Infernal Threads

CAPÍTULO 1: ENTRE DOS MUNDOS

Desde el día en que Richard encontró a Calipso en el claro del bosque, decidió, aunque en silencio, cuidarla. No era la primera vez que asumía el papel de mentor, pero Calipso era especial, un enigma que lo cautivaba y desafiaba. A lo largo de un año, se convirtió en una figura casi paterna para ella, enseñándole sobre el mundo humano y mucho más.

1. ADAPTACIÓN AL MUNDO HUMANO

Richard decidió trasladarse con Calipso en una pequeña ciudad, donde pudieran pasar desapercibidos entre los humanos. Alquiló una casa modesta pero acogedora, y se dedicó a enseñarle lo básico para integrarse adecuadamente en la sociedad: cómo comportarse, hablar con las personas y entender las emociones humanas.

—Regla número uno: si te enfadas, inhala profundamente y sonríe… al menos hasta que estemos a solas para desatar el pandemonio —dijo Richard, guiñando un ojo mientras ambos salían del supermercado. Calipso casi había intimidado a una cajera por cobrarles de más.

Calipso se adaptó rápidamente, aunque su curiosidad frecuentemente causaba problemas. Richard no podía contar cuántas veces tuvo que disculparse con los vecinos o reponer cosas que ella “exploraba” demasiado de cerca.

2. ENTRENAMIENTO EN COMBATE

Consciente de que Calipso poseía un poder inmenso, pero también de que el mundo estaba lleno de peligros, Richard comenzó entrenarla en técnicas de combate. Usando su conocimiento celestial y técnicas humanas, se dedicaron por las mañanas a perfeccionar su defensa y ataque en un viejo almacén que usaban como gimnasio improvisado.

—La clave no es golpear más fuerte, pequeña. Es golpear de forma inteligente —sonrió mientras esquivaba un ataque suyo por centímetros—. Aunque no puedo negar que tienes un estilo impresionante.

Calipso aprendió rápido, sorprendiendo incluso a Richard con su precisión y su habilidad para improvisar.

3. EDUCACIÓN Y ESTUDIOS

Las tardes estaban dedicadas al conocimiento. Richard, un ángel con siglos de sabiduría, le enseñó de todo: historia humana, lenguas antiguas, ciencias y, por supuesto, un poco de teología, aunque siempre con su característico toque irreverente.

— Los humanos creen que el bien siempre triunfa sobre el mal. Es una idea bonita, pero la realidad es considerablemente más oscura. Lo importante es saber cómo aprovechar esa complejidad a tu favor —explicó, mientras Calipso absorbía los conocimientos como una esponja, formulando preguntas incisivas que a veces dejaban a Richard sin palabras.

4. DIVERSIÓN Y CAOS

Pero no todo era entrenamiento y estudio. Richard insistía en que la vida debía ser divertida, y juntos causaron más de un desastre. Desde jugar bromas a los vecinos hasta colarse en festivales y sabotear eventos aburridos, la vida con Richard era un torbellino de risas y caos.

Una vez, se infiltraron en una feria local, donde Richard manipuló los juegos para que Calipso ganara todos los premios posibles. Salieron cargados de peluches, dejando a los dueños del lugar al borde de la locura.

—¿Ves? Si vas a causar problemas, Hazlo con elegancia —dijo Richard, riendo.

5. UNIÓN Y APRENDIZAJE MUTUO

A lo largo del año, su relación evolucionó. Richard, a pesar de ser un ser celestial, encontró en Calipso algo que nunca había esperado: una conexión genuina. Y Calipso, aunque poderosa, comenzó a entender lo que significaba confiar en alguien.

Una noche, mientras observaban las estrellas desde el techo de su casa, Calipso hizo una pregunta que lo dejó pensando.

—¿Crees que el mundo será diferente por lo que estamos haciendo aquí? —preguntó, con su mirada fija en el cielo.

—No lo sé, pequeña. Pero si no lo intentamos, nunca lo sabremos —respondió Richard.

UN AÑO DESPUÉS…

Calipso ya no era la niña perdida del claro, pero tampoco había perdido su esencia. Era una mezcla perfecta de curiosidad, fuerza y travesura, con una mirada aguda que le permitía ver más allá de lo evidente. Richard, aunque seguía siendo el mismo bromista encantador, también había cambiado. Había algo más humano en él, como si cuidar de Calipso le hubiera recordado algo que había olvidado hacía siglos.

—Bueno, niña, oficialmente has sobrevivido un año conmigo —dijo, extendiéndole un pastel que había comprado ese día, decorado con una vela que él mismo había encendido con un chasquido de dedos—. Ahora, ¿estás lista para lo que venga después?

La sonrisa de Calipso, tan llena de fuego como su cabello, fue todo lo que necesitó como respuesta.

—¿Es mi cumpleaños? Decías que yo no cumplía como un humano normal... —dijo, aceptando el trozo de tarta—. Pero acepto el trozo de tarta.

Richard observó cómo Calipso disfrutaba del pastel y no pudo evitar sonreír. Era cierto que su cumpleaños no era normal desde un punto de vista humano, pero para él, celebrar su primer año juntos era importante, incluso si no lo admitía.

Richard se recostó en el sofá, observando a Calipso mientras disfrutaba de la tarta. Sus pequeñas garras y colmillos eran visibles, pero a él no le molestaba; de hecho, le gustaba que pudiera mostrarse tal como era cuando estaban a solas.

—Bueno, técnicamente no es un "cumpleaños" al estilo humano, porque, ya sabes, no naciste como ellos. Pero, ¿quién dijo que no podemos reinventar las reglas? Hoy celebramos que llevas un año causando caos conmigo. Y eso, pequeña, es digno de una tarta —dijo, sonriendo.

Mientras ella comía, Richard se sintió orgulloso de cómo había crecido Calipso.

—¿Sabes? Creo que tu auténtica apariencia es infinítamente más interesante que cualquier máscara que los seres humanos puedan entender —continuó, sosteniendo su propio plato de tarta—. Si alguien no lo aprecia, claramente no merece estar en nuestra lista de "personas importantes".

Tomó un bocado, disfrutando del momento de tranquilidad.




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