero al fin lo dijo, se liberó. 

Era duro decir todo aquello en voz alta, expresar de esa manera sus sentimientos, sus temores, su culpa. No tenía a Aurora para compartir aquello como antes, no podía decirle todo eso a Klaus. Solo esperaba de todo corazón que exista ese cielo donde Kol la observaba y escuchaba, sería muy triste que su único desahogo haya sido una fría piedra. Sacó su pañuelo y se secó despacio las lágrimas. Era hora de volver al coche, aunque Klaus de seguro estaba cerca y la ayudaría a llegar sin problemas.

—Adiós, amor. Volveré pronto —dijo con una sonrisa. Sus ojos se elevaron al cielo, estaba despejado, un bonito día después de todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.