Al principio del combate, John y Omega estuvieron igualados, debido a que Omega no controlaba correctamente la katana. Aunque a medida que avanzaba el combate el dominio de Omega sobre el arma mejoró considerablemente, y John convertido en un semidragón no pudo seguir igualándolo en velocidad, por lo que tuvo que dejar la ofensiva y centrarse en esquivar los golpes de Omega.
No fue hasta después de un par de minutos que John fue atrapado en una esfera de luz, permitiéndole cambiar a su Forma Dragón Armado y poder igualarlo de nuevo.
Gracias a su armadura, John evitó la muerte un par de veces, y la katana no pudo atravesar la armadura. Aunque Omega remedió ése hecho envolviendo la hoja en un aura gris, haciendo que la katana pudiera atravesar fácilmente la armadura.
Ahora mismo, momentos después del leve terremoto, John seguía esquivando la katana.
—No esperaba que fueras un cobarde. ¿Por qué no atacas?
Omega lo provocaba con una sonrisa, haciendo que John tuviera ganas de que Pyhryus o los demás aparecieran para ayudarlo.
La hoja descendió sobre el hombro derecho de John. Aunque en el último segundo fue capaz de esquivarlo, aún así la hoja pudo cortar la armadura y piel, haciéndole un corte profundo. Una gota de sangre descansaba sobre la punta de la hoja antes de que fuera absorbida por la línea verde del plano.
—No eres nada del otro mundo John... al principio pensaba que tu asimilación era casi omnipotente, ahora que tengo ésta arma, veo que me equivocaba.
Omega se rió entre dientes mientras John sujetaba su brazo derecho con dolor.
—Te contaré un secreto para que reacciones... ¿Sabes lo que le hice a Lucy?
El corazón de John comenzó a palpitar salvajemente sin control alguno.
—Planté una semillita en su interior.
Las llamas celestes brotaron de los huecos de la armadura de John, mientras que su corazón latía dolorosamente y apretaba sus puños.
—¡¿Q-Qué...?!
Omega suspiró mientras sonreía y negaba, luego lo miró, regocijándose de las acciones de John.
—Algunas veces pienso que eres retrasado. ¿De verdad has pensado que esa mujer es digna para llevar a mi hijo? Sólo preparé el recipiente para mi señor... matándola claro.
Las llamas se extinguieron a la vez que John perdía la armadura, mostrando su torso desnudo con cientos de escamas celestes. Seguía manteniendo sus pantalones, aunque sus deportes se rasgaron debido a las garras que crecían de sus pies, mientras que sus brazos estaban cubiertos completamente por escamas.
Pero lo que hizo que Omega sonriera no era su cuerpo, sino los ojos rojos de John.
—¿Vas a asimilar por completo la sangre de Pyhryus en tus genes para tomar la forma de dragón que usaste contra Sundrac?
Las mandíbulas de John se rompieron, haciéndole sangrar y mostrando sus huesos antes de que empezaran a regenerarse mientras se extendían alrededor de 10cm. La piel y músculos de la espalda, al igual que las mandíbulas, se separaron llenando el suelo de sangre mientras que dos largos huesos emergían de la herida.
Poco a poco, los dos huesos se separaron en tres huesos cada vez mas pequeños y fueron unidos por una capa de piel creciendo en ella miles de escamas celestes.
John se tambaleó mientras que de su cabeza bajaba un torrente de sangre, creciendo en sus heridas un par de cuernos afilados. La columna vertebral de John se rompió, emergiendo de la parte inferior de su espalda un parte de la columna rota, atravesando su piel y músculos.
Tambaleándose, John mantuvo sus fauces abiertas, permitiéndole a Omega ver como sus dientes se caían y eran reemplazados por otros más afilados y cubiertos de sangre. Con todo el dolor que sentía, John rugió, haciendo eco en todas las direcciones.
Cuando las escamas cubrieron toda la piel de John, si no fuera por los pantalones que a duras penas seguían sujetos a sus piernas, daría la impresión de que siempre había sido un dragón.
—¡Omega!
John gritaba su nombre mientras caminaba hacia él.
—¡Te mataré... te... mataré!
Desplegando sus alas, John se impulsó hacia Omega agarrando su cuello y golpeó su rostro, haciendo que de la nariz de Omega emergiera un hilo de sangre.
Omega sonrió y volvió a cubrir su rostro con el agujero negro en el momento que John iba a golpearlo de nuevo. El puño y parte del brazo de John fue absorbido por el agujero y comenzó a sentir como si lo estuvieran aplastando bajo miles de toneladas, por lo que tuvo que retirar su puño.
En el momento que retiró su puño, pudo ver que todo su antebrazo derecho estaba sangrando, con sus escamas agrietadas y algunas desprendiéndose.
Aprovechando ese instante, Omega clavó la katana en el vientre de John, haciéndolo rugir de dolor. Aunque cuando intentó sacarla, se dio cuenta tardíamente que las escamas hacían palanca, evitando que saliera del vientre de John.
Por su parte, John agarró el rostro de Omega con su mano derecha antes de sostenerla también con la izquierda. Inspirando todo el aire que podían permitirle sus pulmones, se acercó el rostro oculto bajo el agujero negro de Omega y expiró una incesante cantidad de llamas celestes que fueron absorbidas por el agujero.
Omega intentó forcejear, golpeando todo el cuerpo de John aleatoriamente, sin éxito alguno.
Mientras Omega forcejeaba y John expulsaba sus llamas, el grupo de Mike junto a Liliana y Uriel llegaron a pocos metros de ellos, a la vez que se comenzó a escuchar una melodía de cuna que reverberaba en todos lados, haciendo que John parara y soltara a Omega. Éste miró el altar mientras su agujero negro se desvanecía.
—Esa melodía... es...
El altar se comenzó a romper, mostrando en su interior una caja plateada con una manivela que giraba.
—Entonces la he tenido todo el tiempo... y no me di cuenta...
La katana incrustada en el vientre de John brilló antes de separarse de él, volando lentamente hacia la pequeña caja plateada.
Al mirar a John, todos pudieron ver que sus iris previamente rojos se volvieron de una tonalidad más clara hasta que se volvieron grises y completamente ópacos, como si no tuviera ningún sentimiento.