Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 19

John miraba a todos los soldados alrededor de su casa.
 —Supongo que queréis esto.
Tras sus palabras, tiró el cuerpo en su mano, haciendo que aterrizara al lado de la cabeza. Varios soldados cogieron con fuerza sus rifles, preparándose para disparar a John, aunque éste se dio cuenta.
—Solo avisaré una vez, quien dispare, perderá ambos brazos.
Los soldados que cogieron sus rifles los soltaron dejándolos caer al suelo. Sus caras mostraban su temor hacia John.
Justo cuando John iba a volver a entrar a su casa, un disparo hizo eco en todo el lugar. Los soldados abrieron paso a la vez que mantenían una postura firme, con los rifles en sus hombros y la mano en su frente. En unos pasos, un hombre musculoso se quedó mirando a John, pero sabiendo que empezaron los soldados, John miró a ese hombre, desafiándole.
 —Soy el general Paul, del Ejército de Defensa Nocturno. ¿Debo suponer que eres un Protector?
John no contestó, simplemente se quedó mirando a Paul.
 —Tus ojos y uñas son increíbles, ¿eres un Protector descendiente de algún héroe?
John siguió sin contestar.
Debido a que John se negaba a contestar, Paul se giró, preparándose para irse, aunque antes de que pudiera dar un paso, John le habló.
 —A diferencia de los otros soldados, tú tienes un alma pura, por lo que te daré un consejo, algunas veces tienes que plantar cara a tus miedos.
Paul, con ánimos renovados, volvió a mirar a John.
 —¿Cómo has podido ver mi alma?
 —Los ojos de un dragón ven a través de todo.
Al oír que el hombre frente a él era el descendiente de algún héroe relacionado con dragones, rápidamente siguió preguntándole.
 —¿Ayudarás cuando empiece?
John simplemente asintió, haciendo que Paul olvidará el hecho de que mató a uno de sus hombres 
 —Sé que es precipitado, pero ¿te importaría acompañar a mi escuadrón? Hay protectores en los demás escuadrones, pero todavía no han asignado a nadie para mi escuadrón, y tenerte sería un gran impulso para abarcar más terreno y frenar la destrucción de los monstruos.
Cuando Paul vio que John asentía de nuevo, su corazón se saltó un latido. Si se llegara a unir a su escuadrón, daría un gran salto en cuanto a la caza de monstruos y protección de los pocos civiles que quedaban en la ciudad.
 —¿No estarás pensando en alistar a un civil en la batalla de esta noche Paul?
Paul se giró. Por donde había venido, también apareció Arthur, aunque estaba mirando fijamente a John.
John, en menos de un segundo, apareció frente a Arthur. Ambos se miraban a los ojos sin parpadear, aunque había una diferencia entre ambos, Arthur lo miraba con un gran orgullo y egocentrismo, mientras que John lo miraba sin darle importancia.
 —Señor, este civil es claramente un Protector, ¿por que no se podría unir a mi escuadrón?
Arthur señaló a la casa de John, en la puerta estaba Guilea mirando a ambos.
 —¿L-La Bruja de la Naturaleza?
Arthur sonrió, su mirada seguía puesta en los ojos de John.
 —Tú decides general, si lo unes a tu escuadrón, lo consideraré como un acto contra la humanidad.
Paul sabía a lo que se refería Arthur, con su poder militar y el apoyo de la iglesia podrían quitarle el puesto de general en el mejor de los casos.
 —Y-Yo... señor...
 —Te lo dije antes general, planta cara a tu miedo con orgullo.
Paul escuchó las palabras de John, el cual seguía mirando a Arthur. Miró a ambos por un momento antes de mirar a Guilea, la cuál tenía una sonrisa que nunca antes había visto. La sonrisa de Guilea le transmitió paz y tranquilidad, sintió por un momento que no había nada a lo que temer, sintió como si el caos que trajeron los monstruos nunca hubieran aparecido.
Con una nueva resolución, apretó sus puños, enderezó su espalda y miró a Arthur.
 —Señor, informo de que en mi escuadrón se añadirán los Protectores conocidos como Guilea "La Bruja de la Naturaleza" y...
Paul miró a John por unos momentos antes de que el viento hiciera un pequeño eco en sus oídos.
 —Y John "el rey dragón"
Arthur sonrió por un momento antes de que en su mano apareció su espada de acero.
 —Entonces, por aliarte con la Bruja que quiere la extinción de la Tierra, estás sentenciado a muerte.
Arthur dejó de mirar a John y corrió hacia Paul, planeando atravesarlo con su espada.
Paul, viendo que Arthur se acercaba a él, cerró los ojos y esperó que Arthur lo asesinara. Los segundos pasaron y Paul dejó de escuchar los pasos de Arthur, solo escuchaba el asombro de varias personas, por lo que abrió los ojos.
Su mirada se tornó incrédula, John mantenía su mano cerrada en torno a la hoja de la espada de Arthur.
 —Retrocede.
Guilea apareció al lado de Paul y levantó el brazo frente a él, como si lo defendiera.
Arthur no podía creer lo que veía, John sujetaba con su mano desnuda la hoja de su espada, ni siquiera había el mas leve indicio de que estuviera sangrando.
 —La vida es uno de los mayores milagros del mundo, ¿qué te da el derecho de jugar con algo así?
Arthur miró a John con más odio.
 —Es un soldado, yo decido quién vive o muere, no por nada soy la esperanza del mundo.
La mirada de John se dirigió a Paul.
 —Has hecho bien en enfrentarte a tu miedo, pero tengo una pregunta ¿cómo has podido aguantar a éste engreído acosador?
Paul no sabía como responder, pero al ver a Guilea aguantarse la risa, comprendió que la pregunta era para Guilea y no para él, aunque también intentaba enfadarlo sin razón aparente.
John sonrió brevemente antes de apretar su mano, en ese momento, la espada de Arthur se rompió en pedazos.
 —Tienes suerte de que no sea Excálibur. General, tu sentencia puede esperar, de momento serás revocado de la defensa de hoy y mañana, tu escuadrón ayudará a los escuadrones traseros.
Arthur se giró y volvió antes de mirar a Guilea con ojos de lujuria. En su interior se prometió a sí mismo que, si encontraba a John en la noche, acabaría con él.
Los soldados siguieron a Arthur, dejando solos a Guilea, a John y a Paul.
 —Perdí mi trabajo...
Eso era lo único en lo que podía pensar Paul.
 —No lo has perdido general. A partir de pasado mañana, después de que todo el mundo se entere de que estuviste en el grupo que pudo derrotar a Sundrac, nadie, ni siquiera Arthur, podrá tocarte.
Paul miró a Guilea, la cual parecía muy convencida de lo que hablaba.
Sin saber qué contestar, Guilea señaló a John.
 —Guilea, ¿de verdad que mañana por la noche aparecerá ese lagarto dorado?
 —Si, debería ser varios días después, pero creo que tu antepasado tiene algo que ver.
John sonrió y miró al sol.
 —Parece que voy a poder hacer dos cosas a la vez, vengarme por el viejo psicótico y enseñarle al acosador una lección.
Paul escuchó las palabras de John sin dar crédito.
 —¿Sabes que Sundrac tiene un largo de 4 kilómetros y un peso total de más de cien toneladas? Al menos eso es lo que se ha descubierto de las pocas fotos que se le han podido hacer.
 —Eso solo significa que no es un lagarto... es un lagarto gordo con sobrepeso.
Paul no entendía el razonamiento de John. ¿Qué le daba esa confianza? ¿Cómo podía decir que Sundrac, un monstruo de pura oscuridad, era un "lagarto gordo"?
Guilea miró la mano de John, y le preguntó 
 —¿Estás bien?
 —Esa espada estaba afilada...
Paul miró la mano de John con la que había sujetado la hoja de Arthur, en la cual había un corte profundo que Guilea intentaba curar, aunque John se movía y se quejaba.
 —Quédate quieto John.
 —Estás cosiéndolo y me duele la herida ¿Cómo quieres que esté quieto?
 —¿No eres un dragón? Aguanta el dolor como uno.
 —Decirlo es fácil cuando no eres tú a la que cosen.
Paul empezó a entender el comportamiento de John, era una persona completamente distinta con ella, en cambio, con Arthur se mostró hostil e incluso lo acusó de ser un acosador.
 —Tal para cual. ¿No opina usted lo mismo?
Paul miró al hombre que estaba a su lado.
 —Prefiero no opinar sobre su relación.
 —No debe ser tan reservado. ¿Cómo debería llamarlo?
 —General Paul, aunque prefiero Paul.
El hombre sonrió y de su chaqueta sacó una petaca de plata de la que dio un trago.
 —¿Quieres Paul? Es whisky escocés de la mejor calidad, aunque prefiero el vino con unos años ya que es la sangre de Papá en cierto sentido, pero como recordé que a John le gusta el whisky decidí traerme un poco del infierno.
Paul miró al hombre con desconfianza, empezó a creer que era un loco que le había hablado sin motivo.
Guilea miró al hombre al lado de Paul y se sorprendió.
 —¿Qué haces aquí Lucifer?
 —Estaba aburrido en el infierno y decidí venir y celebrar que John a bautizado a Sundrac como "lagarto gordo", aunque yo cambiaría el "gordo" por otra cosa, como "títere".
 —No hables antes de tiempo.
John y Paul no entendían la conversación entre ambos. Ni siquiera entendían porque un hombre se haría pasar por Lucifer, el gobernante del infierno.
Al mirar a John, Lucifer sonrió y le ofreció la petaca.
 —Pruébalo viejo amigo, es un whisky escocés de contrabando con una graduación de 42,9.
Guilea miró a John, el cual estaba entre la duda y la confianza, y bebió un largo trago.
Lucifer se mantuvo sonriente todo el rato hasta que John le devolvió la petaca.
 —¿Y bien?
 —Horrible...
Lucifer bebió un trago de lo poco que quedaba en el interior y miró a Guilea, haciéndola entender la situación.
 —¿John has conocido alguna vez a Lucifer?
 —No... pero es una sensación rara...
 —¿Por que?
Guilea no preguntó, sino Lucifer.
 —Siento que te conozco de algo, pero a la vez no... es una sensación rara.
Guilea sonrió hacia Lucifer, el cual le hizo una reverencia con la cabeza antes de que entrara al interior de la casa de John.
 —John, tú y Paul mirad en toda la casa y buscad cualquier cosa que pueda usarse de arma, yo y Lucifer tenemos que hablar de varias cosas, después hablaremos sobre esta noche.
Tras esas palabras, John y Paul se dirigieron al sótano, mientras que Lucifer y Guilea se fueron al jardín trasero.




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