Inevitable

Capítulo 46

Mystic Falls

El tiempo había pasado algo lento, o al menos ella así lo quería creer. Después de la partida de los Mikaelson, el pueblo había vuelto a ser el de antes. Cuando ellos llegaron trajeron consigo la tristeza por la muerte de Kol, y de alguna forma fue como si todo el pueblo se contagiara de eso. Ellos siempre quisieron a Kol, todos lo recordaban como ese niño travieso corriendo por las calles, escabulléndose de todos, siempre tan alegre y vivaz. Y también era como si a su muerte todos se entristecieran, sino que además tuvieran la necesidad de acompañar a la familia en su dolor, de sentir lo que ellos. Pero los Mikaelson se fueron con una sonrisa del pueblo, con un miembro nuevo en la familia. Así que todos los despidieron deseando los mejores deseos, esperando lo mejor para todos.

El pueblo estuvo de luto por Kol, pero eso ya había pasado. Temieron también por la posible reaparición del asesino, pero nada sucedió y poco a poco dejaron de vivir asustados. Lloraron a la señora Donovan, despidieron a Matt quien se iba a la ciudad a probar suerte. Y bien por él, era un buen chico, además de talentoso. No merecía podrirse en ese pueblo tan apartado. Después de la partida de los Mikaelson todo volvió a la normalidad, al menos así lo sintió Elena. Todo parecía ser como antes.

Y si, había pasado tiempo desde que empezó todo, desde aquella terrible tarde en que le informaron que su prometido había muerto. Se le hacía aún difícil pensar en Kol, siempre sintió afecto por él y su muerte le seguía pareciendo injusta, pero era algo que había superado también. Lo mejor era siempre recordarlo con una sonrisa, él así lo hubiera querido. Pues si, había pasado un año, y ella seguía siendo una mujer soltera y sin compromisos. 

Aunque mamá había amenazado con buscarle un prometido viejo que la haga sufrir, hasta el momento no vio que siquiera estuviera en la búsqueda de alguien para ella. Eso era raro, considerando que la familia estaba en aprietos económicos lo más lógico hubiera sido que Isobel la case de una vez para salir del hoyo. La verdad era que no le importaba si se demoraba un año más.

Porque ella tenía un amor secreto y era inmensamente feliz. Ella y Stefan se veían de vez en cuando a escondidas, la mayoría de veces aparecían en público juntos, acompañando a Anna y Jeremy. Estos dos finalmente habían logrado comprometerse, y ya que sus padres no los dejaban salir solos, ellos siempre terminaban arrastrados a esas salidas. No era que no quisieran, en realidad estaban encantados. Podían salir y conversar sin que nadie los mire raro o piense que eso estaba mal, tenían oportunidad de pasar ratos a solas mientras los otros se adelantaban para darse besos furtivos. Y claro, ellos también lo hacían. Desde la noche del paseo de antorchas así había sido.

El tema era qué iba a pasar con ellos. Claramente Elena pensaba en matrimonio, quizá Stefan también, solo que no hacía nada al respecto. En realidad era poco lo que podía hacer o decir, Stefan seguía a cargo de su padre, si alguien tenía que hacer el pedido de mano era Giuseppe Salvatore. Y este no parecía muy entusiasmado en casar a su hijo siendo tan joven. 

Ese era el problema, que mientras Elena ya tenía socialmente la edad indicada para casarse, Stefan seguía siendo un muchacho. Normalmente los hombres se casaban mayores, Stefan aún debía de empezar a hacerse cargo de los negocios de la familia, tenía que hacerse un caballero respetable. Lo único que les quedaba era disfrutar de la compañía del otro, quererse en secreto, y mantener la esperanza de que quizá algún día ellos podrían estar juntos. Eso era difícil en verdad, pero ya se vería.

Durante ese tiempo Elena no solo se dedicó a su amorío con Stefan, sino que también estudió enfermería con calma. Lo que quería era poder estar capacitada para ayudar a Rebekah en su proyecto del hospital en New Orleans que al parecer iba viento en popa, ya hasta tenían un edificio comprado y todo, sería cuestión de tiempo para que entre en funcionamiento. Si hasta tiempo había tenido para estudiar, significaba que todo estaba muy tranquilo. Inusualmente tranquilo.

El silencio de su madre era extraño. Estalló en rabia cuando los Mikaelson rompieron los compromisos y solo mantuvieron el de Tatia, pero desde entonces no hubo esfuerzo en buscarle otro prometido a Katherine. Además su hermana también parecía silenciosa, considerando que había descubierto que ella y Damon tuvieron un plan secreto para entrar a la Mansión Mikaelson a través de Klaus y Rebekah. Algo tramaban esas dos, algo estaban esperando. No podía ser posible que se queden tan tranquilos después de todo lo que pasó.

Esa mañana Elena apenas estaba despertándose, nunca era de levantarse tarde, pero se le pasó la hora entre tantas cavilaciones. Se vistió sin ayuda de nadie, a esas alturas no estaban para pagar el sueldo de tantas doncellas y la verdad a ella nunca le había gustado eso de tener tanta servidumbre. Nadie le dijo nada, pero sentía movimiento en casa, pasos por todos lados, voces extrañas en la planta baja. ¿Será que tenían visita y nadie le aviso? Bueno, lo averiguaría pronto. Al salir se encontró con una de las mucamas llevando sábanas limpias a la habitación de invitados, aquello era extraño.

—¿Qué está sucediendo? —le preguntó a la mucama quien parecía apresurada.

—Señorita Elena, su hermana Tatia acaba de llegar.

Pronto puso un gesto de sorpresa. Sabía que su hermana había retrasado su llegada primero porque se quedaba para la boda de una amiga en Londres, luego porque la familia De Martell la invitó a recorrer Europa con ellos. Su madre se sentía complacida de esa amistad, sabía que aquella familia era de dinero, así que nada contentaba más a Isobel que eso. Y ahora Tatia estaba de vuelta. 




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