Matrimonio
Después de la corta despedida, el General Fortis toma camino en compañía de las dos mujeres, Eira ahora va más tranquila, solo desea llegar pronto aunque no tiene mucha idea de a donde se dirigen, supone que a casa de Lyra donde planea pedirle ayuda para buscar un empleo, pues no quiere ser una carga para su generosa amiga y su familia, pero el corazón de la pobre casi se sale de su pecho cuando unos metros más adelante, donde ya no eran vistos por nadie, Gideon de pronto se giró hacia Lyra e inmediatamente puso una rodilla en el suelo, mientras saludaba.
- Saludos a su alteza la princesa heredera. – Recito respetuosamente mientras los ojos de Eira querían abandonar su lugar.
- ¿Alteza?, ¿princesa? – Alcanzo a susurrar en todo lo que su voz le permitió.
- Gideon, podrías ser más sutil, asustas a mi amiga. – Dice ella sosteniendo a Eira que sentía que en cualquier momento se iba a desmayar.
- Lo siento su alteza, pensé que su amiga conocía su identidad. – Se disculpa Gideon.
Eira aun sin entender muy bien lo que estaba pasando rápidamente se arrodillo ante Lyra.
- Lo siento mucho su alteza, no sabía. – Dijo ella avergonzada por todos los problemas que le había causado a nada menos que la princesa heredera de Mystara.
- No tienes de que preocuparte, somos amigas. – Sonríe Lyra. – Ven, levántate. – La ayuda a ponerse de pie. – No tienes de que preocuparte, el castillo en el castillo encontraras un hogar. – Asegura con cariño Lyra.
- Muchas gracias su alteza. – Agradece Eira realmente conmovida pues ella pensaba que las princesas eran altaneras y odiosas, peor que muchas nobles que había conocido que no llegaban al nivel de la princesa y aun así eran terriblemente groseras con los sirvientes y con todo aquel que fuera inferior a ellas.
Pero, Lyra era completamente diferente ella creció con una educación basada en el respeto, Mystara se gobernaba de esa manera, el rey era un hombre firme a la hora de gobernar, pero con un corazón muy noble y siempre trataba respetuosamente a sus súbditos.
La difunta reina, madre de Lyra era una mujer muy dulce y buena lastimosamente murió al momento del parto, es por ello que el rey fue aún más permisivo con Lyra, de allí que esta hiciera lo que quisiera, algo así como irse de viaje a unos meses de su boda.
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- Su majestad, la princesa ha regresado. – Informa Phillip conteniendo la emoción.
- Al fin esa chica imprudente, vamos a verla. – Dice el rey levantándose de su silla en el estudio del castillo donde aún tenía demasiado trabajo, sin embargo, lo más importante para él es su hija, es por ello que aun cuando le duele terriblemente que ella se case tan lejos de casa, debe hacerlo, por el bien del reino, pero más importante aún por el bien de su amada hija.
- Lyra Faerwyn, ¿Qué es lo que pretendías hacer? – Entra gritando el rey a los aposentos de la princesa, donde todos los sirvientes inmediatamente hacen reverencias bajando la mirada, el rey amaba profundamente a la princesa, por el cuándo lo escuchaban gritar solo significaba una cosa, la princesa se había metido en serios problemas.
- ¡Papá! – Dijo Lura con emoción lanzándose a los brazos de su padre, mientras le daba besos en la mejilla, ella sabía muy bien que no importaba el nivel de molestia de su padre ese truco siempre funcionaba y esta no fue la excepción, inmediatamente los brazos de la princesa rodearon al rey, toda la ira que había acumulado se esfumo.
Normalmente en esa época los padres no eran tan cariñosos con sus hijos, mucho menos en las familias reales, pero Mystara era muy diferente a los otros reinos en muchos aspectos y sobre todo ese allí más que las riquezas lo que más les importaba era el respeto, la solidaridad y el amor.
Sus habitantes habían conocido el rechazo, la discriminación y el dolor, antes de establecerse allí, es por ello que su reino es un lugar para sanar y vivir feliz y despreocupadamente. Aun así, el reino gracias al trabajo duro del rey y de todos sus habitantes es un reino prospero.
- Lyra, no puedes hacer esto pequeña, te vas a casar, ¿tú crees que el archiduque tenga tanta paciencia? – Pregunta el rey mucho más calmado, viendo que si pequeña princesa está bien.
Solo que Lyra ahora si analiza la pregunta de su padre y sabe que tiene razón, el archiduque no parece ser un hombre paciente, mucho menos cariñoso así que definitivamente su vida de aventura terminara con el matrimonio, lo que hace que deje salir un largo suspiro de pesar por su vida anterior.
- Tienes razón, el archiduque no es así. – Dice en voz baja.
- ¿Conociste al archiduque? – Cuestiona el rey realmente sorprendido, no se imaginó que en verdad su hija, allá viajado tan lejos en tan poco tiempo. Peor aún que sin una identificación oficial haya visto al archiduque.
- Bueno… - Murmura bajito, haciendo que su padre entienda que hay toda una historia detrás.
- ¿Qué paso? – Pregunta con el corazón en la mano.
Efectivamente caso se infarta al enterarse de las veces en que ella estuvo en tal peligro, agradeciendo internamente que el archiduque haya estado cerca para rescatar a esa obstinada, lo que ahora le preocupa es lo que el dirá cuando se entere que esa pequeña desquiciada será su esposa.
Sin embargo, lo que más llamo su atención es lo que está sucediendo con los rumores, ya que eso si levanto todas sus alertas, determinando que debería actuar inmediatamente y en la boda buscaría un momento para hablar con el ex archiduque.
Por su parte Kieran también regreso a palacio e inmediatamente informo al rey de todo lo sucedido durante su viaje, mencionando por encima la participación de la chica.
- ¿No es un poco extraño? – Comento Cassius.
- ¿Qué cosa? – Cuestiono Kieran sin entender bien a que se refería el rey.
- A la chica, su aparición fue muy oportuna, además pertenece a Mystara, que sinceramente en este momento parecen los más sospechosos.
- Su majestad, aunque a mí también me pareció raro, debemos manejar esto con mucho tacto, no puede olvidar que somos aliados, además mi padre confía en el rey, se puede decir que son amigos. – Le recuerda Kieran con calma.
- Tienes razón, además no tienen motivos para atacarnos, mucho menos ahora que tu vida está a un paso. – Comenta pensativo. – Aun así, debemos hablar con ellos y pedir su ayuda para encontrar a las personas que entraron allí, no podemos solo olvidarlos.
- Tiene razón, es posible que el banquete sea una buena oportunidad para tocar el tema. – Sugiere Kieran.
- Así lo haremos, por ahora, te pido que colabores activamente con el ministro de ritos, o mi tío nos va a regañar a ambos. – Dice el rey y casi tiempla de pensar en que su tío llegue y las cosas no estén listas.
- Lo hare. – Se compromete Kieran después de dejar salir un gran suspiro, por unos días había olvidado que está a punto de casarse con una mujer que ni siquiera conoce y que además pertenece a otro reino, por lo menos se consuela pensando en que al ser parte de la familia real, será alguien educada que no causa problemas, así el podrá dejarla en el archiducado mientras se ocupa de sus propios asuntos, al fin de cuentas que lo suyo es un matrimonio político.