Inocencia Robada

14. AMENAZAS VELADAS

WILLIAM ROSS

Llevo más de una hora esperando para hablar con el juez Louis Reed, tengo que convencerlo de que mi clienta debe tener más tiempo para la investigación. Se qué si intento hablar con el fiscal Antony Webber, no consiguiré nada por que a estas alturas ese imbécil ya lo han comprado.

— Señor Ross, usted aquí—dice el bastardo de Webber al verme cerca de la oficina de Reed.

—Estoy trabajando. 

— ¿En el caso de la asesina del chico Mills? Estás perdiendo tu tiempo...

—No solo trabajo en ese caso— lo interrumpo— estoy evaluando una demanda que han presentado en contra de la maderera Webber— el imbécil se tensa.

Él es el socio mayoritario de esa maderera y hay rumores que está detrás del desfalco que está investigando la policía y hacienda; por comprar voluntades.

—Si, unos de los socios me pidió asesoramiento legal— Añado al ver que no dice nada

—¿Quién?— Pregunta nervioso.

— No le diré el nombre de mi cliente, fiscal Webber— esto será suficiente para distraerlo— No, porque usted está involucrado al ser socio mayoritario de la maderera.

—Vamos, Williams... dímelo si es que no quieres meterte en problemas — me dice con tono amenazante.

De reojo veo que la puerta de la oficina del juez Reed se abre.

— No te diré nada, Webber, y no me vengas con amenazas que eso no funciona conmigo. Ten un lindo día.

Me alejo de él.

— Juez Reed— digo cuando me acerco a  Louis

—Abogado Ross— me tiende su mano.— Usted por aquí.

— ¿Cree que podemos hablar? Me urge conversar con usted.—Respondo y tomo su mano.

Nos saludamos con un apretón de mano

— Por supuesto ¿Tuviste que esperar mucho? He tenido un día muy ocupado.

— Yo sé como es esto...— le respondo.
Miro hacia donde estaba el fiscal Webber, pero el idiota ya se fue.

Mi táctica de distracción funcionó, ahora debe andar asustado averiguando cual de sus socios pretende demandarlo. Es un maldito cobarde y corrupto.

Después de sacar a mi futura nuera de la cárcel, me encargaré de tí Webber.

—Entra, por favor— me invita pasar a su oficina— Vanessa, que nadie nos interrumpa — le dice a su asistente. 

—Si, señor Reed— responde la chica de pelo azabache. 

Entre algunos abogados Reed, es conocido por ser un juez corrupto. No dudo que para declarar culpable a una inocente, no haya recibido una pequeña fortuna. 

— Toma asiento ¿Un trago de whisky?— me ofrece al cerrar la puerta de su despacho.

—No, estoy bien así.


Me siento en su sillón de cuero negro.

—Ok... yo me serviré un vaso de whisky. Estoy teniendo un día pesado.

Louis se sirve su vaso de whisky. Se sienta en un sillón de piel, y juguetea agitando el líquido ámbar del vaso, olfafea y suspira. No dudo que este cabrón esté presumiendo sus excesivos lujos, todos, obtenidos con dinero sucio. 

¿De verdad puede dormir tranquilo? 

— Deduzco que esta no es una visita de cortesía ¿O me equivoco?— Dice y se bebe el whisky.

— No te equivocas. Estoy aquí porque necesito pedirte más tiempo para la investigación del caso Mills. No puedes cerrarlo así.

—¿Te doy un consejo?—Dice sentándose en su silla detrás de su escritorio— no te metas ahí, todo está claro en ese asunto... esa muchachita, no recuerdo su nombre.

— Adele Phoenix— le respondo molesto.

—Ella es la culpable. Fin—espeta con prepotencia mal disimulada. 

— Sabes perfectamente que debe haber una investigación de por medio antes de condenarla.

— Olvídalo Ross, ¿Qué te importa a tí una mocosa muerta de hambre? Deja que se pudra en la carcel... Personas como ella, deberían estar encerradas.

¡Maldito corrupto! 

Antes de responderle y decirle sus verdades en su cara mi celular vibra en mi maletín.

—Espera— le digo.

Saco el celular de mi maletín. Es Christopher.

—Hijo — digo respondiendo el celular. 
Me pongo de pie y bajo la voz. Pero puedo darme cuenta que Reed presta atención. 

— Papá, ¿En dónde estás?— Pregunta alterado al otro lado de la línea.

— En el juzgado ¿Que te ocurre?

— Papá, estoy con Katharina Mills. Ella recordó que a las 2:36 el celular de Adele Phoenix, recibió un mensaje de Michael Mills

— ¿Cómo dices?

— Que a las 2:36 Michael Mills estaba con vida y lo que Marcus averiguó es que la data de muerte de Michael es las 2 de la madrugada. Esto no calza para nada.

— ¡Por supuesto que no! ¿Sabes dónde está el celular de Adele Phoenix? 

—Katherina lo rastreo y le indicó que ese celular está cerca de donde estás tu.
—Seguramente está en la bodega de evidencia. 

De reojo veo que Reed, toma su celular y empieza teclear. ¿Qué haces, cabrón?

—¿Quieres encargarte de eso?— me pregunta mi hijo. 

— Por supuesto, ¿Algo más?—le respondo de inmediato. Él no puede entrar a las bodegas sin una orden del juez. 

—No.

— Nos vemos luego.    

Cuelgo.

—Necesito entrar a la bodega de evidencia— le planteo a Russell.

—¡No!

— ¿Perdón?

— Ross, deja de estar dándote de héroe y defender lo indefendible. Vete a buscar otro caso. A ti te sobran.

Esto es increíble. El corrupto juez Russell parece nervioso. 

—¿Cuánto?— Le riño.

— ¿Perdón?— Replica sorprendido. 

—¿Cuánto te dieron por encubrir las evidencias? 

— ¡¿Qué estás insinuando?!— Grita golpeando la mesa ofendido... Como si estuviera levantándole falsos. 

— No te hagas el ofendido. Todos los que te conocen, saben qué clase de juez eres... ¿Quién te ordenó que cierres el caso culpando a una jovencita? ¿Quién te pagó para encarcelar a una inocente? ¿El verdadero asesino?

— ¡Siempre soy correcto con las causas correctas, William Ross, y en este caso no lo es!— ladra furioso— deja de hacerte el héroe con esa asesina y dedícate a tus propios problemas. Yo te advierto que no vas a meter las narices donde no debes, ¡de eso me encargo yo!




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