Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 27 (V2)

El interior del Vaticano estaba en completo desorden, desde que Arthur fue a encontrarse con Fenrir, ningún soldado o Protector decidió ir afuera.
John, por su parte, estaba con todo su cuerpo encadenado. Había intentado deshacerse de las cadenas usando su fuerza, pero ni siquiera mostraron un indicio de que se rompieran, por lo que se dio por vencido.
—Parece que estás en problemas.
John conocía esa voz, al mirar fuera del calabozo estaba Lucy, con la misma mirada sin emociones.
John no sabía qué responderle, ya que sus sentimientos eran caóticos y muy desordenados, sobretodo después de que Guilea murió contra Sundrac.
—No importa lo que hagas, esas cadenas están bendecidas, alguien con sangre de monstruo como tú no podría romperlas aunque tuvieras el poder del mismo universo.
Lucy simplemente habló y apuntó las cadenas con su dedo, haciendo que John dejara de forcejear.
—¿Qué quieres?
Lucy se sorprendió, John siempre le hablaba con cortesía debido a que estaba enamorado de ella, pero por primera vez, le habló de manera firme.
—Quiero hacer un trato contigo, yo te puedo liberar de las cadenas pero tienes que darme algo.
John miró con desconfianza a Lucy, por lo que ella se apresuró a hablar.
—Sólo quiero una gota de tu sangre, no quiero nada mas.
John, sin decir nada, cerró los ojos y se sumió en sus pensamientos. Obviamente, sabía que tenía la sangre de Pyhryus, una criatura que rivalizaba con los dioses, por lo que si entregaba su sangre, con la ciencia actual, podrían remover sus genes y buscar los genes de Pyhryus. Aunque no sabía con qué objetivo, podía imaginarse que sería muy peligroso que un mortal encontrara genes inexistentes de una criatura así, ya que este gen tendría el código genético clave de toda una raza.
Al ver a John en silencio, Lucy simplemente resopló y caminó lejos mientras hablaba.
—Aunque tengas fuerza, sigues siendo el mismo inútil, ni siquiera pudiste salvar a mi hermana Guilea.
Cuando las palabras de Lucy llegaron a los oídos de John, éste sintió que los pulsos de su corazón le dolían, casi como si tuviera fuego en vez de sangre. Sin que se diera cuenta, las cadenas que tocaban su piel comenzaron a derretirse y se unían a su piel.
—No tienes derecho...
Lucy miró detrás suya y miró a John.
—¿Qué has dicho? No suelo escuchar a los inútiles.
John miró a Lucy, y ella se estremeció al ver que los ojos de John cambiaron a sus ojos rojos de dragón, pero lentamente, el tono rojizo se volvía gris metálico.
—¡No tienes ningún derecho a hablar de ella!
Lucy se fijó entonces en las cadenas que estaban siendo absorbidas por el cuerpo de John.
Puede que John no se diera cuenta, pero las cadenas a su alrededor se derretían y se introducían en su piel, hasta el punto que no tenía ninguna cadena que lo sostenía.
—¿Ésa es la habilidad de asimilación?
Cuando el último trozo de metal derretido se introdujo en John, una presión sin forma envolvió el aire, obligando a Lucy a desaparecer.
A John le empezaron a crecer alas y escamas grises metálicas. Con la vista puesta en el techo, saltó, atravesando la tierra, el hormigón y el pavimento hasta que logró salir a la superficie, aterrizando frente a Fenrir, Arthur y Omega.
Las manos de Omega temblaban, ya que las escamas grises de John le decían que había asimilado un elemento de metal.
Arthur solo lograba mirarlo, pero no con desdén, sino con miedo, ya que las cadenas con las que lo ataron estaban bendecidas y eran irrompibles si lo intentaba un monstruo.
Fenrir lo miró y se dirigió a él.
<¿Por las similitudes que tienes con un dragón, debería suponer que eres el hijo de Pyhryus?>
John lo miró sin contestar su pregunta, en cambio le preguntó.
<¿Dónde... está... Lucy?>
Su voz se asemejaba a una bestia, por cada palabra que salía de su boca, emitía un leve gruñido.
Fenrir resopló y congeló todo el cuerpo de John.
<Eres débil.>
Al decir esas palabras, una leve y mínima grieta apareció en el hielo, obviamente, John había escuchado esas palabras de Fenrir, recordándole las palabras de Lucy y el momento que Sundrac atravesó a Guilea.
Fenrir no era consciente de John, pensaba que había muerto en el interior de su hielo, por lo que caminó hacia el Vaticano con intenciones de destruirlo. En cambio, Omega miraba a John en el hielo, si no lo conociera pensaría igual que Fenrir, que atraparlo en el hielo lo mataría, pero lo conocía como a sí mismo y sabía que un simple trozo de hielo no acabaría con él, lo que temía que ocurriera es que perdiera el control completamente.
Omega se fijó mas en el hielo y se dio cuenta de que había una grieta, por lo que agarró a Arthur y desaparecieron en un agujero negro.
Al ver como huían, Fenrir negó con la cabeza.
<Todos son débiles.>
Cuando dijo esas palabras, Fenrir sintió un leve temblor de tierra y miró a John, su hielo se resquebrajaba cada vez mas rápido.
<¿Vas a destruirlo todo por solo unas palabras? Entonces no me cabe duda alguna, eres un inútil, enojarte porque no fuiste lo suficientemente fuerte para evitar que muriera esa hembra.>
Al escuchar sus provocaciones, Lucifer y Uriel sujetaron a Mike y alzaron el vuelo, ellos sabían que el fuego de John era varias veces mayor que una estrella, solo necesitaban recordar que apagó el sol en miniatura de Sundrac.
John, cuando se liberó del hielo, gruñía igual que cuando se enfrentó a Sundrac, pero a diferencia de aquella vez, no tomó la forma completa de dragón.
<Si ni siquiera te controlas, eso solo significa que no solo eres débil, sino que también eres muy influenciable, no me extraña que esa hembra muriera.>
John se crispó con las últimas palabras de Fenrir, por lo que se abalanzó contra Fenrir con sus garras y le arrancó el brazo izquierdo. John tiró el brazo y miró a Fenrir con confusión, Fenrir no sangraba, en cambio, donde deberían estar sus huesos y músculos había hielo del que le creció otro brazo.
<¿Eso es todo?>
John se abalanzó de nuevo contra Fenrir, tirándolo al suelo. Una vez que se mantuvo encima de él, le arrancó las extremidades y la cabeza y las quemó con su aliento de llamas grises.
Mike grabó esas llamas en su saltamontes metálico con una función de vigilancia.
Sin que ninguno lo notara, en el diario de Vlad, una página brilló levemente antes de apagarse, esa página antes en blanco, ahora estaba escrita y con múltiples notas.
Fenrir salió de esa tormenta de fuego gris y caminó hacia John con tranquilidad.
<Eres más débil de lo que pensaba, así que no creo que puedas aguantar mi verdadera forma, pero como soy benevolente, morirás sin dolor.>
Con un solo dedo, Fenrir tocó el pecho de John, en ese momento, John volvió a su forma humana y se tiró al suelo.
Su corazón había sido congelado por Fenrir.




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