Inexorable

CAPITULO 17

NARRA CLARISSA

Remacho los dientes sintiéndome intimidada, vulnerable ante su presencia.

—¿Ahora también eres un violador?

—¿a quién le importaría eso? —. Se inclina sobre mí —. No sabes con quien tratas, ni lo que provocas profesora.

—¿Ya terminaste tu jueguito de falsa superioridad? —su tono es bajo, despreciativo, tan exasperante que quiero golpearlo de nuevo.

—¿Ya terminaste de demostrar que eres un niño rico con problemas de ego? —mi voz es fría, mi sonrisa burlona.

Suelta una breve risa seca.

—Vaya, profesora, ¿no crees que hablas demasiado para alguien que no tiene nada?

Mis labios se tuercen en un gesto de absoluta burla.

—Y tú, Rockefeller, no tienes nada que valga la pena.

Él se inclina apenas hacia adelante, su mirada descendiendo sobre mí como una amenaza que no necesita palabras.

—¿Estás segura?

Cierro la distancia que nos separa. Mis ojos fijos en los suyos, en su desafío. El peso de la tensión nos envuelve. No es el tipo de tensión que se puede ignorar.

—Si tanto te molesta mi presencia, ¿por qué no te apartas?

Sonríe. Pero no se mueve.

—¿Cuánto más vas a jugar este juego? —su voz es baja, afilada, una provocación.

Levanto la barbilla, sin ceder.

—¿Cuánto más vas a perderlo?

La sonrisa en sus labios desaparece apenas un segundo, pero lo noto. Lo siento. Lo disfruto.

—No te equivoques, Clarissa. No eres la única mujer sobre la tierra, hay agujeros en todas partes.

—¿agujeros donde enterrarte? Por supuesto —. No me intimido —. No me imagino que tan vacío debes de estar para buscar consuelo en algo tan superficial.

—Quisieras tener una oportunidad —. Se acerca mucho —. Lo noto en tu respiración, en cómo me miras en cada clase, en esa mirada lasciva disfrazada de inocencia, ¿así sedujiste a mi padre?

—Tienes serios problemas, deberías ir al psiquiatra. Deberías considerar si tu insistencia es rabia o celos Rockefeller.

—Yo nunca pierdo. No provoques lo que no vas a poder detener, bruja.

NARRA NATHANIEL ROCKEFELLER

Los observo desde la distancia. Mi hijo y ella. Dos fuerzas en constante choque.

Conozco esa mirada, esa intensidad. Ese odio disfrazado. La química entre ellos es innegable. El mundo a su alrededor desaparece. No importa la pelea. No importa el orgullo. Solo importa lo que están sintiendo en ese instante.

—¿ves lo que provocaste? —. Gruñe mi esposa a mi espalda —. ¡no quiero a esa mujer cerca de Henry!

No respondo. Detengo una última mirada sobre ellos. Como Clarissa se enciende, su cercanía que no nota. La rabia me hace remachar los dientes al imaginarlos juntos.

—¿es ella? ¿cierto?

No respondo. Dejo de ver la escena y camino en dirección contraria.

—¡Nathaniel! No me dejes hablando sola ¡te hice una pregunta!

Mis pasos calmados, pero rápidos.

—¡no vas a huir por siempre Nathaniel! Voy a descubrir lo que ocultas. ¡no vas a poder protegerla por siempre!

Me monto al auto ignorando sus gritos. Prendo el motor y me alejo sin ver atrás. Tomo el frasco de pastillas y me tomo una más de la dosis habitual. Marco un número y timbra dos veces.

—Agéndame una cita, voy para allá.

Conduzco a alta velocidad hasta llegar al lugar, no espero nada ingreso rápido. Con la ansiedad carcomiendo mi pecho. Con el palpitar de mi corazón en la garganta. Con la boca seca y las ideas atormentándome.

—¿una crisis? —. Dice el hombre con bata blanca.

Me tiro en el sofá quitándome la corbata que me impide respirar.

—Parece que las pastillas no hacen efecto.

—¿ocurrió algo?

—Nada en particular.

—si no me dices que ocurrió no puedo ayudarte Nathaniel. Hemos hablado mucho acerca de tu fijación extrema. A diferencia del amor saludable, la obsesión implica pensamientos intrusivos, una necesidad constante de atención y en algunos casos, comportamientos impulsivos.

Cierro los ojos y respiro.

—Idealizar a la persona amada nos lleva a una percepción distorsionada de la realidad.

—¡como alguien puro e inocente puede arruinarse! ¿Cómo pudo cambiar tanto?

—Hemos hablado sobre tu constante conducta de control sobre su vida.

—No se trata de eso.

—trata de respirar. Ya superamos otras etapas, podemos superar esta, debemos hacer lo mismo que antes, centrarnos en el ahora, en la realidad. En lo bueno y lo malo. En las consecuencias negativas que puedes traer a la parte involucrada.

—siempre ha sido ella, todo es sobre ella, esto, aquello. Está en una vitrina que puedo romper si quisiera. No se da cuenta de mi esfuerzo. Ella coquetea con otros hombres, se atrevió a mirarme con esos ojos acusadores. No valora cuanto me he esforzado todos estos años para no reclamarla, para no tenerla y ahora está Henry. ¡mi propio hijo!




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.