Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 20 (V2)

En la cima de la montaña, Lucy miraba a John enfrentarse a Arthur. Su sonrisa se volvía cada vez mas cínica cuando vio como John sujetaba la hoja de la espada con su mano desnuda.
—Todavía no ha madurado pero es ya tan fuerte...
Lucy se giró y miró sus alrededores, le había parecido sentir que alguien la miraba.
—Empuñando el odio, mató al monstruo...
La voz de un hombre que recitaba un cuento resonó en los oídos de Lucy, cuando se giró, un hombre en una túnica dorada cubierta de suciedad y sangre flotaba en el aire.
—¿Quién eres?
El hombre saludó a Lucy con una reverencia.
—Puedes llamarme Omega, y quiero que me hagas un pequeño "favor".
Lucy miró a Omega mientras veía que su rostro debajo de la capucha era un agujero negro.

Guilea y Lucifer se encontraban en el jardín, ambos discutiendo lo que debería ocurrir o cómo deberían actuar.
—Tenemos a John, aunque todavía no ha asimilado el poder de Pyhryus por completo, y también tenemos a un general de ejército sin ningún tipo de poder. ¿Y Mike?
—Con Uriel, le está ayudando a hacer algo, una especie de prototipo de un arma, y entre otras cosas le ha hecho hacer varios viajes al espacio.
—Eso tampoco ayuda. Y ni tú ni tu hermano podéis aparecer todavía, no quiero arriesgarme a que Omega os vea y perder el ataque sorpresa... eso me deja a mi como única opción viable de defensa.
—No exactamente...
Lucifer sacó un mapa de la ciudad, algunas calles y plazas estaban tachadas con una "X" roja.
—Según Mike, los sitios señalados son lugares donde pondrá sus "experimentos" y que serán seguros durante cierto tiempo.
Guilea observó el mapa completamente, los lugares con una "X" hacían un dodecaedro alrededor de la casa de John.
El mapa también cubría la montaña cercana, pero toda la montaña estaba pintada de rojo a excepción de la cima que estaba pintada en negro.
—¿Por qué está esa zona en negro?
—Según Mike, o al menos eso me ha dicho Uriel, Sundrac aparecerá esta noche y no mañana, y es ahí donde aparecerá.
Guilea miró a Lucifer extrañada.
—Un humano no puede tener ese tipo de poder, incluso Uriel no puede adivininarlo. ¿Cómo lo ha hecho?
Lucifer hizo una mueca, casi como si incluso el mismo no lo entendiera.
—Haciendo cálculos, y no solo matemáticos, también astronómicos y geográficos.
Guilea pensó por unos momentos, al volver a mirar a Lucifer su rostro se volvió completamente serio.
—Luci, por favor, dime que su antepasado no fue un genio y que no creó un arma de destrucción masiva.
Lucifer no respondió a Guilea, simplemente se giró y se marchó.
Lo único que Guilea tenía en su mente eran los futuros quebraderos de cabeza que le traería este universo.

Paul y John se encontraban en el sótano, aunque no había nada que pudiera usarse como arma. Lo único que encontraron fueron álbumes de fotos y un vestido de boda plateado con un broche de medialuna en el hombro.
Paul había estado mirando el vestido desde que lo encontraron, estaba hechizado por su belleza y pureza.
—Sir John, ¿este vestido lo usó tu madre?
John miró a Paul y luego al vestido. Al mirarlo, sin que ninguno se diera cuenta de ello, una lágrima se deslizó por la mejilla de John.
—No... bueno... no lo sé, aunque si sé que el vestido de mi madre era blanco y no tenía ese estilo.
Poco después, otra lágrima cayó de los ojos de John, aunque a diferencia de la primera, Paul sí que lo vio.
—¿Ocurre algo? ¿Por qué estás llorando?
John se tocó las mejillas cuando escuchó a Paul. Por alguna razón, John no podía parar de llorar, aunque sus ojos no estaban enrojecidos en ellos se podía ver una gran tristeza.
—Supongo que el polvo se ha metido en mis ojos, eso es todo.
En ese momento, Paul suspiró mientras sonreía y se sentaba en una caja. Del bolsillo en su chaqueta militar sacó un paquete de cigarrillos sin marca y un mechero.
—Conozco esa sensación, y por eso sé que no es algo malo, pero tampoco algo bueno. Mirar una foto, un objeto, e intentar recordar algo que sabes que ya no está... aunque eso es el fundamento base de la vida. Todo lo que tiene vida, tiene un principio, y consecuentemente, un fin.
John sonrió brevemente antes de mirar a Paul.
—Eso lo sé, incluso tu y yo moriremos algún día.
Paul fumó su cigarro tranquilamente, pensando cómo expresar lo que quería decirle a John.
—Mi primera misión en el Ejército de Defensa Nocturno fue en el Polo Norte. Según lo que me informaron era un enjambre de alrededor de cien Wendigos. En la mañana del día siguiente solo tres de nosotros seguíamos vivos; yo, Arthur y un cura. En solo cuestión de horas perdí a mi esposa, por lo que al regresar le pedí a un Protector que me bloqueara los recuerdos de esa noche...
John miró a Paul en silencio, aunque sus ojos humanos habían cambiado por sus ojos de dragón.
—Pero el acosador ordenó que te bloquearan todos los recuerdos para volverte un mejor soldado. ¿Cierto?
Paul no contestó, simplemente asintió y mantuvo su cabeza mirando al suelo, aunque John pudo ver un brillo que descendía al suelo, sus lágrimas.
—Con el tiempo me di cuenta, por lo que visité a otro Protector, aunque éste era distinto, es uno de los que están en contra de los actos de la iglesia. Con su ayuda recordé algunas cosas, pero sigo sin recordar su rostro... su voz... incluso su nombre...
John se levantó y subió escaleras arriba. Lo único que pudo ver de Paul fueron sus puños, tan apretados que emanaba sangre de ellos.
Guilea, en el exterior, apoyada en la pared y sentada en el suelo, escuchó toda la conversación entre ambos a través de una pequeña ventana en la parte inferior de la pared.
—Creo que no debí dejar el vestido allí...
Tras suspirar, miró al cielo, en el horizonte el sol comenzaba a apagarse.
—Si Mike no se equivoca... esta noche será especial... quizá demasiado.
En el cielo, Guilea podía ver a Uriel de un lado a otro con múltiples cables, vigas, cajas de herramientas, y otro tipos de objetos. Si la ciudad no estuviera desierta y el ejército con los Protectores no se quedaran en el exterior, habría sido una gran conmoción.
—Si no me equivoco, hay muy pocas personas que sean capaces de hacer cálculos tan exactos. Este universo... ¿por qué siento que es mas peligroso que de costumbre?
Guilea miró a la derecha, allí se encontraba, a varios kilómetros de distancia, la montaña donde supuestamente aparecería esta noche Sundrac.
—John no está preparado para enfrentarse a un dragón, mucho menos si es un dragón único en su clase como lo es Sundrac... ¿Qué debo hacer? En el universo anterior pudo vencer a la Bestia de Gèvaudan gracias a que su subconsciente recordaba como invocar sus armas y mantenía sus habilidades de Cazador, aquí...
Guilea estaba tan concentrada en sus pensamientos que no notó que John se había detenido en la esquina de la pared y al verla, retrocedió.
—... aquí John ya ha usado su habilidad de asimilación con Pyhryus, pero ahora no sé qué hacer. ¿Debería dejar que luche con Sundrac, o deberíamos huir todos?
John escuchó las palabras de Guilea sin decir nada, solo él sabía qué pensaba hacer, y tras escuchar a Guilea, su mente rondaba un pensamiento que solo haría un temerario o un idiota... dejarse llevar por sus emociones.




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