Menudo gilipollas.
Si el día que conocí a Christian me llegan a decir que en a penas tres semanas íbamos a ser pareja y que me iba a poner los cuernos con cualquier chica que me pudiera imaginar me hubiera ahorrado bastante sufrimiento.
Sí, Christian es el chico más guapo de todos los de mi curso, cualquiera se vuelve loca por él, con ese rollo de rebelde sin causa, el pendiente, la moto y el aire melancólico que tiene cuando fuma cigarrillos en los recreos. Es un maldito cliché con patas, pero yo creía que era buen chico y que me quería, que no me haría daño y que no me mentiría. Será capullo...
Conocí a Christian en las fiestas de verano de un pueblo que está a veinte minutos en coche del nuestro, más o menos a mediados de junio. Explicándolo mejor, siempre he sabido quien era Christian, todo el mundo en el pueblo lo sabe, pero en esas fiestas hablé por primera vez con él. Yo por entonces tenía un grupito de amigas con las cuales la cosa no acabó bien (es una larga historia), pero por entonces nos lo pasábamos muy bien juntas y fuimos a esas fiestas. No recuerdo las razones, pero ninguno de nuestros padres podía llevarnos ni recogernos de ese pueblo, y por supuesto no podíamos ir andando. Tuvimos que apañarnos con taxis, lo malo es que nos cobraban mucha pasta, así que buscamos uno de seis personas e intentamos encontrar a gente del pueblo con la que ir para que nos saliesen los viajes de ida y vuelta lo más baratos posible.
Nosotras éramos cuatro: Lara, Marina, Paula y yo. Lara, que era la más popular de las cuatro, subió un story en instagram diciendo que teníamos dos plazas en un taxi para ir a ese pueblo, que los interesados le enviasen un mensaje directo. Poco después, el famoso Christian le contestó y dijo que él y su mejor amigo, Julio Roca, estaban interesados. Así que quedamos que ellos irían con nosotras en el taxi.
- ¡Qué fuerte! ¡Es que aún no me creo que haya contestado él! - decía Lara emocionada, y todas nos reíamos. Recuerdo que estábamos en la habitación de Marina, que era con la que menos me llevaba, en verdad estaba en el grupo porque se había hecho íntima amiga de Lara. Yo estaba sentada en el suelo con la espalda apoyada en la pared, Lara y Marina estaban tiradas en la cama y Paula en la silla del escritorio - ¡es que está muy bueno! - no hacíamos más que reírnos y hacer bromas, nos lo pasábamos bastante bien.
- Pues a mí me gusta más su amigo Julio, la verdad - dijo Paula - no sé, esos ojos, ese pelo...
- Ese también está bien, la verdad, pero en mi opinión no alcanza el nivel de Christian - dije yo - Pau, ¿no estarás interesada en Julio por causalidad? - en ese momento Paula se puso roja como un tomate y empezamos a hacer coñas, a montarnos nuestras películas y demás, la verdad es que éramos el típico grupo de amigas pavas que gritan mucho y hablan de chicos guapos.
Cuando llegó el sábado, el día que nos íbamos de fiesta, quedamos las cuatro en casa de Lara y nos preparamos juntas mientras teníamos reggaeton de fondo y seguíamos hablando de lo que podía pasar esa noche. Recuerdo que todas nos pusímos monísimas, en especial Paula que quería probar suerte con Julio y se había puesto un top plateado con la espalda al descubierto, unos pantalones negros pitillo que le quedaban muy bien y se pintó los labios de un rojo chillón.
- ¡Es que justo hoy tenía que salirme un grano! - decía Paula agobiada - me cago en todo, es que estoy feísima.
- Uy sí, horrorosa - rió Marina mientras se echaba la base.
- Te estás agobiando por nada, Pau. ¿Tú te fijas en cómo va la gente en general o en si tienen un grano, treinta o ninguno? No, porque no importa... Y porque probablemente irás borracha - dije, en ese momento se rieron todas - bueno, todas lo iremos a quien quiero engañar... Vas muy guapa, no te agobies - le sonreí.
- Gracias Karina - me dijo sonriente, aunque la seguía viendo nerviosa - ojalá fuera tan guapa como tú...
- ¿Qué dices? Si no me he arreglado nada - dije, y era verdad, iba con un top ajustado negro normal y corriente, unos shorts que no eran nada del otro mundo y unas zapatillas blancas normales que al día siguiente iban a acabar marrones.
- A ti no te hace falta, cariño - gritó Lara desde el baño. Negué con la cabeza y proseguí a echarme el rímel. Me encanta el rímel, es la única forma de que destaquen mis pequeños ojos grises.
- ¿Quién tiene el alcohol? - preguntó Marina, que estaba terminando de maquillarse.
- La duda ofende - dije riéndome mientras me echaba colorete e iluminador. Mis padres biológicos son ucranianos y he heredado la piel más blanca que haya visto nadie en su vida, así que es la única forma que tengo de resaltar mi nariz, mis pómulos y otros rasgos. También he heredado un pelo rubio platino mega liso que a veces amo y otras detesto - en la mochila verde. El ron y vodka más barato del mercado, junto con cocacola y limonada. Lo que me debéis está en el ticket.
- ¿Seguro que a tu primo no le importa comprarnos siempre el alcohol? - me preguntó Paula.