Inocencia Robada

3. SI, FUI YO...

  *Paralelo al capítulo anterior*

CHRISTOPHER

Joder, tengo un horrible dolor de cabeza. Maldita sea, Joshua, ya nunca más te acompaño a tus dichosas fiestas. La culpa es mía por dejarme manipular por mi hermano mayor.

Llego a la cocina y de la nevera saco una botella de agua y tomo un vaso. Pero soy interrumpido por el sonido de mi celular. Seguramente es del trabajo. Miro el indentificador... Es Amanda. Decido no responderle.

Cuando estoy sirviéndome el vaso de agua soy nuevamente interrumpido pero esta vez  por la irritante voz de mi hermano mayor.

— ¡Ey! ¿Qué tal campeón?

—¿Qué haces tu aquí?— No estoy de humor para soportar sus tonterías. Además por su culpa tengo una horrible resaca.

—Solo vine a ver como estabas, después de la fiesta de anoche. Menuda borrachera te diste, bro.

—Ni me lo recuerdes, desperté con un dolor de cabeza terrible, ya no te vuelvo acompañar a tus estúpidas fiestas... — le digo y me bebo todo el vaso de agua.

—¿Enserio? Deberías agradecerme... por fin te tiraste a alguien que no sea la zorra de Amanda y pudiste divertirte un rato, — me responde el idiota— ¿Qué no te aburres de vivir así? ¿Cuando fue la ultima vez que cogiste como Dios manda, con una mujer de verdad...? 

Con Kelly tenía buen sexo lo reconozco.

—¡Cállate, imbécil!— ¿tiene que ser tan tan... tan Josh?

—Y dime ¿Qué te pareció la amiga de Kathy? ¿Es hermosa verdad?

El recuerdo de la diosa de ojos azules invade mi mente, sus deliciosos labios, sus tímidos gemidos, su delicada e inmaculada piel. Como gritaba y se estremeció al correrse... fascinante criatura esa chica, Adele. Si, recuerdo que se llama Adele. 

— Porque si te la tiraste, ¿Verdad?— Josh y sus estupideces me interrumpen de mis recuerdos.

Por supuesto que me la tiré, creo que fue mucho más que eso, y fue el mejor polvo que he tenido, pero no te diré nada.

—¿Has venido a joderme?— Le riño y salgo de la cocina 

—No vine joderte, hermano, solo quiero saber...— me sigue hasta la sala de televisión.

—No tengo nada que decir. A mi no me interesa lo que haces o no en una cama con tus conquistas semanales, así que tu haz lo mismo conmigo. Por cierto, ¿Donde conociste la hija de Demian Mills?

—¿No acabas de decirme que no te interesa lo que yo haga o no en la cama?— Que infantil es.

—Te pregunto por que soy policía y esa familia está muy bien ubicada, no nada más por su legado, sino por sus vínculos.

Demián Mills es dueño de un canal de televisión a nivel nacional y un periódico que llega a gran parte del estado de Michigan.

Joshua coge el mando a distancia de la tele plana y se sienta en el sofá encendiendo mi tv. 

—Idiota.

—No la conocía, Jess me invitó a la fiesta... yo te invité a ti. Yo me cogí a Katharina Mills y tú lo hiciste con su amiga... ¡todo salio perfecto!— Empieza a hacer zapping, se gira desde mi sofá y sigue insistiendo:— ¿Por que te cogiste a Adele, verdad? 

Ahora que recuerdo, esa preciosidad dijo que se llamaba Adele. Adele Phoenix, un hermoso nombre para una hermosa chica. Difícilmente la podré olvidar. 

—¡Deja joder con la tele!— le riño al ver que no deja de sintonizar la tv.

—¡Uy, pero qué humor!— deja de sintonizar en un canal donde están dando las noticias o eso creo.

—Ya sabes que no me gusta ver televisión. Y te repito, me duele la cabeza.

—¿Esa es la casa de los Mills?— murmura Josh subiendo el volumen. 

Yo volvía a la cocina por unas aspirinas y regreso a la sala a ver lo que señala mi fastidioso hermano mayor.

Me quedo viendo la tele. Hay una periodista afuera de la casa de los Mills. Entran y salen policías y salen cuatro sujetos con una camilla y una bolsa negra. Es un cadáver... ¡¿Qué narices?!

Michael Mills: ¿muerte accidental, homicidio o suicidio?
El futuro heredero, hijo del magnate de las telecomunicaciones Damian Mills fue encontrado muerto en la alberca de la mansión de sus padres en Kenwood Illinois. 
Los hechos ocurrieron durante una fiesta que celebraban él ahora occiso, y su hermana menor, Katharina Mills de veinticinco años con motivo de la graduación de la última. No se cuentan con mayores informes y la policía está en busca de todos los asistentes a la fiesta para comenzar con las investigaciones. No se descarta el homicidio... 

—¡Joder, hermano! ¿Qué pasó?— Me pregunta mi hermano preocupado... Incluso asustado.

—No lo sé, Josh, pero debo de ir a trabajar. Ahora. 

—¡¿No escuchaste?! Están buscando a los que asistieron a la fiesta... Mi nombre no puede aparecer.

—¡¿Por qué no?!— le riño nervioso e impaciente a mi inmaduro hermano mayor. 

—¡¿Acaso no ves que nosotros estuvimos en la fiesta y ahora somos sospechosos?! ¡Tu eres policía y yo profesor de historia en una universidad católica, y si se sabe que estuviste ahí, intervendrá I. A!— me dice mi hermano haciendo más intensa la jaqueca que tengo. — ¡Maldita sea!

Joder ¿Por que accedí ir con Josh a esa casa? Ahora estaremos envueltos en algún escándalo si es el hijo del hombre más influyente del estado fue asesinado. 

— Debes ayudarme, mi nombre no puede verse manchado, si en la universidad me descubren que estuve en una fiesta con universitarias... Adiós a mi empleo — se queja al borde de la desesperación.

— Veré que puedo hacer... No sólo tú puedes quedarte sin empleo.

— El rector querrá mi cabeza en una bandeja de plata si se entera que estuve compartiendo con estudiantes del Oakland University.

Me distraigo momentáneamente pensando por qué Katharina Mills estudió en Oakland University, si bien pudo ir a Harvard, o Yale.

— ¿El rector de la universidad de misericordia te prohibió juntarte con gente de otras universidades?

— No, pero si se entera que fueron universitarias...—




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