Infinidad Parte 2 — Oscuridad Sin Límites

Capítulo 31

Mike se adentró en cada habitación de la casa, hasta que decidió entrar en el sótano. En un rincón había alguien que estaba temblando, mientras que en sus manos temblorosas sujetaba algo brillante.
—Así que aquí estabas. Parece que tenía razón cuando empecé a pensar que harías lo mismo que una cucaracha cobarde.
Mike dio un paso, cuando dio el paso, se escuchó el sonido de una bala, pero debido a la oscuridad y que Fred estaba temblando, el disparo impactó en la pared.
—N-N-No t-t-te acerques.
Mike no necesitó acercarse mucho mas, ya que al dar otro paso lanzó una patada hacia las manos de Fred, haciendo que éste soltara la pistola. Al posar la pierna otra vez en el suelo, giró su cuerpo y lanzó otra patada a la cara de Fred, dejándolo inconsciente.
Mike miró el sótano, había un colchón, una radio, varias sábanas, y múltiples latas en conserva.
Con una idea en mente, Mike cogió las sábanas y las ató alrededor de Fred una y otra vez. Tras hacer eso, cogió a Fred y lo colocó sobre su hombro como si fuera un saco.

Después de media hora escasa, Fred se despertó y miró a su alrededor, cuando intentó moverse, se dio cuenta de que estaba atado a una farola. Frente a él, Mike practicaba muay thai con lo que parecía ser una criatura con la mitad superior siendo un toro y la mitad inferior siendo una cabra.
Al ver que se había despertado, Mike deslizó su pierna derecha y la hizo impactar contra las patas del monstruo, haciendo que éste cayera al suelo. Una vez que la criatura intentaba levantarse, Mike aprovechó ese momento en el que tenía la guardia baja y saltó, utilizando todo su peso sobre su codo, rompiendo lo que él creía que era la columna vertebral del monstruo con un crujido que le erizó la piel a Fred.
Una vez que se aseguró que no movía las patas, Mike se giró y miró a Fred. Al lado de Fred había una toalla y una botella de agua, Mike se quitó el sudor de su frente mientras bebía agua y miraba a Fred.
—Por naturaleza, a mi nunca me ha gustado la violencia, pero meterse siempre con el mismo una y otra vez, rompiéndole los brazos, haciéndole sangrar... incluso yo estaría tentado de matar a ese tipo de personas.
Mike aplastó la botella de agua en su mano, derramando el líquido de su interior.
—Si quisiera podría romperte cada hueso, podría extraerte cada diente y uña, y nadie vendría en tu ayuda.
Mike se giró y su puño aplastó el cráneo putrefacto de un zombie, matándolo al instante.
—Eso es lo que pensaba en aquel entonces, pero con cada día que pasaba, me di cuenta de que John nunca hizo lo que queríais, nunca derramó una sola lágrima para que todos creyerais que erais superiores.
Mike caminó a su derecha, una gárgola con una espada de piedra intentó aplastarlo, pero al ser demasiado lento, Mike se colocó detrás de él y se colocó en el puño un guante de hierro. Cuando atacó la espalda de la gárgola, la resquebrajó convirtiéndola en pequeños trozos de piedra y tierra.
—Pero por supuesto, John nunca guardó odio hacia vosotros. Eso se debía a que, por cada vez que recibía vuestro maltrato, el me decía que, independientemente si se defendía o no, se hacía más fuerte.
Mike se quitó el guante y levantó su pierna a su espalda, una arpía, una mujer mitad pájaro y mitad humana, recibió el golpe en su pecho haciéndola sangrar y cayendo al suelo, inerte.
—Aunque a diferencia de John, yo sí que comencé a gestar un intenso odio. Incluso comencé a preguntarme lo que ocurriría si un día interfería y rompía vuestras piernas.
Mike se acercó al monstruo paralítico y colocó sus piernas alrededor de su cuello, con un rápido giro, el monstruo se silenció.
—Cuando empecé a pensar en hacerlo, alguien me chivó que John se había pillado por la chica nueva, Lucy. En un principio, eso me alegró, e incluso pensé en intentar hacer de Celestino entre ellos, pero cierta persona intentó intimidar a Lucy y John se puso en medio, llevándose un brazo roto por entrometerse.
Fred sintió como su sangre se congelaba, ya que recordaba perfectamente ese día, puesto que fue él quien intentaba convencer a Lucy de que fuera su pareja, y cuando la intentó amenazar, John se interpuso, siendo el objetivo de su desahogo.
—Semanas después, me enteré de que Lucy estaba con la misma persona que le rompió el brazo a John. No podía hacer otra cosa más que avisarlo y evitar alguna tragedia, cuando fui a comprar a la cafetería, sus lágrimas avivaron las cenizas de algo que hacía tiempo que no sentía, odio.
Mike se aclaró la garganta y escupió, cuando miró detrás suya, vio que Lucifer se acercaba tranquilamente con una copa de vino en su mano.
—Pero después tuve que aplazar mis ganas de aplastarte como un vulgar insecto, debido a los sucesos con Sundrac y Fenrir. Aunque gracias a eso, conocí a un hombre bastante amigable, que resultó que era el... llamémoslo "Señor" del infierno, que estuvo dispuesto a echarme una mano.
Mike se estiró mientras miraba a Lucifer, el cual tenía una sonrisa paranoica que Mike veía por primera vez.
—Hola Fred, puedes llamarme Lucifer, rey del infierno, gobernante del infierno, monarca... como te de la gana. ¿Sabes que tu celda es un lugar muy especial? Está al lado de varios asesinos y psicópatas, creo que entre ellos estaba mi viejo amigo Jack el Destripador ¿te suena? Es una persona estupenda, mis demonios torturadores aprendieron bastante de él en su día.
Lucifer sonrió y mostró sus ojos rojos, haciendo que Fred fuera incapaz de hablar. En sus pantalones empezó a crecer una mancha oscura.
—Lo mejor de todo es que allí, pueden pasar miles de horas y aquí no habrá pasado ni un día. Para que entrenes, me tomaré la libertad de presentarte a la primera amiga que hice, es una mujer con grandes "dotes" tu ya me entiendes. Se llama Lilith, aunque tiene la mala costumbre de matar lentamente a los vivos y con el mayor sufrimiento posible, perdón por eso.
Lucifer terminó de beber el vino y levantó su mano, haciendo indicaciones de que se acercara. Una mujer con un vestido blanco y el pelo negro se acercó, estaba descalza y se detuvo a menos de medio metro de distancia de Fred.
—Lucifer no voy a hacerme cargo de un niño meón.
—No es para que lo cuides, es para que lo envíes placenteramente al infierno.
Lilith miró a Lucifer y a Mike, antes de volver a mirar a Fred.
—Iros.
Lucifer sonrió hacia Fred.
—Buen viaje, espero que la estadía en el infierno no se te haga larga. ¿Nos vamos Mike? He dejado a John con Uriel, ambos se dirigían al bastón clavado en la tierra.
Mike asintió y se marchó con Lucifer. Fred, que no había hablado por miedo, empezó a gritar de dolor tras unos minutos.




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