Inevitable

Capítulo 54

Matt no se atrevió a ir durante esos días a la mansión Mikaelson, sabía que estaban pasando por una situación terrible, y que aunque era muy cercano a la familia, no tenía que intervenir pues era un asunto privado. Solo que después de tanto tiempo de espera empezaba a extrañar a Rebekah, necesitaba verla. Pensó que quizá podría alegrarla aunque sea un momento, si la situación era tensa lo mejor era llevar algo de relajo, quizá hasta podría cenar y tocar el piano para ellos. 

Aparte necesitaba despedirse, al día siguiente empezaba su gira por el país tal como les había contado hace varias semanas. El primer punto sería Washington, y esa noche después de cenar tenía que ir a ver al productor para que le entreguen sus pasajes, viáticos y un adelanto del pago. Quería ver a Rebekah antes de irse, que ella le deseara suerte, poder ver su sonrisa y sentir que todo se iluminaba.

Al acercarse vio alboroto en las afueras de la mansión. Policías y hombres con una pinta que daba mucho que desear rodeaban el lugar. Se sintió preocupado de inmediato, aquello le daba muy mala espina. La puerta estaba abierta de par en par, habían unos cuantos oficiales esperando en la sala, la servidumbre iba a de arriba a abajo, no encontraba a nadie que le dé explicaciones. Y entonces vio al teniente Enzo, sus miradas se cruzaron y este hizo una seña para que se acercara.

—¿Qué ha pasado? —preguntó con preocupación—. Dime que no es nada malo, esto empieza a asustarme.

—Me gustaría decirte que no, pero la situación es en verdad crítica. Tristán De Martell ha secuestrado a Rebekah.— Apenas escuchó eso fue como si todo el mundo se le cayera encima. Sintió que palidecía, hasta que temblaba. Oh no, por Dios no. Eso no podía estar pasando, no su Rebekah, no su amor.

—No...—Solo eso pudo murmurar, no era capaz de decir una sola palabra mientras el terror y la furia empezaba a apoderarse de él.

—Lo siento, sé que tú y ella se llevaban bien.

—Yo la amo, Enzo —admitió por primera vez. Notó también la sorpresa en el rostro del hombre un instante, pero no hizo ningún comentario al respecto. Era la primera vez que decía que la amaba en voz alta y no sabía cómo sentirse. La mujer que amaba estaba pasando un gran peligro y él no podía hacer nada—. ¿Qué es lo que saben?

—No mucho, Klaus ha convocado a toda esta gente, pero hasta ahora no hay pistas.

—Enzo, si hay algo que yo pudiera hacer, cualquier cosa...

—Lo sé, te llamaremos. Pero ahora no puedes ayudar en nada, en realidad hasta yo me siento bastante inútil. Vamos a atrapar al desgraciado, eso te lo aseguro. No te pido que estés tranquilo porque sé que eso no pasará, pero solo quiero que sepas que Klaus no dejará que le toquen un solo cabello a su hermana, él removerá cada piedra en este país para encontrarla.

—Debe ser terrible para él —murmuró. Conocía bien a Klaus, sabía lo mucho que quería a su hermana, ese momento debía de ser una locura para él.

—Lo es, pero ya nos encargaremos. Tristán dará pistas, él quiere algo a cambio.— Matt asintió. Era desesperante, pero solo quedaba esperar. Y lo peor es que él tenía que partir a su gira, era una oportunidad única. ¿Pero acaso sería capaz de irse dejando a Rebekah secuestrada? ¿Sin ayudar? ¿Qué clase de persona sería si hiciera eso?

En ese momento vio a Klaus salir de su despacho acompañado del jefe de la policía de New Orleans, y para colmo de males, de ese infeliz de Damon. Lo que faltaba, el otro pretendiente de Rebekah ahí jugando al salvador para ganarse el derecho a su mano. Infeliz, estaba seguro que era lo único que le importaba. Mientras él sentía que iba a colapsar de la incertidumbre, de seguro que Damon estaba ahí solo para asegurarse el matrimonio con alguien tan importante como ella. Volvió su mirada hacia Klaus, en verdad se notaba muy afectado. Cualquiera notaría que había llorado de impotencia, sus ojos estaban rojos.

—Ya sabe lo que tiene que hacer —le decía al jefe de policía—, quiero que registren cada rincón de esta ciudad, que interroguen a los oficiales que vigilaban las salidas. Esos fueron los que me traicionaron, ellos recibieron dinero de Tristán para que lo dejen llevarse a mi hermana.

—Si, señor.— Y aunque el hombre era la autoridad ahí, parecía sentirse intimidado por Klaus. ¿Y cómo no? Casi todos en esa ciudad dependían de los Mikaelson, ¿cómo era posible que se hayan atrevido a traicionarlo? Lo iban a pagar muy caro, eso podía jurarlo.

—Damon —le dijo al teniente coronel—, cuento contigo para movilizar militares para buscar en los alrededores. No pueden estar muy lejos.

—Así será, iré a dar las órdenes ahora mismo.

—Caballeros, mi hermana ha desaparecido, fue secuestrada por un maniático que podría matarla o hacerle peores daños en cualquier momento. No pueden pasar más de cuarenta y ocho horas hasta encontrarla. Que se corra la voz, Klaus Mikaelson dará una generosa cantidad a quienes tengan pistas del secuestro.— Todos asintieron, y a una señal del hombre, cada quien empezó a moverse. Era hora de entrar en acción. Hasta Damon se fue, solo quedaron Enzo, Klaus y él en la sala. Con timidez, pensando si quizá era imprudente, Matt se acercó a él.

—Klaus, acabo de enterarme. Yo lo siento mucho, de verdad. Sé que la amas, que darías todo por ella.— El caballero no dijo nada, solo lo quedó mirando en silencio. Pero en su mirada había tanto dolor que te estrujaba el corazón—. Ella va a estar bien, te conozco y sé que la encontrarás. Puedes contar conmigo para lo que necesites.— Matt se acercó un poco más. El hombre estaba solo, Elijah aún no regresaba, Enzo se mantenía distante, no había nadie que le dé soporte en ese momento. Necesitaba siquiera un abrazo fraterno, y eso hizo. Segundos después Klaus correspondió, el hombre parecía estar a punto de derrumbarse.




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