Inevitable

Capítulo 40

Londres

Estaba asustada, sonreía de puro nerviosismo. Esa mañana Aurora De Martell acababa de convertirse en la señora Aurora Rosza en una concurrida boda. Mucho se hablaba sobre lo fino del vestido, lo bella que se veía, lo elegante que lucía el novio. Y la fiesta daría que hablar, toda la alta sociedad londinense se había congregado en el gran salón de la mansión de Joshua para festejar con los novios. Y ella estaba ahí, sonriente, bailando una suave tonada con su esposo. 

Él parecía contento, o quizá solo estaba animado por la fiesta. En cambio ella sentía deseos de gritar a todo mundo porque sabía que ese era su fin. Se había casado, y esa noche de bodas sería para Tristán.

Tatia se quedó en Londres tal como prometió. Le pidió a Tristán enviara una carta a su madre en América para que no se moleste. Y como a Tristán le gustaba ver contenta a su hermana, además de presentarse como el gran señor que era, prometió que llevaría personalmente a Tatia a casa cuando todos regresaran a América. 

Eso claro que puso nerviosa a Aurora, lo que menos quería era que Tristán se cruce con Caroline o que siquiera tenga noticias de ella, solo esperaba que para ese entonces su hermana ya no esté en el pueblo. La extrañaba mucho, siempre se preguntaba cómo estaría ella. Pero prefería dejar de verla unos años más antes de condenarla nuevamente al martirio que era vivir con Tristán.

Los días habían pasado y al fin se celebró la boda. Ella trataba de aparentar tranquilidad, pero lo único que lograba era reírse y sonreír de puros nervios, parecía a cada momento al borde de la histeria o de estallar en lágrimas. "Inocente, está nerviosa", comentaban las damas mayores con cierta ternura. Tatia aún estaba en la fiesta, su amiga la había felicitado varias veces, aunque Aurora solo sintiera deseos de rogarle su ayuda. 

Quería contarle la verdad, quería encontrar una manera de evitar que Tristán esa noche la tome como su mujer. Pero no tenía idea de cómo hacerlo. La fiesta continuaba y ella sentía la insistente mirada de su hermano sobre ella. Él también la había felicitado, bailó con ella mientras la miraba con deseo y la acariciaba con supuesta ternura. Todos veían a un buen hermano que entregaba a su pequeña princesa al esposo y sentía ciertos temores. Ella temblaba con cada caricia, porque sabía lo que le esperaba. Y aunque trataba aunque sea de evadir la realidad con Josh, igual era muy difícil. Ni siquiera Aiden lo soportó, desapareció en medio de la fiesta sin dar explicaciones.

Y la hora había llegado. Cuando le avisaron que era hora de subir a la habitación con su esposo para la noche de bodas por poco entra en una crisis nerviosa. Intentaba controlar sus risas, se paralizó, no podía siquiera caminar. Poco a poco Josh la sacó del salón y subieron a las habitaciones del tercer piso. Según se había acordado, Tristán esperaría una hora para guardar apariencias antes de subir. 

Una vez estuvo sola con Josh, Aurora rompió a llorar. Ya no podía contenerse más, cayó de rodillas al piso y ahí empezó a llorar desesperadamente. No quería que pase aquello, no podía hacerlo. Josh intentó calmarla en vano, apenas escuchaba lo que él tenía que decirle.

—¡Ya basta, Aurora! Estamos perdiendo el tiempo, tenemos solo una hora.

—¿Qué? —Ella levantó la mirada, no entendió bien lo que quiso decir. Fue entonces cuando Aiden llegó, vestía ropa cómoda, como si fuera a viajar.

—Vamos, el carruaje está esperando. —Josh la ayudó a ponerse de pie, ¿pero qué estaba pasando ahí?

—Yo no...

—Aurora —dijo Josh muy tranquilo—, ¿en serio creíste que te iba a dejar a merced de ese depravado? Eres mi esposa ahora, tengo el acta del matrimonio. Así que oficialmente soy quien dispone de ti, y nos vamos. Nos vamos ahora mismo antes que Tristán suba. Huiremos. —No daba crédito a lo que escuchaba. ¿En verdad era cierto eso? ¿Tendría la oportunidad de ser libre?

—Pe... pero....—Titubeaba, aún no lograba asimilar que iba a salvarse.

—Nos iremos a Francia, luego tomaremos un barco a América para buscar a tu hermana —explicó Aiden—. Pero estaremos a salvo, eso te lo aseguro. Y Tristán no puede hacer nada, ahora eres esposa de Josh.

—¿Por qué? —preguntó entre lágrimas. Aquello era demasiado irreal, parecía el cumplimiento de una fantasía. Su salvación había llegado de pronto y cuando ya había perdido las esperanzas.

—¿Cómo? ¿Aún lo preguntas? —Josh le dio un beso en la frente y le alcanzó su pañuelo—. Eres nuestra amiga, te queremos. Jamás te abandonaríamos.

—Vamos, no perdamos más tiempo —insistió Aiden. Ellos asintieron, Aurora quería agradecerles pero en verdad tenían que moverse.

Con el vestido de novia aún puesto, Aurora se escabulló junto con Josh y Aiden por los pasillos, bajaron por la parte trasera de la mansión donde la carroza ya los esperaba. Ahí le entregaron un vestido cómodo para el viaje, le dijeron que se habían encargado de que lleven su equipaje con toda su ropa y joyas, que de eso no se preocupe. Cuando al fin se pusieron en marcha Aurora pasó buen rato sin reaccionar. Tenía miedo de que Tristán los haya descubierto, que los siga y aparezca en cualquier momento. Pero pronto estarían bastante lejos y él no iba a encontrarlos. Era libre, al fin regresaría con su hermana. Lloró nuevamente y aunque los caballeros intentaron calmarla fue imposible.




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