Inevitable

Epílogo

10 años después

Mystic Falls

Ese año escogieron el pueblo para celebrar la Navidad. Más tarde, según calculaba, llegarían Elijah y Tatia. Se tuvieron que quedar unos días más en New Orleans pues el pequeño Finn, hijo de ambos, enfermó de una fuerte gripe. Aunque ya estaba mejor, ellos decidieron quedarse unos días más para que esté bien recuperado y pueda pasar las fiestas jugando con sus primos sin problemas. Pero quienes sí habían llegado eran Rebekah y Matt. El pianista regresaba de su segunda gira por Europa, así que muy animados le contaban como había ido todo.

—Que la verdad creo que la más cansada al final fui yo —bromeaba su hermana—. Él muy bien tocando y yo de un lado a otro viendo que todo saliera bien.

—Pero Bekah —dijo Matt posando una mando despacio sobre la suya—. Ya te he dicho que de eso se encarga mi agente, tú puedes quedarte tranquila.

—¿Y seré loca para dejar todo en manos de ese hombre? Prefiero encargarme yo, nadie te cuida mejor que tu esposa.— Matt sonrió sin querer, y Klaus terminó haciéndolo también. Algo parecido le decía siempre Caroline.

—Como desees, a una Mikaelson solo un loco le daría la contra —bromeó el hombre.

—Y que lo digas —agregó Klaus.

Matt y Rebekah se casaron un año después de su boda con Caroline. En el caso de ellos no había prisa, eran jóvenes, y Matt quería conseguir más fondos para poder costear una buena vida para Rebekah. Aunque aceptaba la ayuda que ellos le daban, el hombre se había esforzado mucho para conseguir su propio capital. 

Era un pianista famoso y reconocido no solo en Estados Unidos, sino también en Europa, prueba de ello era su segunda gira por el viejo continente. Aparte de tocar los grandes clásicos, por recomendación de Rebekah, se había puesto a estudiar música en serio y también empezó a componer sus propias melodías. Era joven y talentoso, quién sabe en el futuro se posicione como otros grandes genios de la música.

—¿Será que Elena y Stefan llegan hoy también? —preguntó Klaus. Rebekah asintió mientras terminaba de beber su taza de té.

—Ya debieron dejar todo encargado en el hospital, seguro que vienen junto con Elijah y Tatia.— Él asintió, le parecía lo más lógico.

Hace ocho años que el Hospital Kol Mikaelson abrió sus puertas, y la directora era Rebekah al lado de Elena, su mano derecha. Por supuesto, estaban muy bien asesoradas por un grupo de médicos y otros empleados muy competentes. La idea de Kol fue que el hospital brinde atención gratuita a veteranos de la guerra, pero debido al éxito empezaron a atender a los familiares de estos. 

Algunos empezaron a decirle el "Hospital Militar" u "Hospital Mikaelson" simplemente. Cuando el general Saltzman se enteró de la iniciativa decidió interceder en el gobierno para que se costeen los gastos mensuales, además que otras grandes familias del país que tenían familiares veteranos o fallecidos en guerra donaron buenas sumas de dinero para el mantenimiento.

El hospital era un éxito, Rebekah estaba muy feliz de cumplir el sueño de su hermano, en realidad todos en la familia lo estaban. Su hermana estuvo ausente unos meses pues aprovechó la gira de Matt para poder disfrutar del viaje a Europa, y mientras tanto Stefan y Elena se encargaban. Él decidió estudiar medicina para poder ayudar en el hospital, y Elena se especializó en enfermería. Sin ellos nada sería lo mismo, siempre podían contar con la ayuda de la pareja Salvatore.

Sobre Damon no volvieron a saber nada, tenía la orden de captura en su contra y el deshonor de ser expulsado del ejército. Ignoraban si vivía o no, pero no había vuelto para nada. Pensaron que quizá se había ido para el oeste, era un terreno tan agreste que nunca podrían encontrarlo, quizá hasta logró rehacer su vida.

—Bekah, ¿no vas a contarle? —preguntó Matt de pronto.

—¡Ah si! Casi me había olvidado. Cuando estuvimos en Praga nos encontramos con tu cuñada y los dos caballeros. Y ah que no sabes, se iban de viaje a Oriente, creo que a China o Japón, no recuerdo bien.

—Y aparte de eso el año pasado estuvieron en la Polinesia, ¿cómo es que se llama ese país? Tahití creo.

—No sé por qué no me sorprende —comentó Klaus. Aurora y "sus dos maridos", como decían por ahí, no hacían otra cosa que viajar de un lado a otro. En esos diez años, después de la boda de él y Caroline, solo los había visto unas tres veces. Esos dos eran un par de excéntricos, pero ella no se quedaba atrás. Caroline no le reprochaba nada, entendía que su hermana era feliz así. Ella encontró la felicidad en el matrimonio, el hogar y los hijos; Aurora la encontró en los viajes y al lado de buenos amigos.

—Lo que te va a sorprender —dijo Rebekah— es saber que está embarazada.— Por poco se atraganta con su té, ¿qué acababa de decir?

—¿Pero cómo?

—Pues al parecer solo lo hicieron para que la gente se calle, ya andaban diciendo que el matrimonio de Josh era una fachada, que es verdad claro. Pero bueno, Aurora decidió darle un hijo para que no lo estén molestando.

—Vaya... —A Caroline le iba a alegrar saber que sería tía, eso ninguno se lo esperaba—. ¿Y Aiden lo tomó todo bien?

—Aiden también se ha casado —le dijo Matt—. Una chica simpática, se llama Davina. Ella sabía cómo era el asunto con esos caballeros y aceptó. Los cuatro se llevan de maravilla. Son como una hermandad bastante extraña.— Klaus asintió, pues sí que eran raros. Raros y felices.




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