Infierno

Cosas inesperadas

一¿Ya vas a hablarme o vas a seguir enojada sentada en ese taburete fingiendo que juegas con tu celular sin batería?

Adam se paró en frente de Camila, apoyó los antebrazos en la barra de cocina y jugueteó con sus manos en espera de una respuesta por parte de Camila. La chica simplemente había dejado su celular sobre la barra y ahora trenzaba su cabello mientras miraba hacia el balcón donde tenía una clara vista de la estatua de la libertad. Sus manos se detuvieron al sentir una extraña sensación, la piel de Adam era extraña a la suya, cálida al tacto pero de cierta forma fríamente  abrasadora.

La mano de Adam se apartó al instante, si quería captar la atención de la chica, lo había logrado. Los ojos de Camila se posaron sobre los de Adam, penetrando con tanta fuerza con su mirada provocando que Adam se sintiera diminuto. La respiración de Adam se detuvo y tragó con fuerza. Al ver que no decía nada, Camila volvió su mirada al balcón. Adam respiró profundamente, se enderezó y se plantó en frente de Camila tapando su vista de la estatua de la libertad, Camila levantó su vista hasta cruzar con aquellos ojos negros que la miraban fijamente.

一Lo siento, ok. Soy un idiota y entiendo que estés enojada conmigo pero no lo soporto. No soporto que no me hables, que me ignores, me haces sentir como un monstruo…

一¡Eres un MONSTRUO! Primero tratas de matarme一, Camila se puso de pie tan violentamente que Adam se sorprendió por la reacción de la chica, Camila avanzó con enojo hacia Adam y golpeó con su dedo índice el pecho de Adam haciendo que él retrocediera一. Después fingiste que querías ser mi amigo, luego me encierras en cuartucho diminuto mientras tú tenías sexo con quien sabe quien. Y ahora vienes y quieres hacer de cuenta que no pasó nada, te haces el mártir cuando eres un maldito demonio. En cima me tienes aquí encerrada argumentando que eres el único que puede mantenerme a salvo de el Diablo.

Cuando Camila terminó de expresar todo eso, se dio media vuelta y regresó al taburete. Adam la veía atónito, lo que dijo era cierto, en la mayor parte, porque Adam no había fingido querer ser su amigo porque realmente quería serlo, pero fuera de eso lo demás era cierto. Y por ser cierto le dolía a Adam que Camila dijera esas palabras como si fuesen veneno.

No podía permanecer más tiempo sintiéndose así, trataría de arreglar las cosas con ella aunque le costara demasiado. Cruzó la sala y tomó el pomo de la puerta, salió disparado al elevador y al abrirse las puertas Adam se encontró con la silueta del hombre que más había querido evitar en las últimas horas. El Diablo sonrió al ver al chico. Avanzó hacia Adam y lo envolvió en un abrazo, el cual Adam se sintió incómodo pero devolvió. Adam fue el primero en separarse.

一Hijo, justamente venía a buscarte. Quería hablar contigo…

一¿Por qué no me pidió que fuera yo a verlo? Se habría ahorrado mucho tiempo.

一¿Es que no puedo tomar la iniciativa de ver a mi Demonio favorito?

一Perdone, señor. No fue mi intención ofenderle, es sólo que… me pareció extraño que no lo hiciera.

一Como sea一, hizo un gesto con la mano tratando importancia a las últimas palabras del chico一. Te invito a comer. Dime ¿Vamos a París, a Londres, a Sidney, a Honk Kong? Tú escoge.

-Tengo ganas de… -meditó cual era el lugar más alejado de Camila para evitar que el Diablo estuviese cerca de ella- comida Japonesa.

-No se diga más.

El Diablo posó una mano en el hombro de Adam y presionó con la otra un botón de un reloj idéntico al de Adam. En cuestión de milésimas de segundo ya estaban en un puerto Japonés.

***

La noche había caído hace ya unas horas, y el cielo estaba cubierto de una gruesa capa de nubes de tormenta, el reloj que estaba arriba de la chimenea eléctrica marcaba las doce y media. Camila estaba tumbada en el sofá individual mientras leía un libro de la colección de Adam que estaba en la biblioteca al lado de la sala de música; fue difícil decidirse por uno, pero al final tenía en sus manos uno de sus libros favoritos “The Maze Runner, Correr o morir”. Camila no imaginó que a Adam le gustarán ese tipo de lecturas, aunque tampoco se lo imaginaba leyendo a Benedetti o Shakespeare. Ella se imaginaba a Adam con un libro de Edgar Allan Poe o Stephen King, aunque no lo juzgaría por leer a Jane Austen, de hecho le parecería tierno ver a Adam con un libro como el de Orgullo y Prejuicio en las manos leyendo en voz alta para ella mientras ambos estaban acurrucados en los pufs frente a la chimenea.

Se imaginaba que después de unos capítulos ella se quedaba dormida y Adam besaba su frente y la acercaba más a su pecho para darle calor y protegerla. Se imaginaba todas las mañanas despertar y bajar a la cocina y ver a Adam preparar el desayuno para los dos, se imaginaba…

El sonido de la puerta al abrirse la hizo salir de su ensoñación aunque la leve imagen de sus labios tocándose le hizo cosquillas, Camila sacudió la cabeza para que se esfumara. Se giró a la puerta y vio a Adam llegar con un aspecto cansado, tenía la espalda medio jorobada y se sobaba el cuello con ambas manos. Atravesó la cocina y tomó del refrigerador una lata de refresco, de la alacena sacó una bolsa de m&m's, luego se dirigió al sofá enfrente de Camila y se dejó caer en él.

Adam dejó la bolsa en la mesa de centro y abrió la lata para luego beber un sorbo. Camila lo miraba fijamente, sujetando el libro en su regazo sin quitar el dedo de entre las hojas para no perderse.




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