Inevitable

Capítulo 57

Estaba paralizada. Lo hizo, al fin lo hizo. ¿Cómo fue capaz? ¿De dónde salió ese valor? No entendía, no podía creérselo. Pero Tristán estaba al frente y ella no reaccionaba. Tristán estaba muerto, ella lo mató. Fue hasta Washington con ese propósito, segura de que la única forma de acabar con toda esa pesadilla era con él muerto, pero en realidad nunca estuvo segura de poder lograrlo. Llevó la daga y nunca pensó que la usaría, en realidad cuando volvió a ver su hermano toda su seguridad se transformó en cobardía. No podía hacerlo, no podía más que ser de nuevo esa niña indefensa que lloraba a escondidas.

Pero cuando se armó todo ese alboroto abajo Caroline escondió la daga de Kol entre su ropa, justo a tiempo para que aquel hombre la sacara apuntándola con el arma. Vio a Klaus y Enzo, escuchó las amenazas de Tristán. Una vez más entró en pánico y tuvo la seguridad de que iban a matarla, que en serio cumpliría sus amenazas y esa sería la última vez que viera a Klaus. 

Lo demás pasó todo muy rápido, un hombre mató al que la sostenía y por un instante fue libre. En ese momento lo único que deseaba era correr donde Klaus, abrazarlo y esconderse detrás de él, llorar sin parar, que la protegiera del monstruo. Pero ella tenía una daga en la ropa, sabía bien que la única que podía acabar con el demonio era ella misma. Así que venció todos sus miedos y corrió donde Tristán para mentirle una vez más, como siempre, jurándole amor. 

Ya no podía detenerse, tenía que hacerlo, tenía que sacar valor. "Kol, mi amor ayúdame.... Ayúdame..." se dijo mientras Tristán la abrazaba y ella sacaba la daga de su ropa.

Solo cuando lo vio caer al suelo ensangrentado y herido mortalmente sintió que todo al fin acababa. Cuando notó su sorpresa, su terror al saberse perdido, al ver que la persona que siempre dijo amar más era quien acababa con su vida; Caroline ya no pudo contenerse más. Por años se guardó esas palabras, jamás se atrevió a pronunciarlas ni cuando estuvo lejos de él. Que lo odiaba y esperaba se pudra en el infierno. Al decirlas se sintió libre por primera vez, sintió tanto alivio que no sabía si seguir llorando o reír.

Tristán estaba frente a ella, muerto, con un charco de sangre alrededor de su cuerpo que poco a poco empezaba a crecer. "Lo mataste, mira lo que has hecho. Eres una asesina, peor todavía... fratricida. Te vas a ir al infierno, tú vas a arder al lado de él... asesina, asesina..." se decía sin parar. La daga ensangrentada se le cayó y ese ruido despertó a todos los que estaban ahí, que no podían ni reaccionar después de aquello.

—Caroline... —escuchó la voz de Klaus, tenía que reaccionar y enfrentar lo que hizo, pero no podía ni quería hacerlo. Su vista no se despegaba del cuerpo de Tristán, de sus ojos que la miraban sin vida.

—Lo maté... —dijo al fin.

—Todo va a estar bien, todo...

—Soy una asesina... —dijo despacio mientras una vez más las lágrimas se deslizaron por sus mejillas—. ¡Soy una asesina! —gritó desesperada. Klaus la atrajo a su cuerpo y la abrazó fuerte, ella empezó a llorar sin lograr controlarse, no creía poder hacerlo, acababa de cometer un crimen. Ese maldito la obligó a hacer eso, la convirtió en una asesina.

—No, amor, no. Está bien, ya se acabó, él se fue. Tú estás bien, nadie te hará daño.

—Yo... yo... ¡Iré a prisión!— Lloraba apretando su cabeza en su pecho. Era una asesina, una criminal. Mató a su hermano, merecía la cárcel, merecía algo peor que eso.

—No, tú no irás a ningún lado. Diré que fui yo en defensa propia.— Escucharlo decir eso no la consoló para nada. No era justo que Klaus asuma sus pecados, que pague por su asesinato. Tristán era poderoso en Washington, no lo dejarían salir de ahí fácil, la justicia lo metería a prisión. No, eso no podía permitirlo. Si alguien tenía que pagar era ella.

—¡Escuchen! —advirtió el hombre que le disparó a su guardia, luego sabría que se llamaba Marcel. De reojo vio que Enzo se asomaba a la ventana, todos retrocedieron y sacaron sus armas otra vez, Klaus la puso detrás de él para protegerla con su cuerpo. Cierto, los guardias de Tristán aún estaban allá afuera y no podrían con todos. Se escucharon algunos disparos y el galopar de varios caballos, ¿qué podía estar pasando allá afuera?

—Es Damon —dijo Enzo. De inmediato los hombres se calmaron.

—Los refuerzos llegaron después de todo —dijo el tal Marcel. Al menos estaban a salvo de la muerte.

 

***************

 

A Damon no le quedó de otra que ayudar, fue su movimiento arriesgado. Después de todo Katherine tuvo razón, no se podía confiar en ese maldito demente de Tristán, ya lo había arruinado todo. Primero, dejó a los tipos más incompetentes al cuidado de Rebekah y el plan que tenían de rescate se fue al demonio. Se suponía que él estaría ese mismo día listo para rescatar a la chica y así poder asegurarse el matrimonio con ella, pero resultaba que ya había sido rescatada. 

Lo supo cuando estaba saliendo de la habitación donde se estaba quedando esos días y un muchacho le alcanzó una nota. La persona que le escribió se identificó como Thierry, dijo que estaba bajo el servicio de Klaus y había entrado a escondidas a la ciudad junto con otros hombres.

La sorpresa que le dio Thierry fue que esa mañana vieron a la chica y a un tal Matt Donovan tratando de escapar de la ciudad sin éxito, pues dos hombres los perseguían. Ellos se hicieron cargo de acabar con ese par y poner a salvo a los prófugos. Thierry se quedaría con ellos pues no era seguro hasta que acaben con Tristán, estarían escondidos en un hotel del centro. 




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