Infierno

Fallas

一Doctor, de verdad, le digo que me siento bien. No me duele nada y sólo tengo unos cuantos rasguños, no es nada de qué preocuparse一 dijo Camila viendo todos los tubos que tenía conectados en el brazo.

一Puede que sea cierto señorita pero no la puedo dar de alta sin una revisión. Es mi responsabilidad que usted se encuentre bien, para eso vivo.

Acababa de decir eso cuando la puerta se abrió de golpe, una enfermera ingresó en la habitación, con el rostro pálido. Le susurró al doctor algo en el oído y este se volvió igual de pálido. Se acercaron a la puerta y antes de salir completamente el doctor se giró a Camila y de dijo “vuelvo en un momento” después de eso salió y cerró la puerta tras su espalda.

Camila contempló la bata que llevaba puesta y después miró su ropa y otras pertenencias sobre una silla. No llevaba ni dos horas y ya suplicabá por salir. No tenía noticia alguna de sus padres. No sabía nada que no fuese que su vida seguía en peligro.

Pasaron unos minutos antes de que se volviera a abrir la puerta, dos chicas entraron, una de tez oscura con cabello afroamericano y otra morena de tez clara.

Cerraron la puerta después de entrar, miraron con lástima a Camila pero la chica vio en los ojos de ellas que había algo mal ahí. Entonces lo supo, en los ojos de ellas estaba una oscuridad infinita, ellas no iban en son de paz, ellas querían otra cosa.

Camila tragó con dificultad, su rostro comenzó a palidecer con cada paso que ellas daban. De pronto la morena sacó una jeringa que contenía un líquido verde.   

Luego trató de insertarla en el brazo de Camila, pero ella la desvió con un golpe en la mano de la chica, lo que hizo que se clavara en el cuello de la otra chica, Camila usó su otra mano para presionar el émbolo y el líquido corriera ahora por las venas de la chica de cabello afro.

一¡Perra!一 gritó su compañera refiriéndose a Camila, al momento la chica con la jeringa incrustada se desplomó sobre la camilla.

Camila tomó su bolso cuando vio que la otra chica se acercaba a su compañera para auxiliarla. Corrió a la puerta y tomó el picaporte  con ambas manos, trató de hacerlo girar pero estaba atascado, miró sobre su hombro y la chica morena ya se estaba levantando, así que siguió intentando aunque con más desesperación.

一¡No vas a escapar, maldita perra! Estás encerrada conmigo y la única forma en la que vas a salir es muerta.

Camila retrocedió un poco para tomar vuelo, corrió hacia a la puerta para derribarla pero la chica morena la jaló del cabello haciendo que Camila soltara un grito. Entre pataleos y manotazos Camila se esforzaba para liberarse de la chica, a tientas buscó algo que la ayudara, agarró una lámpara de la mesa y la estrelló con todas sus fuerzas en la cabeza de su contrincante. Después de que la lámpara la golpeara, la otra chica soltó a Camila y cayó tendida a los pies de su compañera pero esta, a diferencia de la otra chica, seguía con vida. Eso le dio más ventaja de la que necesitaba para tomar el extintor que estaba en la esquina y  aporrear con él el picaporte hasta poder abrir la puerta. En cuanto lo logró, salió corriendo por el pasillo, no quería tentar su suerte.

No había nadie en la sala de espera ni se encontró a nadie en los demás pasillos rumbo a la salida del hospital. Parecía desierto, sin otro ruido que no fuese las pisadas histéricas de Camila.  

Al salir se topó con un taxi que iba pasando y sin pensarlo dos veces lo detuvo y le ordenó que se alejara cuanto  pudiera del hospital, dándole indicaciones hacia su casa.

Comprobó tener las llaves en su bolso mientras pasaban los edificios rápidamente. Su pulso estaba acelerado, lo podía sentir en sus sienes; su respiración era irregular y la adrenalina la invadía.

Definitivamente alguien la quería muerta y esta no era más que otra prueba que lo demostraba.

 

***

 

Adam acababa de salir de la guarida del Diablo cuando en su bolsillo del pantalón vibró su teléfono. La llamada era de Alice. Habían pasado unas cuatro horas desde que a ella y a su compañera Mónica las había mandado a matar a Camila. Y si lo llamaba en ese momento sólo podía significar dos cosas: la primera era que habían completado su misión o la segunda... que habían fracasado, y por bien de ambas debía ser la primera.

一Alice, querida. He estado esperando tu llamada…一Adam se quedó callado al escuchar del otro lado de la línea uno llanto y sollozos 一. ¿Qué pasó?一 dijo con tono cortante.

一Está muerta…一 la chica fue interrumpida por la carcajada de Adam.

一Pero Alice, ¿de cuando acá sientes tristeza al matar a alguien? Eso es ridículo viniendo de una asesina experta como tú…一Adam volvió a reír.

一¡No seas estúpido Adam! Nada me habría hecho más feliz que matar a ese perra desgraciada, pero no lloro por eso. Lloro porque esa perra desgraciada aparte de salir con vida…一se hizo un silencio tan profundo que comenzó a preocupar a Adam一ma-mató a Mónica一 dijo la chica con una rabia  impregnada en su voz, para luego seguir llorando.

Adam quedó atónito. No podía creer que una chica de dieciséis años pudiera matar a una demonio de ciento veinticinco años y salir con vida de enfrentarse con otro de ciento treinta años. La frustración comenzó a invadirlo.




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