Inmortalidad y una corona. El poder de la bruja

Heroe

Un escalofrió recorrido el cuerpo de Lyra al sentir el grave peligro que la rodeaba, no solo por ella sino por el pequeño a su lado, que parecía completamente decidido a morir con ella si era necesario, lo que le quedo claro por el grito aterrado que resonó en medio de aquel campo abierto, aunque ella no había podido ver a su atacante porque estaba distraída deteniendo al hombre que la había atacado de frente, su instinto y los gritos se lo decían, pero ella no alcanzó a girarse. El filo de la espada enemiga estaba por llegar a su objetivo, cuando

El fuerte sonido de otra espada a su espalda detuvo el tiempo.

La figura del archiduque apareció de pronto con su espada desenvainada reluciendo con un destello impecable mientras detenía al intruso que había osado con atacar a la archiduquesa, su esposa.

En un solo movimiento desvió el golpe que buscaba la espalda de su esposa, obligando al atacante a retroceder tambaleante. Mientras de paso tomada a Isidro como un costal de papas en su hombro. Este pequeño descuido por parte de los atacantes fue suficiente para que los guardias del archiduque tomaran control de la situación, aunque eran muchos los mercenarios que habían atacado. Los soldados del archiducado eran más fuertes y organizados, además con el archiduque allí, acabar con ellos fue rápido.

  • Dejen vivos a esos dos. – Grito. – Llévenlos como prisioneros, quiero saber quién fue tan estúpido como para intentar atacar a mi gente. – Ordeno el archiduque claramente molesto.

Cuando llego al lugar y vio como la archiduquesa se defendía mientras otro intentaba atacarla por la espalda, por un momento todo a su alrededor se volvió rojo, no supo en qué momento había desenvainado su espada y atacado, todo fue demasiado rápido incluso para él, todo motivado por la absoluta ira que le generaba la escena.

Poco a poco la situación fue volviendo a la normalidad, en ese punto solo se oía la respiración agitada de las doncellas que estaban claramente aterradas por lo sucedido. Sobre todo, Isela que sollozaba en silencio, ella no había salido demasiado del palacio de Mystara por lo que todos los peligros exteriores eran algo nuevo para ella.

Por su parte Lyra, aún con la espada en su mano, miró al archiduque de reojo percatándose de que el aún se mantenía a su lado vigilante, como un sutil gesto protector.

  • Se lo agradezco excelencia… - Dijo con voz serena, sin inclinar la cabeza y ser demasiado emocional, si bien es cierto han estado pasando por varias situaciones desde su discusión, donde él la ha respaldado y mostrado su apoyo, para ella aún quedaban resquicios de aquella pelea, por lo que, aunque en verdad estaba agradecida, se mantuvo en su lugar.

El archiduque, en cambio, la observó con un brillo distinto en sus ojos. Kieran había visto su valor, la forma en que había detenido aquella espada sin vacilar. Ya había visto vestigios de es valentía tan suya, pero ahora que lo analizaba detenidamente se había dado cuenta cuanto lo desarmaba, incluso más que cualquier enemigo.

Una sonrisa lenta, casi divertida, pero sutil curvó sus labios.

  • Es mi deber esposa. – Murmuró, con tono bajo, para que nadie más que ella lo oyera. – Pero debo reconocer que jamás he visto a nadie tan valiente… ni tan testaruda. – Agrego pues en verdad aun no sabía como definir a esa mujer.

Ella frunció el ceño, intentando ocultar el leve sonrojo que le subía a las mejillas. Por un momento quiso replicar, pero las palabras perdieron impulso antes de salir por su boca. Había algo en la forma en que él ahora la miraba, como una mezcla entre orgullo y fascinación y un poco de irritación también, que la dejo sin saber muy bien que decir.

Por lo que inteligentemente decidió darse la vuelta para devolver la espada al soldado que se la había entregado hacía unos minutos, agradeciendo por no objetar sus órdenes. Para luego ir corriendo hacia Isela y Eira que estaban a un lado de ella.

  • ¿Cómo están? – Pregunto con gran preocupación dirigiendo toda su atención a ellas, pues por todo lo sucedido no había tenido oportunidad de verificar si estaban bien, en cuanto se había dado cuenta que el ataque era dirigido a ella, decidí que lo más sensato era alejarse de ellas y así alejarlas del peligro.
  • Estamos bien excelencia. – Respondió Eira quien estaba un poco más tranquila. – ¿Usted está bien mi señora? – Devolvió la pregunta preocupada.
  • Si, lo estoy, no se preocupen… - Pero entonces recordó que Ismael había querido ayudarla, pero fue apartado por Kieran cuando llego a su rescate, después de elle no lo había visto más, así que rápidamente lo busco con la mirada y se sorprendió de verlo junto al archiduque siguiéndolo de cerca como el más fiel admirador.

De hecho, Lyra no sabía que le sorprendía más, si el que Isidro estuviera tan cerca de Kieran ya que le tenía algo de miedo o el que el este lo permitiera.

Por su parte Kieran ahora entendía un poco la razón de que su esposa se había encariñado tanto con ese niño, eran igualitos Valientes rayando en lo imprudentes, indomables, testarudos, en fin, imposibles de ignorar.

  • Quieres ser un caballero, ¿verdad? – Pregunto Kieran con seriedad mirando a Isidro, que, lo observada con una mirada llena de admiración, el archiduque se acababa de convertir en su héroe.
  • Siii. – Grito emocionado.
  • Sera muy difícil. – Previno Kieran con firmeza.
  • No importa. – Respondió emocionado Isidro, ese era su sueño, ser un valiente caballero, tan fuerte como Kieran, lo suficiente para proteger a los que quiere.
  • Está bien, una vez lleguemos al archiducado, entrenaras conmigo. – Prometió.
  • Gracias. – Dijo Isidro con un brillo aún más grande en sus ojos. - ¡Madrina! – Grito emocionado en cuanto vio a Lyra acercarse a ellos. – Seré un caballero. – Le conto con la sonrisa más grande del mundo.
  • Wuao, te felicito, lo harás increíble. – Dijo Lyra acercándose para abrazarlo con una gran sonrisa.
  • Iré a contarle a Isela y a Eira. – Dijo más que feliz para ir corriendo a dar la buena noticia.
  • Ve. – Le sonrió.




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