Inevitable

Capítulo 45

Fue un desayuno tenso, Caroline pudo sentirlo. Por las caras de Elijah y Klaus dedujo que ellos ya sabían toda la historia, mientras Rebekah aún parecía esperar una explicación. Comieron todos en silencio, Joshua y Aiden apenas hablaron. Ella sentía un nudo en la garganta, sabía que tenía que hablar, al menos pedir disculpas por la escena de la noche, pero tenía las palabras atoradas en la boca. Aurora estaba a su lado silenciosa, y ella apenas si levantaba la mirada pues moría de vergüenza. Por mucho tiempo enterró esa historia en el pasado y procuró olvidarse de todo, debió adivinar que eso era imposible. El pasado nunca se va.

Terminado el desayuno, Aurora pidió ir a ver a su sobrino, Aiden y Josh dijeron que querían salir por la ciudad, Elijah le hizo una seña a Rebekah para hablar a solas, y ella se quedó con Klaus sin saber qué decir. Supuso que Elijah le explicaría la verdad a su hermana, pensar en eso le dio aún más vergüenza. Sabía que de alguna forma ellos siempre desconfiaron, que la miraban como esperando revele algún secreto sin querer. Y ya lo sabían todo, ¿qué sentirían por ella? ¿Lástima? ¿Asco? Ojalá que eso no, ya suficiente asqueada estaba ella. No esperaba que la comprendan, pero al menos que no la juzguen, que no la echen de la familia.

Klaus estaba a su lado en la mesa, ella se mantenía con la cabeza gacha. Sentía su mirada fija en ella, esperaba una explicación, era obvio que tenía que dársela. Solo que no quería, lo único que deseaba era huir corriendo de ahí, llorar y gritar a solas. Así que sin decir nada se paró de la mesa y fue hacia las escaleras, no tenía cara para mirarlo, no sabía qué decir. Pronto sintió pasos detrás de ella, la estaba siguiendo. Aceleró, no quería que la detenga. 

Para cuando se dio cuenta prácticamente estaba corriendo, huyendo de él. Y lloraba, ya no pudo contenerse. Se le nubló la vista, quería estallar. Klaus la alcanzó, la tomó de la mano y la detuvo. Fue entonces que no aguantó y rompió en lágrimas, cerró los ojos y lloró sin controlarse. Sintió su abrazo de pronto, ya nada le importó. Se abrazó fuerte a él y lloró, su cabeza estaba contra su pecho, Klaus acariciaba sus cabellos y la consolaba.

No podía precisar cuánto tiempo estuvo así, pero Klaus no perdió el tiempo y la llevó al despacho, cerró la puerta con llave y la ayudó a sentarse. Poco a poco dejó de llorar, pero aún así no quería mirarlo. Tenía la vista en el piso, temblaba, sentía vergüenza. Fue entonces que Klaus se arrodilló frente a ella y suavemente levantó su mentón para mirarla a los ojos. Lo notó en él también, estaba ojeroso, tenía una mirada triste, lucía preocupado.

—Caroline, no me evites, por favor —dijo él despacio—. ¿Es que siquiera por un instante pensaste que te ibas a odiar por esto? ¿Qué te juzgaría culpable?

—Klaus... es que yo... yo... —lloraba otra vez, no sabía como explicarse. Aquella vez que se lo contó a Kol fue terrible, esta ocasión no era la excepción—. ¡Me moría de vergüenza, Klaus! Dejé a Tristán atrás para siempre, procuré no pensar en él todo este tiempo, y de verdad que logré alejarlo de mi mente. Pero de pronto esto, de pronto él amenaza con volver para arruinar mi vida otra vez. ¡Estoy tan asustada! ¡Odio esto! ¡Me da vergüenza! ¡Me da asco!— Él apretaba sus manos, las tomó con suavidad y las besó repetidas veces, por Dios que ese hombre era maravilloso, la adoraba a pesar de todo y ella ni siquiera pudo pensar en él.

—¿De qué vas a sentir asco, Care? Solo de ese miserable, tú no...

—¡Siento asco de mi misma! —gritó—. Nunca pude detener a Tristán, nunca pude defender a Aurora, la abandoné con ese monstruo. ¡Soy asquerosa! ¡Yo también soy un monstruo!

—No, no... Amor no digas eso, tú no...

—¡Es mi culpa! Ella ha pasado tiempo con Tristán, sufriendo sus torturas, soportando el acoso, soportándolo sobre ella. ¡He sido cruel y malvada! ¿Cómo pude dejarla con él? ¡Yo que ella me estaría odiando!— Era eso lo que en verdad pensaba, lo que no la había dejado dormir. Se sentía sucia, cruel. ¿Cómo pudo abandonar a su hermana? ¿Por qué no huyó con ella? Y encima tuvo el descaro de pretender ser feliz otra vez mientras Aurora padecía, era un asco de persona.

—No, Caroline.— Ahora él acariciaba sus mejillas, secaba sus lágrimas despacio y ella se esforzaba en mirarlo a pesar de su vista nublada—. Tú no eres mala, nada de esto es tu culpa. Estabas asustada, nada más. Tenías miedo y lo entiendo, no te culpo de nada.

—Pero Klaus, yo....

—No —dijo firme—. No eres culpable, nunca lo serás. ¿Cómo podías defenderte de él? Eras solo una niña, una jovencita asustada, ¿quién iba a ayudarte? ¿Quién te salvaría? No había nada que pudieras hacer, y de verdad agradezco mucho que Kol haya llegado a tu vida y te haya salvado de ese miserable.

—Oh Klaus...—No pudo contenerse, lo abrazó fuerte, apretó los ojos y se quedó así buen rato. Y ella agradecía que él hubiera llegado a su vida también, que esté a su lado cuando Tristán volvía, que la comprenda y no la culpe de nada.

—Escucha —dijo despacio—, jamás dejaré que te pase nada, ese desgraciado no volverá a tocarte, si de mí depende no volverás a verlo jamás. Voy a protegerte pase lo que pase, ¿si? Puedes confiar en mí.

—Vas a protegerme a mi hermana y a mí, ¿verdad? No dejarás que nada le pase a ella tampoco.— No dijo nada, y no supo como interpretar ese silencio—. Klaus...

—Claro —dijo él de pronto—, las dos van a estar bien. Tristán no les hará nada.




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