Inevitable

Capítulo 50

Intentó calmarse, en verdad las cosas no podían haberse salido tanto de control. No entendía cómo Tristán había conseguido las pruebas para inculparlo en los asesinatos de Lucien, pero tampoco podía esperar a averiguarlo. Puede que estuviera mintiendo y en realidad solo tuviera sospechas y no pruebas, puede incluso que no tenga presas a las Petrova; pero no se iba a quedar a averiguarlo, si Tristán había amenazado era por algo y no estaba bien tentar a la suerte. 

De momento lo único que tenía claro era que había que fingir que cedía a sus exigencias, al menos a una parte de ellas. Elijah ya estaba en camino con algunos hombres a su servicio para rescatar a Tatia y Elena, él se encargaría de otros asuntos delicados.

Empezó a mover sus influencias para sacar a Tristán de prisión, consiguió un buen abogado que gestionó un habeas corpus para que pueda enfrentar cargos en libertad. Después le dijo a Katherine que se casaría con ella solo para calmarla, pero ya encontraría la forma de aplazar eso al máximo. En lo único que no pensaba ceder era en entregarles a Caroline y Aurora. 

Para el amanecer de aquel día, ellas y el pequeño Kol estarían fuera de New Orleans. Consiguió que adelanten los tickets de barco para todos, harían una escala en New York y luego hacia América del Sur, a Brasil. Lo suficiente lejos para que Tristán no pueda hacerles daño mientras él solucionaba todo. Los acompañarían varios de sus guardias, así estarían a salvo.

Ya se le ocurriría una forma de dilatar el tiempo con Tristán, y también lo retendría el tiempo suficiente para sacarle la información que había conseguido de él, comprar a sus cómplices y recuperar las pruebas. Claro, eso era lo práctico. Pero mientras terminaba de firmar cheques y sacaba dinero para el viaje de Caroline y los demás, sentía que se destrozaba por dentro. No la vería en un buen tiempo, quien sabe un año o más. Quién sabe si en realidad volvería a verla, ¿y si Tristán lo mataba? ¿Si cumplía sus amenazas y lo mandaba a prisión? Lo peor era que la última vez que hablaron discutieron fuerte, y a pesar de la situación no creía que ella lo hubiera perdonado.

Pero tenía que hablar con ella, le urgía hacerlo. Para el amanecer de ese día partirían a New York, esa era su última noche. Aiden y Josh ya estaban informados, así que supuso que Aurora también. Solo quedaba avisar a Caroline y esperaba que ella esté de acuerdo y no se lo tome a mal. Klaus esperó a que todos se quedaran dormidos, a pesar de que había sido una noche agitada, Rebekah mandó a distribuir té calmante, así que la mayoría ya estaba en cama. 

Aprovechando el silencio en la mansión, se escabulló entre las sombras y fue hacia la habitación de Caroline, esperaba que esté despierta. La puerta estaba cerrada, así que tocó un par de veces. Segundos después ella se asomó, lo miró sorprendida, pero sin decir nada más lo dejó pasar y aseguró la puerta.

—¿Pasa algo?

—Pasan muchas cosas en realidad —dijo despacio. No sabía cómo empezar, aunque en el fondo ya lo tenía claro. Se lo habían prometido antes, no despertarían fantasmas del pasado a menos que sea necesario. Y era más necesario que nunca.

—Lo sé, todo es terrible, ¿qué vamos a hacer? —preguntó angustiada. Él la tomó de las manos y la llevó a la cama para que se siente. Eso era algo que había que hablar con calma.

—Tristán me está amenazando, y no solo por la seguridad de las Petrova.— Caroline asintió sin comprender—. De alguna forma él sabe cosas de mí, cosas que me pondrían en verdaderos aprietos si salen a la luz.

—¿Aprietos? ¿A qué te refieres?

—A la prisión, o la muerte.— Ella abrió los ojos sorprendida, sintió incluso que apretaba sus manos con fuerza de pronto.

—Klaus, por favor...

—Tengo que contarte, lo juramos, ¿recuerdas? No más secretos. Así que te lo contaré todo, así me odies después, así quieras dejarme luego. Mereces saber la verdad, y yo...—suspiró, sentía que le escocían los ojos. No quería llorar tan pronto—. Te perderé, eso ya lo sé. Y está bien, alguien como yo jamás fue digno de ti.

—Me estás asustando.— Y se notaba en su mirada. Estaba bien, tenía razones para estarlo. Era hora de hablar.

—Siempre supe quién mató a Genevieve.

Le contó con lujo de detalles sobre el primer asesinato de Lucien y como sin querer se vio obligado a protegerlo. Era joven y estaba asustado, tuvo mucho miedo. Le contó sobre los otros, sobre como Lucien empezó a matar gente solo por darse el gusto, y entre esas personas se encontraba gente cuya muerte benefició a Klaus. No es que él hubiera querido que Lucien asesine, no mandó a hacerlo, ni siquiera aprobó esas muertes; pero de alguna forma fue cómplice pues las apañó y las encubrió por temor. 

Si capturaban a Lucien nadie dudaría que esos asesinatos estuvieran relacionados con él, lo culparían de todas maneras. Quizá por eso lo hacía Lucien, porque sabía que él lo iba a proteger pase lo que pase. Y no pretendía hacerse la víctima, porque él era tan culpable como Lucien en todo eso. Desde el último asesinato habían pasado varios meses y creyó que todo había quedado atrás, pero todo empezó otra vez con Genevieve.

—Y de alguna forma Tristán lo averiguó... —dijo despacio ella. No sabía cómo interpretar su gesto. Pensativa, decepcionada, ni siquiera lo miraba a los ojos.

—Si, así es. Dice que tiene pruebas y que las revelará si no cumplo sus exigencias, incluyendo entregarlas a ti y a Aurora.




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