Salvador
- Excelencia. – Dijo el medico con un pequeño temblor en su voz. – La archiduquesa se encuentra bien. – Expuso primero antes de que el archiduque se saliera de casillas. – A parte de la herida en su tobillo, no parece tener ninguna otra herida o golpe. – Explico bajando un poco más la voz con cada palabra pues podía ver como a cada segundo la mirada iracunda del archiduque se intensificaba.
- Si está bien, entonces, ¿Por qué esta desmayada? – Cuestiono Kieran inmediatamente, intentando mantenerse bajo control.
- Excelencia eso es lo extraño. – Respondió rápidamente. – Parece estar sin energía. – Comentó algo dudoso.
- Si, pero no es un cansancio normal, aun así, tampoco es que su cuerpo sea de constitución débil o padezca alguna enfermedad por ninguna causa interna. – Susurro mas para el que para Kieran quien de todas formas escucho lo que decía, girándose para ver como su esposa parecía simplemente estar durmiendo, aunque de forma muy profunda.
- Bien, si estas seguro que no tiene ninguna otra herida y ya vendaste su pie, márchate. – Ordeno Kieran.
- Si. – Dijo el médico para salir prácticamente corriendo de allí, no se arriesgaría a que el archiduque cambiara de opinión.
- Su majestad también se puede retirar, se que esta ocupado. – Dijo Kieran mirando a su primo.
- Bueno ahora que se que la archiduquesa esta bien, me puedo retirar, si despierta, los vere en la cena. – Se despidió el rey, la verdad es que el también esta un poco curioso por la situación de la archiduquesa, sin embargo, también piensa que puede ser por el cambio de ambiente, no sabe cómo será el clima de Mystara, quizás fue ese cambio lo que hizo que la princesa se desmayara.
Después de que todos se marcharon y Kieran se cercioro de que Lyra estaba bien, entonces fue a hablar con las doncellas de su esposa para preguntar por lo ocurrido.
- ¿Cómo fue que la archiduquesa termino lastimándose? – Cuestiono con ese tono de voz que no admite replica.
- Excelencia. – Dijo Isela, empezando a relatar lo sucedido, con cada palabra Kieran se molestaba más, la doncella con el temor que tenia en ese momento por la expresión del archiduque, le conto absolutamente todo desde que salieron del palacio, hasta el momento del incidente y como había una mujer que pertenecía a la nobleza que se jactaba de ser la próxima archiduquesa Darkhunter y que además había osado mandar a golpear a su esposa, aunque claro no sabia de quien se trataba, pero para Kieran eso no era excusa, aunque efectivamente se hubiera tratado de una plebeya nadie debe abusar así de su estatus y poder.
Por el contrario, para el archiduque quienes ostentas los títulos de la nobleza deben procurar por el bienestar del pueblo.
- ¿Quién era? – Pregunto queriendo saber a quién debería hacerle una pequeña visita de cortesía.
- No lo sé excelencia, como sabe no conocemos a nadie aquí. – Respondió Isela.
- Está bien, lo averiguare. – Aseguro Kieran con plena convicción.
- Pero después de que la guardia secreta llego y ese hombre se llevara a la archiduquesa, ¿Qué sucedió? – Pregunto, pues llegado a ese punto no comprendió lo sucedido a continuación.
- Bueno. – Inicio Isela dudando, pues no sabía si lo que diría a continuación molestaría aún más al archiduque, pero tampoco es como que podía evitarlo, así que simplemente hablo. – La verdad es que para cuando llegamos con ella, solo la encontramos desmayada y un niño a su lado gritando por ayuda. – Explico. – Como vimos a mi señora herida, no cuestionamos nada solo la subimos al carruaje y nos apresuramos de regreso, y…
- ¿y? – Cuestiono el archiduque.
- Mi señora aun desmayada no soltaba la mano del niño, así que lo trajimos con nosotras. – Dijo encogiéndose en si misma intentando así protegerse del archiduque.
- ¿Trajeron a un desconocido al palacio? – Cuestiono Kieran queriendo explotar, pero controlándose lo más posible, pues de lo poco que había conocido a su esposa en su viaje al bosque de Avalon, se había dado cuenta de bondadosa y hasta confiada que era su esposa.
La otra doncella que estaba allí Eira, era una fiel prueba de ello, pues después de rescatarla a costa de su propia vida en aquel pequeño restaurante se la había llevado con ella, ofreciéndole un hogar.
- ¿Dónde está? – Pregunto con la intención de ir a buscarlo, quizás él sabía algo más. – ¿Cómo es que no lo vi? – Añadió en voz baja.
- El niño está en la cocina. – Respondió Isela a la primera pregunta del archiduque, para agregar rápidamente. – Como su excelencia subió al carruaje, pero toda su atención estaba en la herida de mi señora, no pudimos informarle sobre el niño, así que decidí dejarlo un momento en la cocina para que comiera algo, en lo que mi señora despertaba. – Explico tan firme como pudo.
- Llévame con él. – Ordeno.
Pero antes de que pudieran dirigirse hacia allá, una voz de adentro del cuarto los distrajo.
- Es mi señora. – Anuncio Eira.
Por lo que tanto el archiduque como Isela detuvieron sus pasos para regresar en ellos y entrar al cuarto, donde una confundida Lyra despertaba llena de energía, pero no sabía muy bien que había sucedido.
- ¿Dónde estoy? – Dijo revisando los alrededores para percatarse de que estaba devuelta en el palacio, más exactamente en la habitación que tenía asignada para ella.
Sin embargo, no tuvo tiempo de reflexionar sobre lo sucedido ya que el archiduque ingreso con cara de que quería matar a alguien allí mismo y Lyra tenía la seria sospecha de que ese alguien era ella.
- Mi señora, ¿se encuentra bien? – Cuestiono Isela corriendo para llegar a su lado y ayudarla a acomodarse en la cama.
- Estábamos muy preocupadas por usted, mi señora. – Fue Eira quien hablo con claro alivio, en verdad estaba muy preocupada.
- ¿Preocupadas? – Pregunto, pero entonces como un rayo de luz todo llego a su mente incluida la escena donde ese niño se interpuso entre la espada y ella. – ¿Dónde está? – Grito.
- ¿Quién? – Cuestiono Kieran intrigado.