Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 24 (V2)

Mike dejó en el escritorio el libro que Guilea entregó a Uriel tras leerlo dos veces.
Suspiró profundamente y abrió en el ordenador el bloc de notas, en él anotó las cosas que comprendió y las que no entendió, ordenándolas según el orden en el que las leyó.

«El diario, según Uriel y Lucifer, perteneció al Conde Drácula en el universo anterior (aunque siguiendo la lógica, es imposible que existiera otro universo anterior al actual, y que fuera exactamente igual en todos los aspectos, ya sea historia o personas). Aunque debo hacer una recalificación, si leo el "supuesto diario" sin las anotaciones de Guilea parecería que ha sido escrito, con todo lujo de detalles, por una persona moderadamente inteligente, aunque también hay cosas inexistentes como las "Perlas del Infierno", por lo que si lo leo como tal, se podría considerar como una lectura satisfactoria a la par que interesante con diferentes puntos de vista y abarcando temas diversos.
En cambio, si adjunto la lectura con las anotaciones, la mayoría de las cosas se complican, ya que empieza a hablar, entre líneas, de una especie de ser, o criatura, que existió antes de que el universo tomara forma, llamado por Drácula, la "Deidad Primigenia". La supuesta "deidad" es, por así decirlo, una mujer, aunque según una anotación de Guilea puede tomar la forma que quiera o desee, por lo que no estoy seguro si decir que es de un sexo u otro.
En las siguientes dos páginas habla de una teoría de la que no tengo conocimiento alguno, la "Teoría del Caos Multilineal Temporal", algo absurdo que apenas tiene sentido. Por lo que he entendido al leerlo, está basada en la Teoría del Caos, pero esta va mas allá de lo humanamente entendible, ya que empieza a afirmar que existen otros universos paralelos con diferentes desarrollos que se forman de la infinitud de decisiones que toma cada persona.
Al pasar esa "Teoría", Drácula la compagina con la "Deidad Primigenia", afirmando que es el que (o la que) vigila cada universo. Poco puedo decir sobre esto, ya que siempre se ha creído en el Dios Cristiano, los dioses egipcios, los nórdicos, aztecas, u otros, nunca se supo nada sobre una deidad anterior.
Y cuando llegué a "digerir" esta compaginación, el resto del diario está en blanco a excepción de una página. Dicha página está escrita por el puño y letra de Guilea, y en ella escribió sus pensamientos internos sobre este "universo", considerándolo "peligroso" e incluso "insalvable" e "inestable". Aunque también escribió unas líneas bastante interesantes a la par que siniestras.
Estas líneas las escribió en rojo, y en ellas afirmó varias veces que en ciertas ocasiones se sentía vigilada e incluso con riesgo de morir, llegando a escribir que una noche se vio a si misma, exactamente igual y vistiendo lo mismo (aunque yo personalmente lo catalogaría como espejismo o alucinación, ambas causadas por estrés). Dicho espejismo lo llamó "Eliminador".»

Mike suspiró y guardó lo que había escrito en un archivo encriptado con contraseña antes de moverlo a través de un puerto USB conectado al saltamontes metálico. Tras hacer esas cosas, juntó sus manos y cerró sus ojos.
—Uriel, ven.
Una pequeña ráfaga de aire se introdujo en la habitación al pasar unos segundos.
—¿Has conseguido descubrir algo del diario?
Mike se estiró y miró a Uriel.
—A parte de unas pocas hipótesis, necesito mas información para comprenderlo completamente. Además, algunas páginas están escritas en alemán antiguo y algunas palabras no existen, ¿sabes el coñazo que es aprender alemán? ¿Vosotros habéis encontrado a John o al rubiales que se lo llevó?
Negando con la cabeza, Uriel desplegó un mapamundi en el que América, Oceanía y la Antártida estaban tachadas en negro.
—Hemos buscado en estos tres continentes y no ha habido suerte, cuando me llamaste, yo y Luci estábamos en África.
Mike miró una de las pantallas y tocó un icono, mostrando la cámara panorámica de uno de sus drones. Al ver que era la catedral de Roma, Uriel miró el mapa.
—Deberías dejar de vigilar ese sitio, allí están todos los Protectores reunidos, sería un suicidio intentar entrar.
—No ha habido ningún movimiento desde hace tres días.
Uriel, al escuchar esa afirmación de Mike, guardó el mapa y se fijó en la pantalla.
—¿Desde hace tres días? Eso no debería ser posible, el Papa debería haber salido al menos para rezar en el balcón.
Mike negó con la cabeza y pulsó unos botones en el teclado, acercando la imagen. No había ningún movimiento, las cortinas ondulantes por el viento no mostraba a nadie tras ellas.
—Lo he vigilado por 61 horas y 24 minutos, desde que pude instalar en la casa de John un ordenador y envié a uno de mis bichos metálicos, créeme cuando te digo que sé de lo que hablo.
Uriel se encogió de hombros.
—Aún así, ¿por qué la residencia del Papa y no otro sitio?
—Lógica. El caza donde se llevaron a John y al rubiales tenía una cruz, por consiguiente, cabría esperar que sean de una rama de la iglesia católica, lo cual me llevó a vigilar la iglesia principal de la religión católica. Además, si lo hubieran sacado del planeta me habría dado cuenta ya que tengo en la Luna mi propio satélite de vigilancia, por lo que deberían estar en algún lugar del mundo.
Uriel se quedó mirando a Mike, como si no comprendiera de donde sacaba el tiempo necesario para hacer tantas cosas e inventos.
—Antes de que te vayas Uriel, quiero darte dos cosas, son prototipos pero funcionan en un radio de mil kilómetros cuadrados.
Mike buscó en el cajón y sacó una caja metálica, al abrirla había en su interior dos auriculares.
—Uno es para ti, el otro para Lucifer. Están conectados a mi satélite, gracias a esto no tengo que llamarte a ti o a Lucifer para que me digáis como van las cosas. Para contactar conmigo lo podéis hacer desde cualquier parte, creo... y entre vosotros en un radio de mil kilómetros cuadrados... todo eso en teoría.
Uriel sostuvo un auricular y se lo colocó en la oreja derecha, el otro auricular se lo guardó en un bolsillo.
—Mike me voy ya. ¿Necesitas que le pida a mi hermano que te envíe refuerzos del infierno para protegerte?
Mike sonrió y negó con la cabeza.
—No hace falta, ya está Paul con mi propio armamento ligero, en el peor de los casos usaré mi Arma Genética de Antimateria Mark 2.
Al oír que Mike todavía guardaba el arma que hizo que Sundrac se derritiera, su espalda se congeló dándole un escalofrío.
—Además, hace días que tú y tu hermano no dormís o coméis algo, venid esta noche para cenar y discutimos dónde podrían tener a John.
Uriel asintió y desplegó las alas, desapareciendo con una oleada de viento.
Mike miró la pantalla y empezó a comerse las uñas.
—¿Dónde has puesto a John, rubito cabrón? Tendría que haber alguna forma de detectarlo... por sus pulsaciones o su calor... espera... soy un idiota.
Mike conectó al saltamontes metálico al ordenador y comenzó a darle órdenes al saltamontes que vigilaba la catedral, el cual comenzó a remodelarse y al cabo de unos minutos, la pantalla se volvió azul con miles de puntos rojos en movimiento.
—Ya me extrañaba que estuviera tan desértico.
Mike sujetó el saltamontes y lo besó.
—La tecnología nunca falla.
Tras unos minutos de vigilancia, Mike giró la silla y cogió su saltamontes metálico.
Lo desmontó y comenzó a ensamblarlo de nuevo, a los pocos minutos, tuvo una idea de qué sistema defensivo podría añadirle, por lo que cogió su Arma Genética de Antimateria y le quitó el tanque de líquido negro cuidadosamente.




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