Negando con su cabeza, Pyhryus miró sus escamas negras antes de girarse y observar la totalidad de las espadas, haciendo que tragara su saliva. Las espadas de Ouroboros se habían convertido en un número absurdo, ya que ni siquiera podía ver el cuerpo de Ouroboros o el paisaje detrás de él.
Desde que salió del espacio a través de la grieta, Pyhryus había usado su forma de dragón, aunque sus escamas seguían siendo de un color azabache profundo, lo que significaba que no tenía ni una millonésima parte del poder que tuvo hace años, pero aún así, se colocó frente a Mike con una sonrisa en su rostro.
—Dudo mucho que pueda aguantar esas malditas espadas... pero sigo siendo un dragón aunque tenga mi fuerza reducida... podré soportarlo por medio minuto, quizá menos... ¿me has escuchado? Sea lo que sea que quieres hacer... será mejor que lo hagas rápido.
Pyhryus hablaba solo, aunque debido al lazo que los unía, John lo escuchaba con total claridad.
En ese momento, las espadas se lanzaron hacia Pyhryus, ocultándolo todo en la mas completa oscuridad.
John, en lo alto del cielo, pudo ver la cantidad de espadas negras que se lanzaron contra Pyhryus, cuando se fijó un poco, pudo ver la silueta de Ouroboros con una sonrisa.
—Esa sonrisa... te la voy a borrar de la cara...
John sujetó la Lævateinn frente a él. Ahora mismo, pensaba que la única forma de vencer era intentar algo nuevo, algo que no supiera su enemigo.
John abrió su boca, lanzando llamas celestes sobre la hoja de la espada, entonces escuchó la misma pregunta.
—¿Deseas la necesidad de muchos, o el ruego de algunos?
John cerró los ojos, centrándose únicamente en hacer que la hoja ardiera con sus llamas.
—Tú, que deseas evitar el día de la tragedia, ¿estás preparado para pagar el precio?
John apretó sus manos, intentando centrarse, pero las palabras seguían resonando.
—Tú, el hombre bendecido, deseas... y estás preparado para pagar el precio. A cambio de... tomaré la vida y alma de...
John ignoró las palabras en su mente, ya que sus ojos se abrieron abruptamente y sus iris rojos miraron a Ouroboros.
Con una sonrisa, dejó de inculcar llamas en la Lævateinn, y observó cómo de la hoja emergían llamas celestes y procedió a sujetarla con ambas manos.
Cuando terminó, la tormenta de espadas negras se había acabado, Pyhryus temblaba con múltiples heridas en sus extremidades, pecho, cabeza e incluso en su espalda, aunque incluso en ese estado seguía de pie, mirando a Ouroboros con una sonrisa, y Mike no tenía ni un solo rasguño.
—Tienes suerte de que esté en mi peor momento... ¿Éso es todo lo que tienes?
Ouroboros comenzó a formar una Hoja de Tinieblas en su mano, aunque John no iba a permitir que la usara en Pyhryus.
Desde lo alto, John se dejó caer como un meteorito con la espada frente a él, apuntando a Ouroboros, a la vez, estaba sujetando la espada con toda su fuerza.
—Tomaré la vida y alma de Lucy.
Otra vez, la mente de John resonó con esas palabras, haciendo que una inmensa tristeza que intentó reprimir emergió de su interior.
Ouroboros se dio cuenta de John casi demasiado tarde.
—Aegis Máximo.
La piel de Ouroboros brilló con una luz blanca antes de volverse negra, como si no existiera nada en ese espacio, justo en ese momento, la punta de la Lævateinn se encontró con su cuerpo.
Ouroboros miró a John con lágrimas en sus ojos y tembló.
—Destrucción del Gobernante Ardiente.
Detrás de John, las llamas celestes de la Lævateinn formaron a un dragón que los devoró a ambos antes de formar un pilar de llamas que formó grietas en la tierra seguido por un gran terremoto.
Al cabo de unos segundos, las cúpulas creadas con el Aegis Reverso de Ouroboros se deshicieron, y el pilar de llamas se extinguió. Lucifer y Uriel miraban a John sin saber qué decirle, ya que John estaba llorando mientras sonreía y miraba en su dirección.
Ouroboros estaba aplastado más allá de cualquier reconocimiento, aunque cuando las grietas desaparecieron del cuerpo, Caín murió.
—Vosotros, ángeles idiotas, venid conmigo poco a poco si no queréis morir.
Pyhryus habló a Lucifer y Uriel, haciendo que ambos miraran detrás de ellos.
Lo que vieron los dejó atónitos, Guilea se dirigía hacia su dirección, aunque mantenía en su mano una espada que emitía llamas negras. Entonces entendieron la advertencia de Pyhryus, esa Guilea no tenía buenas intenciones con ninguno, aunque John no parecía que quisiera escuchar las advertencias ya que empezó a correr hacia Guilea.
Pyhryus sujetó a Mike con su brazo izquierdo antes de aparecer frente a John.
—No me lo tengas en cuenta... estoy viejo y esquizofrénico...
Pyhryus golpeó la sien de John, haciendo que se desmayara y cayera en su brazo derecho. Luego miró a Guilea.
—Tú eres la de éste universo, aunque las ondulaciones de tu alma son diferentes... me has decepcionado, dejarte controlar porque hay otra tú... ¿acaso no sabes lo que es una paradoja? Se suelen hacer para un bien mayor hembra sin cerebro...
Guilea comenzó a correr hacia Pyhryus, aunque Lucifer y Uriel lo agarraron en el aire y volaron más allá del horizonte. La ciudad ya no era segura, estaba la otra Guilea, y Omega, que apareció cerca del cuerpo inerte de Caín.
Se agachó y cogió la Lævateinn en su mano, sonriendo.
—Sólo me queda un arma sagrada y podré hacerlo...
Omega vio a Guilea con la espada en llamas negras alejarse en dirección a la que volaron Lucifer y Uriel.
—Está claro que esos necios no saben nada de los Eliminadores... por eso prefiero asesinarme a mi mismo en cada universo.
Omega creó un agujero negro frente a él, tras desaparecer en su interior, el silencio volvió a la ciudad.