Inmortalidad y una corona. El poder de la bruja

Nuevo hogar

Kieran observaba desde un punto del cuarto como su esposa abrazaba a un pequeño niño que vestía en harapos y que a primera vista se notaba que habían pasado unos cuantos días desde que había tomado un buen baño.

  • ¿Cómo te llamas? – Pregunto Lyra con lágrimas en sus ojos, el valor que ese pequeño había tenido para pararse entre ella y aquella espada la había conmovido de sobre manera.

Ella estaba segura que nadie en lugar de ese valiente pequeño hubiese hecho lo mismo, claro a menos de que hubiera sabido que ella era la archiduquesa.

  • Isidro. – Respondió el niño con timidez.

Cuando había intentado salvar a aquella señorita jamás se imaginó que se tratara de alguien importante y aunque el apenas era un niño de 6 años y no tenía mucha educación, si sabía perfectamente que si estaban en una habitación en el palacio real entonces era alguien de la nobleza y no solo eso, si no era muy importante, por lo que estaba asustado en su experiencia los nobles son gente muy mala.

  • ¿Dónde están tus padres? – Pregunto de pronto Kieran con sospecha y ese tono que no admitía replica, no podía descartar la posibilidad de que alguien estuviera utilizando al niño para acercarse a la archiduquesa.

Al escucharlo el cuerpo de Isidro tembló y sus ojos mostraron terror puro, que Lyra quien estaba tomando sus manos noto inmediatamente, pensando que el niño se había asustado por el tono del archiduque inmediatamente intervino.

  • Excelencia no puede ser más sutil, es un niño. – Le reclamo Lyra con molestia, mientras Kieran la observa incrédulo, hacía unos segundos le estaba hablando al niño con la ternura más grande del mundo y ahora su tono rápidamente se había convertido en frio para dirigirse a él.
  • Espero que la archiduquesa entienda su posición en el reino. – Dijo Kieran mirándola directamente. – No todos se acercarán a usted con buenas intenciones. – Sentencio con el mismo tono firme de voz.

Ante las palabras del archiduque Lyra bajo un poco la guardia, pues entendía que el archiduque en medio de todo estaba preocupado por su seguridad, y de manera lógica ella sabía que tenía razón, él no había estado en la escena así que no sabía cómo ese pequeño niño había sido tan valiente, por lo que procedió a intentar explicar de mejor manera.

  • Lo tengo claro excelencia. – Dijo en un tono más moderado, como si hablara con un niño grande. – Pero este pequeño se interpuso entre una espada y yo para ayudarme sin saber quién era, así que discúlpeme si quiero ser agradecida. – Explico sin soltar las manos del niño que se notaban sucias por la tierra al igual que su rostro y sus ropas.

Isidro permanecía allí sin moverse queriendo mostrarse fuerte, aunque era obvio que estaba asustado, pero no era solo por la presencia del archiduque, aunque claro que el aura fuerte y esa expresión de molesta que siempre lleva consigo y asusta a los generales más fuertes del reino obviamente también lo hace con él, pero en realidad eso no era lo que lo tenía aterrado.

Aun así, se quiere mostrar valiente como los caballeros a los que tanto admira, aunque era obvio que estaba asustado el temblor en sus manos lo delataba, así como las lágrimas contenidas en sus ojos, sin embargo, no las dejaba salir, esa fuerza fue realmente admirada por Lyra y hasta por Kieran que también había observado cada expresión del chico y debía admitir que en verdad tenía valor.

Lyra dedujo que había algo que Isidro no quería decir, seguramente por alguna razón, así que decidió volver su atención a él para hablarle

  • Está bien. – Dijo sonriendo haciendo que sus pequeños ojos se encontraran con los de ella, el dolor que vio en ellos la conmovió de sobre manera. – Ahora eres mi salvador, puedes decirme lo que sea. – Le aseguro Lyra con firmeza, aun así, Isidro no sabía si en verdad podía confiar en alguien, todos los adultos eran malos, aunque esa linda mujer si parecía confiable.
  • Bueno… - Dudo un poco, pero la mirada tierna y la paciencia de Lyra lograron convencerlo. – Soy huérfano. – Dijo al final en un hilo de voz.
  • ¿Cómo sucedió? – Pregunto ella con un nudo en la garganta.
  • Mi madre era sirvienta en la casa de un conde, pero estaba muy enferma por trabajar mucho. – Dijo el niño. – Así que murió. – Anuncio dejando caer algunas lágrimas de las que había estado conteniendo, las que rápidamente se limpió, pues su madre le había ducho que jamás debía llorar y mostrar debilidad ante nadie, que él debía ser un fuerte caballero y los caballeros no lloran.
  • ¿Tu padre? – Consulto Lyra, aunque ya imaginaba la respuesta.
  • No lo se. – Respondió Isidro.

La conversación con el niño siguió, donde le termino contando a Lyra los abusos que cometían en esa casa contra su madre y contra él y que cuando ella murió le fue peor pues lo trataban como a un esclavo por lo que escapo y llevaba semanas viviendo en la calle.

Los ojos de Lyra se llenaron de lágrimas, pero evito derramar alguna, para que Isidro no se pusiera triste, claro que Kieran pudo notarlo, la verdad es que él también estaba más que triste, enojado por los sucios comportamientos de la nobleza, a él también lo afectaban ese tipo de situaciones, era solo que después de estar tanto tiempo en el ejército y pelear en guerras se había vuelto más duro, pero entendía que su esposa era alguien bastante amable con un corazón muy noble, así que ahora teme lo que vaya a hacer con esa información y no se equivocaba, pues unos segundos después vio como ella levanto la mirada hacia él.

Pero esta no era como ninguna de las miradas que le había dado hasta ahora, esta era una ¿suplicante?, se preguntó, y si, eso mismo era.

  • ¿Qué? – Cuestiono Kieran a la defensiva.
  • Lo podemos llevar con nosotros al archiducado, ¿lo puedo apadrinar? – Pregunto con esa mirada llena de ilusión y un poco de súplica, aunque ella era una princesa y también la archiduquesa Darkhunter ahora no era como antes que podía tomar decisiones así sin consultarlo con Kieran.




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