Un escalofrió recorrido el cuerpo de Lyra al sentir el grave peligro que la rodeaba, no solo por ella sino por el pequeño a su lado, que parecía completamente decidido a morir con ella si era necesario, lo que le quedo claro por el grito aterrado que resonó en medio de aquel campo abierto, aunque ella no había podido ver a su atacante porque estaba distraída deteniendo al hombre que la había atacado de frente, su instinto y los gritos se lo decían, pero ella no alcanzó a girarse. El filo de la espada enemiga estaba por llegar a su objetivo, cuando
El fuerte sonido de otra espada a su espalda detuvo el tiempo.
La figura del archiduque apareció de pronto con su espada desenvainada reluciendo con un destello impecable mientras detenía al intruso que había osado con atacar a la archiduquesa, su esposa.
En un solo movimiento desvió el golpe que buscaba la espalda de su esposa, obligando al atacante a retroceder tambaleante. Mientras de paso tomada a Isidro como un costal de papas en su hombro. Este pequeño descuido por parte de los atacantes fue suficiente para que los guardias del archiduque tomaran control de la situación, aunque eran muchos los mercenarios que habían atacado. Los soldados del archiducado eran más fuertes y organizados, además con el archiduque allí, acabar con ellos fue rápido.
Cuando llego al lugar y vio como la archiduquesa se defendía mientras otro intentaba atacarla por la espalda, por un momento todo a su alrededor se volvió rojo, no supo en qué momento había desenvainado su espada y atacado, todo fue demasiado rápido incluso para él, todo motivado por la absoluta ira que le generaba la escena.
Poco a poco la situación fue volviendo a la normalidad, en ese punto solo se oía la respiración agitada de las doncellas que estaban claramente aterradas por lo sucedido. Sobre todo, Isela que sollozaba en silencio, ella no había salido demasiado del palacio de Mystara por lo que todos los peligros exteriores eran algo nuevo para ella.
Por su parte Lyra, aún con la espada en su mano, miró al archiduque de reojo percatándose de que el aún se mantenía a su lado vigilante, como un sutil gesto protector.
El archiduque, en cambio, la observó con un brillo distinto en sus ojos. Kieran había visto su valor, la forma en que había detenido aquella espada sin vacilar. Ya había visto vestigios de es valentía tan suya, pero ahora que lo analizaba detenidamente se había dado cuenta cuanto lo desarmaba, incluso más que cualquier enemigo.
Una sonrisa lenta, casi divertida, pero sutil curvó sus labios.
Ella frunció el ceño, intentando ocultar el leve sonrojo que le subía a las mejillas. Por un momento quiso replicar, pero las palabras perdieron impulso antes de salir por su boca. Había algo en la forma en que él ahora la miraba, como una mezcla entre orgullo y fascinación y un poco de irritación también, que la dejo sin saber muy bien que decir.
Por lo que inteligentemente decidió darse la vuelta para devolver la espada al soldado que se la había entregado hacía unos minutos, agradeciendo por no objetar sus órdenes. Para luego ir corriendo hacia Isela y Eira que estaban a un lado de ella.
De hecho, Lyra no sabía que le sorprendía más, si el que Isidro estuviera tan cerca de Kieran ya que le tenía algo de miedo o el que el este lo permitiera.
Por su parte Kieran ahora entendía un poco la razón de que su esposa se había encariñado tanto con ese niño, eran igualitos Valientes rayando en lo imprudentes, indomables, testarudos, en fin, imposibles de ignorar.
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Editado: 16.09.2025