Al regresar, Mike encontró a John tirado en el suelo con la cara hinchada, sangrando por la boca y la nariz entre otras heridas.
—¡¿Pero que coño...?!
Mike apretó los puños y se acercó a John. Lo ayudó a levantarse y lo apoyó en el banco.
Con cuidado levantó la camiseta de John, sólo para ver que tenía moratones en la espalda y el pecho.
—¿Quién te ha hecho esto...? ¿Acaso ha sido el cabrón de Fred? Dímelo. ¡YA!
John no tenía fuerzas ni para abrir la boca, estaba soportando un dolor que no se merecía, y todo por amar a alguien.
Después de todo, incluso cuando Mike se esforzó en ser el líder del club de muay thai, no servía de nada para evitar que los demás estudiantes se metieran con él. Creía que una vez que se volviera el líder del club y los demás vieran que se juntaba con John no se atreverían a intimidarlo, pero se equivocó.
—De momento, te llevaré a la enfermería y ya haré lo que deba hacer.
John lo miró con el único ojo que no tenía hinchado y se esforzó para hablar.
—No... hagas... nada...
Mike cerró los puños y lo miró fijamente.
—Joder, John...
Mike pasó un brazo de John por su cuello y lo ayudó a andar hacia la enfermería después de poner las mochilas de ambos en su hombro izquierdo.
—No hagas esfuerzos de ningún tipo ni cargues mucho peso. Te voy a dar una crema para que te la pongas en los hematomas y las zonas hinchadas cada ocho horas.
Tras recibir la crema y las instrucciones, John y Mike salieron de la enfermería escolar. Mike seguía enfadado mientras que John, apoyado sobre el hombro de Mike, caminaba lentamente.
—¿Quieres ir a la siguiente clase, o nos la saltamos?
John se encogió de hombros ante la pregunta, aunque en su interior, si por él fuera, no volvería al instituto en lo que quedaba de trimestre.
—Joder... anda, vámonos a alguna parte donde no me encuentre al capullo ese...
John suspiró de alivio y siguió a Mike a través de los pasillos, intentando caminar por sí mismo. Pasaron por la puerta principal ignorando a los profesores que los miraban, si hubiera estado John sólo en ese momento lo hubieran detenido, pero era acompañado por Mike, el líder del club de muay thai.
A ojos del profesorado, Mike, Fred y los otros líderes de los clubes de luchas eran las personas que conseguían subvenciones para el instituto, por lo que en ocasiones "especiales" los dejaban a su libre albedrío, y la paliza que recibió John era una de esas múltiples ocasiones.
John bajó las escaleras poco a poco, aguantando la respiración para no gritar de dolor.
—Bien, ya estamos fuera de esa pocilga, ¿a dónde quieres ir?
John pensó un poco antes de responder, en ese momento se acordó de la pared con sangre y arañazos.
—¿Quieres ver... la pared que te dije?
Mike miró los alrededores antes de responder.
—Sí, estaría bien estar en otro sitio.
—Vamos entonces.
John se adelantó mientras Mike se quedó mirando el otro extremo de la plaza. Allí estaba Fred, sus compañeros, un chico y Lucy, excepto ella, todos estaban riéndose mientras miraban a John cojeando.
—John ve hacia el sitio de construcción, yo voy ahora.
John dirigió su mirada hacia donde estaba mirando Mike, respiró y le cogió el brazo.
—Vale... pero no te pelees.
Mike esperó a que John doblara la esquina para dirigirse hacia el grupo de Fred.
—No sabía que el gran Fred necesitaba aliados para meterse con alguien.
Mike los miraba con odio mientras apretaba sus puños. Aunque Fred sólo seguía con una sonrisa estúpida en su cara.
—Y no los necesito, pero es distinto cuando es un... digamos, "escarmiento"...
El chico se escondía detrás de Fred, mientras que sus dos compañeros de club se situaban detrás de Mike.
—Escucha bien capullo, porque sólo lo diré una vez. La próxima vez que toques a John te romperé los brazos. A diferencia de ti, yo sólo me basto y me sobro con personas como tú.
Los dos chicos se acercaron detrás de Mike, pero antes de poder acercarse lo suficiente, el cuerpo y la pierna de Mike giró e impactó en la cabeza de ambos, tirándolos al suelo.
—Esto es sólo una advertencia, depende de ti si ocurrirá o no.
Fred lo miraba con desdén mientras Mike se marchaba.
—No tiene el título de campeón por nada.
Fred dirigió su mirada al chico detrás de él, infundiéndole temor y haciendo que se alejara.
Lucy, la cuál había estado en silencio todo el tiempo, dirigió su mirada hacia Fred.
—¿Por que uno de los chicos más fuertes del instituto defiende a ese crío?
—Según los rumores, honor. Ese "crío", John, defendió a un gato que se metió una vez en el instituto, los profesores no querían recordar el hecho de que un alumno los desafío, así que pidieron un "favor" a los líderes de los clubes de lucha, y como recompensa, nos libramos de los exámenes de un trimestre. Pero lo más gracioso es que, cuándo cumplimos nuestra parte del trato, John no derramó ni una sola lágrima, sólo se levantaba del suelo una y otra vez.
Lucy no podía entenderlo, ¿honor?, ¿estaba de su parte por defender a un gato?
—No lo pienses más, querida, son sólo rumores.
John y Mike estaban intentando ver a través de la red policial la pared cubierta de sangre sin ningún éxito.
—Parece que no era una broma... joder... debería escucharte más a menudo.
John miró a Mike.
—¿Alguna vez lo haces?
Ambos se miraron y se rieron antes de continuar andando.
—¿Sabes, Mike? ¿Nunca te has preguntado qué ocurre por la noche? ¿Nunca...?
John se tambaleó y cayó al suelo, no podía escuchar ni ver nada.
Cuando recuperó la vista, lo primero que vio fue a Mike, a Lucy y a una anciana con una túnica roja, sentados alrededor de una hoguera. A unos pocos metros se encontraba la carretera.
La anciana lo miró a los ojos, entonces John se percató de los ojos amarillos que poseía.
—Debes ser fuerte, no llores por lo que pueda pasar.
La anciana se levantó y le acarició el rostro mientras sonreía.
—Recuerda John, tres días, debes encontrarme en tres días, sino será demasiado tarde.
—¿Tarde para qué?
La anciana miró a algún lugar detrás de John. Él la siguió con su mirada y vio en la cima de una montaña un enorme ser brillante.
—Para alejarnos de Sundrac.
El ser dorado desplegó sus alas y rugió antes de que John se desmayara.