Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 25

Mike, Lucifer y Uriel miraban desde las alturas el Vaticano.
En un principio, Lucifer optó por entrar usando la fuerza bruta, mientras que Uriel quería entrar pasando desapercibidos, y Mike por su parte quería usarlos para probar sus prototipos, por lo que ninguno aprobó el método de los otros queriendo que se aplicara el suyo.
—Lo mejor sería una gran entrada, para ello podríamos probar mi nueva bomba en miniatura de hidrógeno.
Tras escuchar las palabras de Mike, tanto Lucifer como Uriel lo miraron como si estuviera loco.
—Si el objetivo fuera exterminar a todas las personas en el interior lo apoyaría, pero John también moriría.
Mike miró a Lucifer extrañado.
—Creía que John no moriría tan fácilmente.
—John es un humano "especial" según lo que dijo Guilea, pero no deja de ser humano y tener las mismas debilidades de un humano, si el corazón se le para o pierde demasiada sangre, obviamente, moriría. Y esa bomba que tu quieres usar Mike, sería suficiente para convertirlo en polvo.
Lo que Uriel explicó no eran mas que sus suposiciones ya que Guilea nunca mencionó nada de lo que hacía a John "especial".

En la distancia, un hombre vestido con pieles de animal se acercaba al Vaticano. El cabello de este hombre le llegaba a la cintura y su color, al igual que el de sus ojos, era plateado.
Al verlo acercarse, varios soldados levantaron sus armas y lo apuntaron antes de ordenarle que se marchara, aunque este hombre los miró a ambos y negó con la cabeza.
—No sois dignos de luchar en mi contra.
El hombre siguió adelante mientras que de su sombra salían diversas criaturas como kobolds, goblins, trolls y orcos.
Al ver a los monstruos, los soldados pulsaron un botón rojo en un dispositivo circular antes de disparar contra varios goblins y trolls, pero debido a la capacidad regenerativa de los trolls, las balas para ellos eran como la picadura de un mosquito, curándose justo después de expulsar el casquillo de bala.
Justo cuando un troll iba a atizar a los soldados con un árbol en su mano, por un breve segundo, el aire alrededor dejó de existir y nadie pudo respirar, al segundo siguiente, la parte superior del troll desapareció, dejando caer sus piernas inertes en el suelo y trayendo consigo un temblor. El hombre, que había presenciado la muerte del troll, supo que había mas personas alrededor.
—Un truco interesante, matar a un troll casi al instante, sin embargo, insuficiente para impresionarme.
El hombre escribió algo en el aire y en el momento siguiente, Lucifer y Uriel que sujetaban a Mike desde su espalda, aparecieron.
El arma que Mike usó era la bomba en miniatura de hidrógeno, pero debido a que estaban demasiado lejos, no tuvo mas remedio que dispararla con un prototipo de lanzagranadas y con su retroceso, Lucifer y Uriel lo sujetaron por la espalda para que no volara varios kilómetros.
—Tres humanos con poder superior, sin embargo, no es comparable al hijo de Pyhryus.
Cuando miraron al hombre y lo reconocieron, Uriel y Lucifer con el rostro pálido, desplegaron sus alas e intentaron volar, sin éxito.
—Un poder de inteligencia, y dos poderes de lo que parece ser medio-ángel. Decidme, ¿dónde se encuentra el hijo de Pyhryus?
Mike resopló al ver la palidez de Lucifer y Uriel, sin miedo sacó su Arma Genética de Antimateria y la apuntó al hombre.
—Te daré una oportunidad antes de que tengas un colapso genético... vete al interior de ese edificio.
Mike apuntó al Vaticano con su mano restante. Pero a diferencia de lo que esperaba, el hombre lo ignoró y continuó su camino hacia el Vaticano.
Al verlo alejarse, Mike lanzó un suspiro y miró su Arma Genética, todo el cañón estaba congelado por lo que si llegaba a disparar el desastre sería inconmensurable, ya que la antimateria líquida corroería el arma al no poder salir del cañón.
—Ese tío es un salvaje, si no llego a darme cuenta de la bajada de temperatura en el mango, creo que a estas alturas no solo el Vaticano, también varios kilómetros cuadrados a la redonda no existirían. Luci, Uriel, ¿lo conocéis?
Lucifer miró a Mike con el rostro todavía pálido.
—Pertenece al panteón nórdico, y debido a que su futuro es matar a Odín, nadie quiere buscar problemas con él.
Mike miró al hombre y sonrió.
—Entonces, ¿ese tío es Fenrir?
Lucifer asintió y Uriel sacó el diario de Vlad.
—Según Guilea, en el universo primario de John, el logró vencerlo antes de ganarse el respeto de los Dioses Nórdicos, pero no dice cómo logró vencerlo.
Al escuchar esas palabras, Mike miró el diario.
—Eso no lo he llegado a leer.
Uriel esbozó una leve sonrisa y le mostró el diario a Mike, a sus ojos seguía en blanco.
—Guilea lo hizo así para que no interfieramos mas de la cuenta, incluso hay una página que ni Luci ni yo podemos ver. Pero supongo que con el tiempo más páginas podrán leerse, al fin y al cabo, estamos hablando de que lo hizo Guilea, y ella es la primera humana capaz de cruzar universos, algo que solo Padre puede hacer.
Mike ignoró las últimas palabras de Uriel y miró a Fenrir, el cual había convertido todo el Vaticano, a excepción de la puerta, en hielo.

Fenrir se sentó frente a la puerta, esperando, y a los pocos minutos, con una dignidad y orgullo absoluto, Arthur salió del Vaticano.
—¿Debo suponer que eres un Protector que quiere mi título de Esperanza de la Humanidad?
La cara de Fenrir mostraba aburrimiento, ni siquiera escuchó las palabras de Arthur.
—¿Eres el hijo de Pyhryus? Si no lo eres vete de mi vista si no quieres ser destruido.
Arthur miró a Fenrir con superioridad y en su mano apareció su espada, que cuando Fenrir la vio, suspiró y negó con la cabeza.
—Tú eres el hijo del rey Arturo, no obstante, no tienes a Excálibur en tus manos, tienes a Caliburn, por lo que de poco te servirá amenazarme con esa espada mágica.
Arthur se crispó. Solamente él sabía que su antepasado no le entregó la Excálibur original, sino que le entregó la espada Caliburn, por lo que al oír esas palabras de Fenrir, Arthur se resolvió a asesinarlo y silenciarlo ya que si se sabía que no poseía la Excálibur perdería el apoyo de una gran parte de la iglesia y con ello parte de su control sobre el ejército.
Arthur sujetó con ambas manos su espada y saltó hacia Fenrir, con una velocidad vertiginosa, comenzó a atacar a Fenrir aunque no lograba ver si le acertaba algún golpe. Para su sorpresa, después de lanzar su estocada, Fenrir sujetó la hoja de Caliburn entre las palmas de sus manos y una vez que Arthur bajó la guardia, congeló el área de sus rodillas hasta el suelo en un bloque de hielo. Tras eso, Fenrir soltó la hoja y miró a Arthur con seriedad.
—¿Dónde se encuentra el hijo de Pyhryus? Contesta a la pregunta y recibirás una muerte honrosa y rápida, digna del linaje Pendragon.
Arthur miraba a Fenrir, pero su mente solo era capaz de pensar en algo, la fuerza y el legado que poseía John. Si lo hubiera logrado controlar, pensaba que el hombre frente a él en estos momentos no serían mas que cenizas y polvo, pero por el momento necesitaba huir y encontrar la verdadera Excálibur, por tanto, tendría que buscar a la Dama del Lago y exigirle que le diera lo que le pertenecía por derecho.
Arthur señaló el interior del Vaticano y miró al suelo.
—En el interior.
Fenrir resopló y fue a agarrar a Arthur, pero en el último momento, todo el espacio a su alrededor se congeló, como si el espacio estuviera condensado y evitando que se moviera. Fue en ese momento que apareció un hombre con una túnica dorada cubierta de manchas de sangre, Lucifer y Uriel no pudieron evitar temblar levemente cuando vieron a ese hombre, haciéndoles recordar lo que ocurrió en su universo.
Al verlos, Omega miró a Lucifer y a Uriel y les saludó con la mano.
—No pensaba que ambos vivíais todavía, ¿como está Guilea? Cierto, murió tontamente con mi juguete.
La sangre de Lucifer empezó a hervir, sus ojos se volvieron rojos y apretó los puños con impotencia, si fuera lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a Omega, lo haría gustoso.
—La lástima que hoy no vengo por vosotros tres, ni tampoco vengo a hacerle una visita a mi viejo conocido, he venido a por ti.
Omega señaló a Arthur, el cual tampoco se podía mover. Pero en ese momento, Omega fue el único que miró al Vaticano, ya que por un breve segundo, había sentido un peligro extremo, y ese tipo de peligro solo podía venir de una persona que él mismo recordaría siempre, John utilizando su habilidad de asimilación.




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