Lucifer y Uriel dejaron de pelear verbalmente. Por otro lado, el Señor C dejó a Mike y su abuelo Edward el libro de cristal.
—¿Y bien, Mike? ¿Podrías sacar de ahí la forma de matar a ese bicho?
Mike ojeaba el libro de cristal, pasando página tras página con el ceño fruncido.
—A ver... es muy complejo. Está escrito en caracteres que no reconozco... algunos son jeroglíficos egipcios, otros son alfabetos consonánticos, otros alfa silabarios... incluso tiene partes escritas en código binario... fácilmente puedo tardar entre diez y veinte años en traducir una parte del mismo, y solo serían las primeras páginas. Pero buscar algo tan específico como Ouroboros o incluso lo que hará su secta, me temo que no...
—Lástima... Era demasiado bueno para ser verdad. En fin, seguimos con el plan original, seguimos acumulando artillería.
Mike cerró el libro y se lo devolvió al Señor C, que de un modo casi imperceptible, le dijo algo en el oído.
—Puedes leerlo, pero el registro no permite que nadie altere la historia, por eso no te ha permitido la lectura. Cada historia sigue su propio curso, al igual que esta, los Tres Gobernadores y Ouroboros son solo tres peones y un caballo. Debes buscar al rey para ganar la partida al hacerle un jaque.
Mike desconfiaba del Señor C, mirándolo con el ceño fruncido.
—¿Quién eres?
En respuesta, el Señor C solo se llevó el índice a sus labios.
Con el paso de las horas, dejaron a John al cuidado de los equipos de Uriel y Lucifer. Por otro lado, en la azotea del rascacielos, el Señor C observaba el atardecer mientras que Uriel, Lucifer, Mike y Edward llegaban a la azotea y lo miraban.
Al lado del Señor C se encontraban Videth y Liliana, que lo miraban con una expresión complicada.
Para sorpresa de Lucifer y Uriel, frente al Señor C, volando en el vacío, apareció una valquiria que se arrodilló ante el, hablo algo imperceptible, y desapareció con la misma velocidad. Tras unos segundos, el Señor C se giró y miró al grupo de Mike.
—¿Te ha enviado Odín?
—Ni mucho menos, Mike. Simplemente me he involucrado entre ellos y algunos han decidido seguirme.
—¿Seguirte? Venga ya... La mayoría de los que están allí arriba son egocéntricos, recuerdo lo que hizo Papá solo porque no le gustaba la idea de la torre de babel.
El Señor C sonrió bajo la máscara y miró hacia el sol del atardecer.
—Lucifer, y tú también Uriel. Debéis saber que hay dioses que estarán siempre del lado perdedor, solo los atraje a ellos.
—¿A quienes?
—Es sencillo Mike... Afrodita, Albina, Eros, Ishtar, Milda, Hathor, Yuo Lao... Les pedí ayuda sincera, y me la ofrecieron.
El Señor C suspiró mientras cerraba los ojos con una sonrisa.
—Mike, lo que dice este hombre es cierto... ha atraído la ayuda de los dioses del amor de diversos panteones. Es inestimable una ayuda así.
Ninguno creía las palabras de Liliana, sin embargo, Edward se acarició la barba y miró al Señor C detenidamente antes de hablar.
—¿Por qué pedirle ayuda a los dioses del amor?
—Porque no quiero que mancillen un sentimiento tan puro.
El Señor C miró a los ojos a Edward, apretando sus puños.
—En principio iba a pedir ayuda a todos los dioses, pero viendo su reacción opté por solo pedírsela a los dioses del amor.
—Sigo sin comprenderlo, Señor C.
—¿No te vale eso? Bien... diré algo diferente entonces... Si Ouroboros o los Tres Emperadores quieren que John acabe con el corazón roto, entonces yo quiero que lata de emoción y alegría. Si lo que está dentro de la caja quiere matarlo, entonces yo haré que esa cosa deje de existir.
—¿Y qué ganas con ello?
—Nada... solo gano satisfacción. La satisfacción de saber que el amor es correspondido.
Pyhryus, que escuchaba todo desde la estratosfera, miraba detenidamente al Señor C sin confiar en el.
<¿Un ser tan fuerte no quiere nada? No me lo trago...>
Envolviéndose en llamas celestes, Pyhryus cayó en picado a la azotea y miró al Señor C.
—¿Crees que es tan fácil engañarme, humano? ¡Puedes cambiar la propia realidad! ¡Es imposible que no busques nada! ¡¡¡Así que venga, escupe!!! ¿¡Quién eres!?
—Confiar o no depende de ti. Solo quiero que tenga lo que yo nunca he tenido.
Pyhryus se calló, prestando especial atención a los latidos del Señor C antes de empezar a ver algo extraño con sus ojos.
—Te estás poniendo nervioso. ¿El bebé quiere llorar?
—¿Quieres saber quién soy...?
Con esa pregunta, todos se quedaron en silencio, un silencio que solo fue roto por Liliana.
—Nadie quiere saberlo, Señor C. Con que mi hermano y yo confirmemos que no eres un enemigo es suficiente.
—Ahora quiero saberlo, así que no te metas en medio, artefacto.
—Su nombre es Liliana, no artefacto.
Pyhryus miró al Señor C y se acercó aún más a él. Al estar en su forma de dragón, su tamaño de tres metros de altura imponía mucho. Pero el Señor C se mantuvo sereno mientras lo miraba.
—¿Acabas de corregirme?
Pyhryus chocó su frente con la del Señor C, con pequeñas llamas azules que salían de sus fauces. En respuesta, el Señor C solo puso su mano derecha sobre su hocico calmadamente.
En el momento que lo tocó, Pyhryus tuvo la sensación de estar frente a un ser omnipotente, cuyo cuerpo brillaba como una estrella dorada que protegía el universo... y la muerte seguía el sendero que caminaba tomando millones de formas.
Apartándose rápidamente del Señor C con un salto, Pyhryus lo miró de lejos mientras sudaba.
—Tú... ¿qué... qué diablos eres?
—Un humano, creo... ¿sabes ya quién soy?
Pyhryus respiraba pesadamente, esa escena le había hecho tener pánico.
—Solo te he mostrado mi futuro, o al menos una posible variable... creo... le he pedido al Registro que te deje ver quién soy, así que no sé ni qué te habrá enseñado realmente.
Tras experimentar esa visión, Pyhryus ni siquiera tenía valor para hablar.
<¿Acaso este tío está loco? ¿¡Cómo coño ha podido sobrevivir hasta hoy!?>
—¿Y bien Pyhryus? ¿Qué opinas? ¿Confiamos en el Señor C o no?
La pregunta de Edward hizo que Pyhryus dejara de pensar en la visión.
—No quiero saber nada de esto.
Pyhryus tomó su forma humanoide con armadura y alzó el vuelo, desapareciendo en el cielo y dejando a Edward con una sonrisa satisfactoria.
—Estas dentro, Señor C. Ahora explícame cuántas cartas extra tenemos de tu parte.
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Editado: 13.05.2024